Apaga y vámonos

¡Carril-banda ya!

Villena está que lo tira, señora. No hay fin de semana en el que no tengamos uno, dos o varios saraos, con lo que ello supone de alegría para nuestros hosteleros y comerciantes, que encuentran en tanto tránsito un importante apoyo para soportar mejor los rigores de una maldita crisis que se no acaba de marchar.
Con todo, servidor echa de menos algo más de organización, que alguien prevea que ciertas calles pueden suponer una ratonera para los conductores que tienen la mala suerte de cruzarse con una comparsa, una banda de música en plena Santa Cecilia o un puñado de señoras y señores vestidos con sombrero, capa y colgantes.

Al margen del eterno debate sobre los paseos festeros junto a charangas y grupos musicales haciendo chimpún chimpún los domingos por la mañana –que este año, no sé por qué, pero desde Fiestas apenas hay fin de semana en que nos libremos de tan amable despertà–, en esta ocasión se ha sumado la molestia de encontrarnos de bruces y sin aviso previo con algún desfile o concentración, obligando a los pacientes conductores a sufrir una espera que podían haber evitado perfectamente si tales actos hubieran estado correctamente avisados y señalizados.

Por poner un par de ejemplos: domingo 13 de noviembre, calle Párroco Azorín (esa que va desde el estanco de “bajo las campanas” hasta lo que era Postigo). Entras con toda normalidad con tu coche y de repente te encuentras con un desfile de la Cofradía del Vino Reino de la Monastrell, que celebraba en nuestra ciudad su XVIII Capítulo de Investidura (?). Sin señalización o agente de Policía alguno dirigiéndote hacia otro lado o pidiéndote esperar, te ves rodeado de pronto de gente que invade toda la calzada, y en lugar de subirse a las aceras, que es lo que hacen los peatones cuando las calles están abiertas al tráfico, te obligan a parar hasta que terminan de pasar, por mucha prisa o urgencia que lleves.

Ese mismo día, un par de horas después, vienes por la Corredera y giras hacia Santiago por Capitán López Tarruella, pues no hay bolardos, valla, señal o agente alguno que te indiquen lo contrario, pero para tu sorpresa están la Sociedad Musical y acompañantes saliendo de Santiago, haciéndose fotos en la escalera mientras se pegan la charraíca y formando antes de salir en desfile hacia la calle Mayor. Entre 10 y 15 minutos de retención en la que nos vimos atrapados varios conductores sin comerlo ni beberlo y sin que nadie hubiera avisado de ello previamente. En este caso sí había un Policía, pero ya en Santiago –lo lógico hubiera sido que estuviera abajo, en las Cuatro Esquinas–, ofreciendo una única instrucción: “esperen”, lo cual era una obviedad, porque la alternativa era poner a siete u ocho coches a hacer marcha atrás con destino a la Corredera.

Con un poco de paciencia todo solucionado, ya lo sé. Pero también cuesta poco hacer las cosas bien, y alguien tenía que decirlo.

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