Chin-cha-melá
Perdiéndose las costumbres campestres, el ocio lo hemos convertido en negocio, olvidándonos por ejemplo de ir a y venir de Bulilla
Al amigo Andrés Leal
Dedicamos hoy este artículo al amigo Andrés Leal, siempre atento a nuestras cosas, siempre crítico mordaz con nuestras cosas. Y se lo dedicamos porque al hilo de ese magnífico videoclip Chínchamela, alegre y rumbero, grabado en Villena y en el que han participado personas muy estimadas por nosotros, nos vino a la memoria un texto viejo que le gustó, un texto de los de la columna Desde la Ocarasa, de cuando vivíamos periodísticamente hablando en Villena.net. Ya ha llovido.
Excúsesenos hoy alguna repetición, como la inmodestia de la autocita, pero la exitosa y merecida difusión del videoclip creemos que redunda en una afirmación/respuesta que glosábamos al principio de aquel escrito que titulamos, preguntándonos, "¿Venimos de Bulilla?" Corría entonces el 15 de abril de 2005 y escribíamos: "El hombre desciende del mono. Esto lo dicen los que leen rápido a Darwin. Y el mono desciende del árbol. Esto lo dicen los cachondos, imitadores en greguerías de Gómez de la Serna. Y también algunos con seriedad, que piensan que no va de coña la apostilla a Darwin porque el origen de nuestro origen estaría –según ellos y en un principio del principio– en la vida vegetal. Así, el hombre desciende del mono. Y el mono desciende del árbol. Y los de Villena... Los de Villena venimos de Bulilla".
Y es que antaño las Pascuas en Villena… ¡Inolvidables! El hato pascuero que algunos estrenaban el Domingo de Ramos. Las cuadrillas; primero la de nuestros padres y luego, creciendo, la de los amigos. Y los localicos. Y aquellos roles tradicionales que hoy, con la estricta inquisición de lo políticamente correcto, no se sostendrían. Los chicos poníamos la bebida, las chicas la merienda.
En aquel artículo ya añorábamos, como añoramos ahora, el colorido de gentes por El Regajo y por El Caracol, el motocarro de los Chambileros. Esto el Domingo de Resurrección. Y el lunes a corretear por El Grec y Las Fuentes. Y el martes a Las Cruces, algunos hasta Salvatierra y hasta la Minica los Colores. Y todos los días para aquí y para allá con el Chin-cha-melá, volando barriletes por el cielo. Barriletes llamamos o llamábamos en Villena a las cometas.
Y el domingo siguiente a Las Virtudes, a la Virgen, de comida. Y al día siguiente, celebrando san Vicente, el chocolate; y a enterrar la mona. Días felices por ser días de mucha amistad. En la Vega Baja le dicen monas a lo que en Villena decimos toñas; y monas con huevo a nuestras monas. En la Vega Baja las toñas son unas pastas exquisitas con un toque de anís y bañadas en miel. Un manjar.
En la añoranza de ayer –también de hoy– lamentábamos que perdiéndose las costumbres campestres, el ocio lo hayamos convertido en negocio olvidándonos por ejemplo de ir a y venir de Bulilla. Y finalizábamos aseverando con tristeza lo siguiente: "(…) yo no sé si pasará que no viniendo ya los de Villena de Bulilla, o acaso viniendo un día en el pasado excesivamente satisfechos con lo que nos ha sobrado –un huevo, una longaniza y un pedazo toña, a saber por la canción–, ya no vamos a ningún sitio nuestro y, por ende, si no vamos a ningún sitio nuestro, tampoco venimos entonces de ningún sitio nuestro. Que veo que parece que, de unos años acá, nos cuesta mucho hacer la digestión de nuestras cosas".
Lo dicho, perdón hoy por la inmodestia y abuso de tanta autocita. Pero es que uno ya empieza a repetir las cosas. Algunas por necesidad para que no se nos olviden. También por querer ser un poco menos globalizado. Chin-cha-melá.
«Que veo que parece que, de unos años acá, nos cuesta mucho hacer la digestión de nuestras cosas». Mateo, me parece una frase brillante. Aplicable para calificar las consecuencias de todos los que tratamos de comentar cuestiones relacionadas con nuestro querido pueblo. Qué difícil es la asumir la crítica y la autocrítica.
Gracias, AntonioSempere:
Sobre la crítica y la autocrítica, con la mili que llevamos en el vicio de escribir, creo que estamos curados.
Escribo porque escribo.
Con el afán de hacerlo lo mejor posible.
Sin ánimo de convencer, sí -si es posible- con ánimo de gustar.