Escena 1
Ahora que ya hace más de un mes que estamos en navidad, aunque falten dos semanas para empezarlas, nuestros personajes se enfrentan a las temidas listas del año (a saber: las de gente ilustre más o menos valorada, las del Rockdelux, las de la cena de empresa, las de la compra, … ); a los premios, galardones, reconocimientos y homenajes; a los escándalos como la fiesta Megaverso de la UE; a los noticiones como el análisis de sangre que descubre el alzheimer antes de que se tengan pérdidas de memoria; al encendido navideño y todos los rollos que nos rodean en diciembre, que uno no sabe si vestirse de calle, de frac o de pastorcillo. No quiero imaginar lo que debe estar pasando Manolo el del bombo.
A decir verdad, el ambiente que rodea al último mes del año es denso y, creo que la gente tiene ganas de que lleguen las fiestas para que pasen cuanto antes. Para postres, ha muerto Kristie Alley (mis sinceras condolencias a la familia).
¡Oh! ¡Qué cabeza la mía! ¡Creo que no me he presentado! Mi nombre es Grinch. Sí, sí, el duendecillo verde, gruñoncete y mu bien plantao que robó el mercantilismo de la Navidad por obra y gracia de mi autor, el Dr Seuss. Quizá ahora aprecien mi perfecto dominio en el empleo de las trisílabas.
Y ustedes pensarán «¿Qué carajo? ¿El Grinch no era en Navidad?», con lo cual, me darán a entender que no han leído el principio de la escena o, si lo han hecho, son conscientes de lo que llevamos sumergidos en espumillón, árboles, belenes, anuncios de quererse mucho por poca pasta y esas pamplinas que decimos que no nos gustan. Lo quieran ustedes o no, estamos en Navidad desde Halloween. Fíjense lo perturbador que puede llegar a ser todo esto, que Jack Skeleton lleva siete años de baja por depresión y a Mr. Scrooge se le han aparecido setenta y dos fantasmas ya, que está el pobre que con un hilo lo ahogan. ¡Ahora! ¡El Santa Klaus está encantao de la vida, el muy esquirol!
El caso es que, el Sindicato de Personajes Lúdico-Festivos, el SPLUFE, ha acordado en asamblea extraordinaria - con la sola abstención del Conejito de Pascua (yo creo que por rencor, ya que su fiesta no tiene fecha fija) y el voto en contra de Santa, claro - atajar el problema de raíz, antes de que la cosa vaya a mayores, que si seguimos así, el Niñito Jesús va a nacer gateando.
Por eso estoy aquí, para que todo vuelva a su cauce.
Escena 2
- Buenos días, Avelino.
- Buenos días, señor… ¿Grinch?
- ¿Le sorprende verme por aquí?
- En cierta manera no, la verdad. ¿En qué puedo ayudarle?
- Venía a hacer unas cuántas visitas… ¿sabe dónde puedo encontrar a la señorita Susana Villar?
- Seguramente, tenga usted que trasladarse a la sede de su partido, dado que hubo un problema en sus dependencias y… está cerca de aquí: según sube usted por la plaza, se la encuentra de frente.
- Es usted muy amable, gracias.
- A usted.
Escena 3
- Buenos días, Susana.
- Buenos ¿quéeeeeeeeeeeeeeeeeee?
- Días. Perdone. Controlo mejor la pronunciación de las palabras trisílabas que las monosílabas en español.
- Sí, eso lo he entendido Pe… pero eres el… ¿Grinch?
- ¡Oh! Abrumada por una visita de tanta importancia, veo…
- No creas: el otro día vino Rajoy.
- Ya…
- Sip…
- ¿Te puedo hacer una preguntita?
- Sí, claro.
- ¿Qué crees que te va a regalar Santiago por Navidad?
- ¡Oh! ¡Si ya lo sé! Lo mismo que yo a él: nos vamos a hacer un tatoo juntos. ¡Medio símbolo de la eternidad con medio ying-yang cada uno!
- ¡Oh! ¿Lo habéis escogido entre los dos?
- Sí… bueno… lo elegí yo, pero él estaba encantado con la idea.
- Ya veo. Y… ¿dices que tú le vas a regalar lo mismo?
- ¡Sí!
- Entonces… ¿vais a pagar a medias?
- No: yo pago el suyo y él el mío.
- Que son iguales…
- Sí.
- ¿Y esperas que te de alguna otra sorpresa por Navidad?
Escena 4
- ¡Santiago!
- ¡Hostia! ¡El Grinch!
- Sí. Escucha, que he estado hablando con Susana y me ha dicho lo del tatoo. ¡Qué guay!
- ¡Sí! Tuvo una idea genial.
- Ya… aunque…
- ¿Aunque qué?
- Nada, nada. Ya lleváis casi un año saliendo y…
- ¿Y?
- Nada, nada. Lo he visto otras veces… se empieza por elegirte un tatoo y se termina eligiéndote la ropa interior… o peor… ¡eligiendo el color del coche!
- ¡Qué va! Susana no es así.
- Seguramente no pero… (ha elegido el tatoo)…
- ¿Y?
- Nada, nada, que un tatuaje es para siempre, como los diamantes. Por cierto, ¿le comprarás algo por Navidad aparte del tatoo?
- ¿Te ha dicho que quiere un diamante?
- No, no…
- ¡Grinch, habla claro, que tengo la picha hecha un lío!
- Tranquilo. Piensa que un tatuaje es para siempre.
- Sí.
- …
- …
- ¿Has pensado en qué pasa si rompéis?
- ¿Cómo?
- Si, por uno de esos giros de la vida, rompéis, llevarás en tu antebrazo un tatuaje que te hiciste con ella.
- ¡El dibujo está muy guapo!
- Sí, pero lo eligió ella…
- Siempre puedo taparlo o borrarlo…
- … ya… eso es una pasta pero…
- …
- Feliz Navidad, Santi.
Escena 5
- Buenos días, señor alcalde. Sí, puede ahorrarse la sorpresa: soy el Grinch.
- Bue… buenos días. ¿Le puedo ayudar en algo?
- Técnicamente no: usted es como yo pero en humano. No conozco a nadie que se queje tanto porque haya una fiesta.
- Bueno…
- Si son las Fiestas del Medievo, porque la gente está… ¿cómo dice? … flipada con la Edad Media sin tener ni idea; si son las de septiembre, porque no son populares; si son las Navidades, porque el consumismo ha vencido al calor del hogar… ¡Usted es yo!
- Un poco grinch sí que soy, aunque guardo recuerdos muy buenos de la Navidad.
- ¡Oh! ¡Recuerdos! Y… ¿a día de hoy?
- …
- ¿Puedo hacerle una preguntita, señor alcalde?
- …
- ¿Qué tal espera que sean las primeras Navidades sin ella?
- Eso ha sido innecesariamente cruel.
- ¿Qué esperas? ¡Soy el Grinch!
- Que seas el Grinch no te da potestad para pasarte un pelo.
- ¡Potestad! ¡Bonita palabra! En el fondo veo que ya hay quien tiene potestad para mover tu esfera de cristal.
- ¡Dime lo que vengas a decirme y pírate de aquí!
- Nada, nada. Estás lo suficientemente amargado. ¡Espero que pases feliz Navidad!