El Ordenanza

Césped, gatos y rock and roll

El Ordenanza. Capítulo 245

Escena 1

  • ¿Pero eso quién lo va a pagar?
  • Le repito por enésima vez: es un asunto que deberán resolver el Ayuntamiento y la empresa adjudicataria, señora.
  • ¡Es que, si encima de aguantar semejante cagada, la tenemos que pagar los paisanos, vamos mal!
  • No es una cuestión de la que pueda informarle yo. Deberá esperar a que haya un comunicado oficial. Yo… más no le puedo decir.
  • ¡Encima de que nos tienen la calle hecha una mierda, no nos mantienen informados!
  • Yo…
  • ¡Esto va a ser más largo que la obra del Escorial! ¡A ver si no está terminada para fiestas!
  • ¡El otro día, iba mi amiga con su nieto y, si no llega a ser por una muchacha que la cogió del brazo, mete el pie en una zanja y se desnucan abuela y nieto!
  • Pues no sé qué decirle… ponga usted una queja formal.
  • ¿No sabes qué decirme? ¿Eso es todo? ¿Entonces para qué estás tú aquí?
  • Señora, esa pregunta es innecesaria.
  • ¡Eres otro de esos parásitos que ponen el cazo a fin de mes y se escaquean de sus obligaciones!
  • ¿Qué?
  • ¡Que eres otro de esos que ponen el cazo a fin de mes y se escaquean de sus obligaciones!
  • Señora, no creo que… No. No le voy a consentir semejante insulto. Aun así, le voy a pedir amablemente que deponga su actitud y sea tan amable de marcharse.
  • ¿Me estás echando?
  • Le invito a salir, sí.
  • ¿Cómo puedes tener la cara tan dura?
  • ¿Seguridad?
  • ¿Me estás echando?
  • ¿Sucede algo, Avelino?
  • Por favor, Sergio, ¿puedes acompañar a la señora a la salida?
  • Acompáñeme, señora.
  • ¡No me lo puedo creer! ¡Qué poca vergüenza!
  • No lo ponga más difícil, por favor.
  • ¡Os vais a acordar de esto!
  • Santiago, voy a salir un momento.
  • ¿Está bien, Avelino?
  • He estado mejor. Me vendrá bien tomar un poco de aire.

Escena 2

  • ¡Ya estoy en casa, Aurora!
  • Hola, mi vida. ¿Cómo te encuentras? ¿Qué tal el día?
  • Cansado, cariño. Yo no sé si es el calor, el estado de tensión en que se ha sumido la ciudad o no sé, pero estoy muy cansado.
  • ¿Ha pasado algo?
  • Lo esperado: la avenida principal sigue en unas obras que cada día parecen más aleatorias, la gente se molesta y con razón. Hoy hemos tenido que escuchar las quejas de muchísimos vecinos descontentos con la famosa instalación de césped artificial en los parterres de la avenida, pese a que el alcalde ya ha anunciado que se va a retirar y cambiar por vegetación ajustada a las necesidades de la población.
  • ¡Es que era de locos lo del césped artificial! ¡Y mal instalado!
  • Fue cosa de los técnicos del ayuntamiento, según tengo entendido. Es lo que he estado repitiendo a los vecinos prácticamente toda la mañana: el césped natural requiere un coste energético muy alto e imagino que esa sería la motivación de los técnicos para inclinarse a instalar el artificial, si bien es cierto que, indudablemente, hay otras alternativas que no se han tenido en cuenta y que son realizables, cariño.
  • Estamos en una ciudad pequeña y las cosas pequeñas tienen más peso del que nos pensamos, Avelino.
  • Sí y entiendo su importancia, pero lo que no entiendo es la obsesión que tienen las personas por desahogarse gritando.
  • Cada uno tiene su manera de exteriorizar su malestar, cariño.
  • ¿Y por qué no piden cita con los técnicos del ayuntamiento y les gritan a ellos?
  • Porque no los consideran cercanos. Porque vosotros estáis ahí, en primera línea de fuego.
  • Empieza a cansarme.
  • Lo sé.
  • Lo del otro día me ha dado bastante que pensar. Ya no soy joven, Aurora. Empiezo a plantearme seriamente lo de la jubilación.
  • ¡Bobadas! ¡Eres joven, mi vida!
  • Aurora, tenemos nietos…
  • Lo del otro día fue por el calor, la bajada de azúcar y de tensión…
  • Quizá, pero no me lo quito de la cabeza. No quiero acabar como Chanquete.
  • Ya es fin de semana. Podrás descansar.
  • Sí.

Escena 3

  • ¿Has metido los cuencos de Veda y Raw?
  • ¿Raw? ¿Vamos a llevarnos a Raw a la playa, Sira?
  • Sí, ¿no?
  • Pues no sé. La verdad es que no he visto nunca un gato en la playa. Además, es una playa para perretes. No me quiero imaginar la que se puede liar entre Raw y todos los perros juntos.
  • Ni yo, pero si nos lo dejamos aquí, posiblemente hallemos la casa tuneada cuando regresemos.
  • ¿Y si lo dejamos con alguien? Lo puedo llevar a casa de mi padre.
  • ¡Mew! ¿A nadie le interesa lo que yo piense?
  • Hombre, Raw. Lo que tú piensas, normalmente nos trae problemas.
  • ¿Problemas? ¿Qué problemas os voy a dar si me dejáis entre las mantitas del armario?
  • No sé, ¿Que cuando lleguemos haya pedazos de manta hasta dentro del frigorífico?
  • Por un perro que maté…
  • ¡Wof! ¿Mataste un perro, Raw? ¿Mataste un perro? ¿Mataste un perro? ¿Eh, Raw? ¿Mataste un perro?
  • ¡Madre miau! ¡Qué tontica llegas a ser, Veda!
  • Bueno, se lo llevo a mi padre y que se arreglen entre los dos, Sira.
  • ¿Te parece bien, Raw?
  • Puede ser divertido esperar a que se duerma viendo el fútbol e investigar sus arrrrmarios, mew. ¡Venga, va! ¡Trae el transportín, esclav… digo… alcalde, que voy a ordenar la casa del abuelo!
  • ¡Vale! ¡A ver si por fin podemos desconectar un poco! ¿Metes tú a veda en el coche, amor?
  • ¡Veda, vamos!
  • ¡Woof, woof!

Escena 4

  • Dime, papá.
  • ¿Hijo? ¿Me escuchas?
  • Sí, dime.
  • ¿Hijo?
  • Dime, papá.
  • ¿Estás ahí? ¡Teléfonos del demonio!
  • ¿Me oyes, papá?
  • ¡Ahora te oigo, hijo!
  • Dime.
  • Pues que no encuentro a Raw, hijo. Me he dormido viendo el fútbol y, cuando he despertado no estaba.
  • ¡Oh!
  • Lo he buscado, pero no aparece.
  • No te preocupes, papá. ¿Has mirado dentro del armario empotrado?
  • ¿Dentro del armario? No. ¿Cómo va a estar ahí?
  • Mira adentro.
  • Ahora, cuando cuelgue, lo miro.
  • Papá, es un teléfono móvil. Te lo puedes llevar donde quieras. Mira en el armario empotrado, por favor.
  • Voy.
  • De todas formas, vamos de vuelta. En media hora estamos…
  • ¡SANTO DIOS!
  • Está en el armario, ¿verdad?
  • Sí.

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