El Ordenanza

Cómo el Grinch restableció la Navidad (segunda parte)

El Ordenanza. Capítulo 174

Escena 1

  • A ver, que yo me entere: ¿me estás diciendo que hay un duende anti-navideño en nuestra ciudad intentando que todo el mundo esté receloso y avinagrado?
  • ¡Como te lo cuento, Juanjo! ¡No veas la que me ha montado Gabriela porque el bicho ese le dijo que, si íbamos a cenar en Nochebuena a casa de mi madre, es porque estoy enmadrao!
  • ¡Joer!
  • Y, lo peor es que, cuando le he tenido que decir a mi madre que no íbamos, me ha dicho que ya le había advertido el Grinch que iba a pasar, porque soy un calzonazos.
  • Hombre, Andrés, en ambas cosas tiene razón…
  • ¿A que te meto un anacardo?
  • ¿A que no?
  • ¡Te libras porque estamos en adviento!
  • ¡Bah! ¡Ya sabía yo que no le metías!
  • ¡Ostras! ¡El Grinch!
  • ¡A ti tenía ganas de pillarte yo, mono boca-chancla!
  • ¡Huy! ¡Mono boca-chancla! ¡Qué insulto más hiriente!
  • ¿A ti qué te pasa, que vas por ahí sembrando discordia entre las personas?
  • ¿Discordia? Solo he dicho cuatro verdades como puños.
  • ¡Puños te voy a dar yo a ti!
  • Reconoce, Andrés, que contigo lo ha clavao.
  • ¿Lo ves?
  • ¿Estás a su favor?
  • Lo está, lo está…
  • Lo est… digo… no, hombre, pero estar fino lo ha estao.
  • ¡No me esperaba eso de ti, Juan José! ¡Hemos acabado!
  • ¿Quéeeeeeeee?
  • ¡Que ya no soporto más que te creas siempre más que yo!
  • Andrés, no te enfades… amigo.
  • ¡Amigo mis cojones!
  • ¡Bonita palabra trisílaba!
  • ¡Tú te callas! ¡Mpppppffffff! ¡Me voy!
  • ¡Andrés!
  • ¡Que os zurzan con hilo verde!
  • ¡Andrés, espera! ¡Andrés!

Escena 2

  • Aquí essssstamosssss eeeh una semana mássss a pie de calle para eeeeh saberrr qué opina la gennnte de a eh pie, la gennnnnte de la calle sobre lossss eeeeeh asunnnntos de la mássss eeeeh rrrrrigurosa eeeeeeeh accctualidaddd. Para ello, eeeeeeh hemos trasladadddo las cámarasss de eeeeeeh Commmmarcalia televisiónnnn, al trrrradicional eeeeeh merrrcadillo de lossss eeeeh juevesssss.
  • ¡Cómo no!
  • Porrrrrrque nos imporrta lo que ustedddd piennnnsa.
  • ¿Hablas de usted por la edad media de tus entrevistados o por la de tus telespectadores?
  • ¡Oiga! ¿Qué… ¡¿¡¿Quéeeeeeeeee?!?!
  • ¿Qué pasa? ¿No has visto la pelicula «El Grinch» o qué?
  • Sí, la de Jimmmmm Carrrrey.
  • Digamos que, de momento, me vale.
  • ¡Señoressss eeeeeh telespectadores de Comarcalia Televisiónnnn, estánnnn ustedessss presennnciannndo unnnn eeeeeeeeeeeh momennnto histórico!
  • ¿Por primera vez pasa algo interesante en todos vuestros años de emisión?
  • Nnnno, hommmmbrecillo: porrrrr primerísima vezzzzz eeeeh lassss cámarasssss de unnna televisiónnnnn eeeeeh local recogennnn lassss eeeeeeh declaracionnnnessss de unnnnn eeeeeeeh perrrrrsonaje, no humano, eeeeeeh del imaginario navidddeño. ¡Y he sido yo! ¡Yo! ¡Chúpate eeeeeh essa, Jesús Herrrrmida!
  • ¡Madre mía! ¡Qué capacidad tienes para quitarle toda la emoción a cualquier noticia!
  • ¡Jajajajajaja! ¡Síiiiiiiiiiiiiii! ¡Me otorrrrrgannn el prrrremmmio Pulitzerrrr seguro!
  • ¿Pero dónde vas, insensato? ¡Que tienes aquí al personal esperando ser entrevistados!
  • ¿Dónnnnnde? ¡A Hollywoodddd! ¡He grabado al Grinnnnch! ¡He eeeeeeeh grabado al Grinnnnch! ¡Ya puedo verrr mi cara ennnn eeeeeeeh todassss lassss porrrrtadassss de noticiariosssss y revisssstassssss!
  • ¡Pero tío! ¡Que los abuelicos han venido para salir en la tele!
  • ¡Me immmmmporta trrrressss eeeeh pitosssss y unnnn cannndil!
  • ¡Qué contrariedad!
  • ¿Y ahora qué hacemos?
  • No sé… ¿nos vamos a ver las obras de la calle ancha?
  • No se gasten ustedes: esas obras no avanzan como debieran.
  • ¡Eso es porque tenemos un alcalde rojo!
  • ¡Eso, eso! ¡Feliz Navidad, voz del pueblo!

Escena 3

  • Roque, tenemos que hablar.
  • ¿Ahora? ¡Que mi madre me ha preparao un bocata de morcilla de cebolla que no veas!
  • ¡Roque, por Dios! ¡Que es de una cosa muy seria!
  • ¿Y el bocata no?
  • Roque, me ha llegado cierta información que…
  • ¡Date prisa, Most, que se enfría!
  • ¿Crees que Él y el M. Rajoy de los papeles de Bárcenas son, en realidad, la misma persona?
  • Dime.
  • No sé, Most. Puede ser Manuel Rajoy, Miguel Rajoy, Maurice Rajoy, Miranda Rajoy…
  • O Mariano.
  • ¿Estás poniendo en duda la honradez política del ex-presidente?
  • ¿Qué te está pasando, Most? ¿Crees que yo idolatraría a alguien que tuviera algo que ver con cualquier asunto turbio?
  • Bueno… ¿Nuria Moltó?
  • ¿De dónde te has sacado esas ideas?
  • ¡Se dice el pecado, pero no el pecador!
  • Mosti, Él es… una persona… maravillosa.
  • Sí, pero…
  • Tú lo conociste, Most.
  • Ya, Roque. No debería pensar esas cosas, pero entiende que, como superhéroe que soy, no soporto el más mínimo atisbo de ilegalidad.
  • ¡No digas tonterías! ¿Crees que, con esos ojillos vivos, esa barbaza de hombre sabio y esa sonrisa de benefactor puede haber tenido algo que ver con asuntos turbios?
  • No sé…
  • Anda, no le des más vueltas y vete a la Mostocueva, que para ser mi alter ego, te pones muy pesao a veces.
  • Jo.
  • ¡Y que no se te ocurra desconfiar de Él de nuevo!
  • Y ahora me voy a cenar, que el bocata debe estar ya más duro que los Panes Santos.
  • Tra… tranquilo, Roque… no volveré a desconfiar…
  • ¿Recuerdas lo que te dijo de los Reyes Magos? Yo, de ti, no confiaría demasiado en Roque, Most.
  • Ya…
  • Feliz Navidad, Mostoboy.

Escena 4

  • Buenos días, Avelino.
  • Buenos días, señor Grinch. ¿De nuevo por aquí?
  • Sí. Ya ve, completando mis visitas. Por cierto, ¿sabe si Marta Jiménez se encuentra en su despacho?
  • Deberá usted ir a las dependencias municipales de la calle del Ajo y preguntar por ella en Juventud e Infancia.
  • Mil gracias, Avelino.
  • No hay de qué, señor Grinch.

Escena 5

  • Igual debería haber ido a hablar del asunto con la concejala de Educación o la de Eficiencia energética, que parecen estar más preparadas, dado el empaque del problema…
  • No, no. Es una realidad que afecta a los jóvenes de la ciudad. Creo que, con el coste del despliegue de adornos y parafernalia navideña, se podría haber echado una mano al Instituto para que pongan la calefacción y no pasen frío, aunque todos los recursos son pocos a la hora de salvaguardar la magia que envuelve la Navidad. No deben pasar frío, no. ¡Deben soñaaaaaaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrr! Merecen calor… y villancicos al pie de nuestros árboles sintéticooooooooosssssss…
  • (¡Madre mía! ¡Cómo tiene las hormonas esta señora! ¡Liarla ha sido más fácil de lo que imaginaba!).

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