Editorial

¡Cierre de pozos ya!

Parece que han pasado siglos desde que el Parlamento español aprobara el Plan Hidrológico Nacional y el entonces Presidente del Gobierno, José María Aznar, pusiera la primera piedra del trasvase del Ebro en Villena, pero en realidad no han pasado más que cuatro años, unos años en los que el vuelco electoral del 14 de marzo de 2004 supuso el principio del fin del PHN.
Desde entonces, sin dejar de escuchar y leer a unos y a otros argumentar los pros y los contras del desahuciado trasvase, nos hemos cansado de oír ataques a las posturas contrarias –desde el “es inviable medioambientalmente” del PSOE hasta la “vergonzosa cesión del Gobierno ante los nacionalistas catalanes” del PP–, así como promesas de todo tipo y condición –“el Programa AGUA garantiza más agua, antes y más barata”, por ejemplo, o “cuando volvamos al gobierno lo primero que haremos será poner de nuevo en marcha el trasvase”.

Quienes nos hemos involucrado en esta cuestión, tomando partido y defendiendo una postura, hemos ido haciendo nuestros todos y cada uno de los argumentos desplegados durante los últimos años al respecto, intentado rebatir afirmaciones como las de José María Marugán –que decía que el agua del Ebro no era válida para el riego– y defendido por activa y por pasiva una toma del Júcar-Vinalopó que garantizara una solución para el negro futuro de los acuíferos de nuestra comarca, nos encontramos ahora huérfanos, abandonados a nuestra suerte en medio de una lucha de poder que nada tiene que ver con las necesidades hídricas de España.

PP contra PSOE, Aragón y Cataluña (aquí ambos partidos van de la mano) contra Valencia, Murcia y Almería, la solidaridad entre regiones contra el aldeanismo de unos partidos nacionalistas incapaces de mirar más allá de su ombligo… todo ello aderezado por una contienda electoral inminente que para los grandes partidos no es más que una partida de ajedrez en busca de los votos más deseados, como los de Teruel, incomprensible pero realmente valiosos a la hora de sumar el total de escaños.

Poco importa lo que puedan decir o hacer personas como Celia Lledó o Andrés Martínez en estos momentos. Los intereses son demasiado importantes en una liga que se juega en una “división” superior a la nuestra, pero quizá haya llegado el momento de levantarse y decir basta, porque no es de recibo que mientras unos y otros resultan incapaces de ponerse de acuerdo y encontrar una solución, las entrañas de Villena se desangran llevándose con ellas el futuro de nuestra tierra y el de nuestros hijos.

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