El Diván de Juan José Torres

Catalina Hernández Martínez

No obedece a ninguna casualidad que el equipo de gobierno, con Celia Lledó a la cabeza, arremeta contra los concejales del Grupo Verde. Más aún que denuncie judicialmente a Catalina Hernández, Cate para los que la conocemos desde muchos años. No es un capricho tan maquiavélica astucia contra un objetivo político. Es frecuente que, apoderados de pánico y presos del nerviosismo, el PP dispare contra todo lo que se mueva y afine la puntería hacia quien más teme. Porque desprecia a los NA, se mofa de los socialistas y respeta, con disimulo, al Grupo Verde
A los tránsfugas les trata con socarrona burla, a los socialistas con irreverencia subida de tono y a Los Verdes con temeroso desprecio. Y piensan así porque creen que a los primeros la ciudadanía no les va a conceder parabienes, los segundos van a redimir los pecados de sus divisiones y los terceros están haciendo verdadera oposición. Yo, si fuera del equipo de gobierno, estaría también preocupado, porque sólo dos concejales, Verdes, han realizado un minucioso y responsable trabajo de información y denuncia frente a otros siete, los socialistas, que han perdido un tiempo precioso en disputas internas y tienen la obligación de recuperar la credibilidad.

Así las cosas no se le ocurre otra cosa al PP que lanzarse a la yugular de Cate, persona cabal como pocas, que convierte la responsabilidad en una perfección, educada y presta al diálogo, que mide con precisión sus palabras para no herir sensibilidades, incapaz de abrir la boca para no ofender a alguien, acaparadora de pruebas y documentación que argumenten su discurso, implacable con lo injusto, benévola con los que se equivocan y colaboradora incondicional con las causas solidarias. Personas así son las que molestan a quienes carecen de esas virtudes o predican lo contrario. Algo tiene Cate para que se movilice con tanta ira el gobierno municipal.

Movilización interesada y colmada de argucia por otra parte, porque a ver cómo se explica que la asesoría jurídica que interpone la demanda sea contratada por el ayuntamiento a costa de los presupuestos municipales. Si de algo tienen que querellarse que lo paguen de sus bolsillos, que no está el horno para bollos. Y lo que debería hacer Celia y su equipo es facilitar a la oposición la documentación que solicite, los informes que demanden, aclarar las dudas que se planteen con puntualidad británica y todo porque es su obligación, la misma exigencia que se espera de cualquier oposición para desarrollar el papel que le toca desempeñar.

Sin embargo este equipo de gobierno es reiterativo en sesgar la información, prefiriendo la opacidad a la transparencia, amenaza con judicializar a quienes les cuentan verdades y se ríe de quienes no piensan como ellos. Que sigan así. No calibran los de la zona noble que la política es transitoria, que pasado un tiempo volverán a ser ciudadanos de a pie y que la animadversión de ahora les pasará factura después. Siempre será mejor que a uno le recuerden con respeto y cariño y no como un engreído y desdeñoso. Puede que los aires de superioridad que ostentan ahora desaparezcan como el humo cuando vuelvan a pisar la cruel realidad.

En ocasiones hay resoluciones judiciales con las que no se está de acuerdo. Pero el que no se compartan no significa que no se acepten, porque no es lo mismo declararse insumiso frente a una sentencia que expresar las discrepancias. El Grupo Verde acató la sentencia, aunque no esté conforme con ella. Qué incómodo debe resultar para algunos demandar a alguien que es vecina de banco consistorial, qué bochornoso mirarla a la cara y qué pena cuando tiene una trayectoria ejemplar. Ya me conformaría si los que la inculpan con el dedo compartieran un poco su misma dignidad. Pero la nobleza de Cate no es, qué lástima, contagiosa.

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