Escena 1
- ¡No te imaginas la sorpresa que te traigo! Aurora, te presento a Celeste Caeiro.
- ¡Oh! Encantada, Celeste. Pase y siéntese, por favor.
- Prazer em conhecê-la.
- Celeste fue una figura fundamental en el fin de la dictadura Salazarista de Portugal en 1974, justo hace cincuenta años hoy.
- ¡Es todo un honor tenerla en nuestra casa!
- Poneos cómodas en el salón, que voy a preparar café y pastas.
- Gracias, Avelino.
Escena 2
- Espero que você sepa perdonar meu péssimo espanhol. Mi madre era galega e lo he falado desde ninha, pero a minha idade, às vezes não me acuerdo de certas coisas.
- No se preocupe, Celeste. Las palabras están diseñadas para entendernos. Además, existen tecnologías que filtrarán y traducirán nuestra conversación.
- ¡Ya estoy aquí! ¿Le sirvo café, Celeste?
- Com três açúcares, por favor.
Escena 3
- La noche del 24 al 25 de abril estaba en mi casa, en el barrio de Chiado. Cuando sonó la canción "Grândola, Vila Morena", en Radio Renascença, a las doce y veinticinco, estaba dormida. Trabajaba en un restaurante, el Sir, que había abierto el año anterior y, para celebrar el primer aniversario, iban a regalar a los clientes claveles para las mujeres y vino de Oporto para los hombres. Cuando llegamos al trabajo, encontramos el restaurante cerrado y nos mandaron a casa. También repartieron los claveles entre los trabajadores. Así, con los claveles bajo el brazo, e dirigi al metro de Plaza de Rossío y, luego, caminé hacia Chiado. En el camino me sorprendieron unos tanques en medio de la calle. Le pregunté a un soldado, que estaba encima de uno, qué estaba pasando y me respondió: «Vamos a El Carmo a arrestar a Marcelo Caetano. ¡Es la Revolución! ¿Tienes un cigarrillo?". «No lo tengo, lo siento – respondí – pero puedo darte lo único que sí tengo. Toma esto, un clavel se ofrece a cualquiera». Ese joven soldado colocó la flor en el cañón de su rifle y me sonrió. Por primera vez, tras 48 años de dictadura, Portugal era libre y yo también me sentí libre. Libre y feliz. Feliz dando claveles a todos los soldados hasta llegar a la Basílica de Nuestra Señora de los Mártires. Hoy se cumplen cincuenta años de aquello, de esa sonrisa que cambió la vida de tantas personas, incluida la mía.
- Gracias, Celeste. Usted también ha cambiado la nuestra.
Escena 4
El gesto de Celeste de los Claveles, como es conocida, no solo simbolizó el fin de una dictadura opresora y el triunfo de una revolución sin baños de sangre: también puso imagen a las independencias de las colonias portuguesas en África, como la Angoleña o la Mozambiqueña y, por añadidura, sirvió de aviso a los dirigentes franquistas españoles, que pusieron sus barbas a remojar (aunque los españoles de aquel entonces –como los de hoy en día– no tuvieron las agallas necesarias para derrocar al opresor y a su régimen).
Ahora, a los 90 años y después de haber perdido todas sus pertenencias en el terrible incendio en Chiado de agosto de 1988, Celeste sobrevive en una pequeña casita aledaña a la Avenida da Libertade, gracias a una pensión de 370 euros al mes.
La poetisa Rosa Guerreiro Días, en 1999, le compuso este poema:
CELESTE EM FLOR
Tu foste de palmo e meio
De voz doce e olhar brilhante.
Falas hoje sem receio
Desse momento importante.
Foste o vaso, foste a terra
Onde o craveiro aflorou.
E assim amainaste a guerra,
A guerra que não sangrou.
Com um molho de cravos na mão
Andaste p’la Baixa à toa
Sem saber da revolução
Que se passava em Lisboa.
À Rua do Carmo chegaste,
Viste soldados armados.
Mas tu não te atrapalhaste
Deste Cravos Encarnados.
Deste um cravo a cada mão
Mais nada tinhas p’ra dar
E o tropa com emoção
Na espingarda o foi espetar.
Com este gesto, mulher
Trouxeste ao país Glória.
Não és uma mulher qualquer
Nem qualquer uma entra p’rá História.
És somente portuguesa
Uma mulher em tantas mil
Mas irás ser com certeza
Mulher dos cravos de Abril.
CELESTE EN FLOR
Tenías una pulgada y media
Con una voz dulce y ojos brillantes.
Hablas hoy sin miedo
De este importante momento.
Eras el recipiente, eras la tierra.
Donde surgió el clavel.
Y así aliviaste la guerra,
La guerra que no sangró.
Con un manojo de claveles en la mano
Caminaste por la Baixa para nada
Sin saber de la revolución
Que tuvo lugar en Lisboa.
Llegaste a la Rua do Carmo,
Viste soldados armados.
Pero no te interpusiste en el camino
De estos claveles rojos.
Le diste un clavel a cada mano
No tenías nada más para dar
Y las tropas con emoción
Fueron apuñalando sus armas.
Con este gesto, mujer
Trajiste gloria al país.
no eres una mujer cualquiera
No cualquiera pasa a la Historia.
Eres solo portuguesa
Una mujer entre tantos miles
Pero definitivamente lo estarás
Mujer clavel de abril.
Dedicado a todos los valientes que, en estos tiempos de individualismo, todavía levantan la voz y las flores.