Apaga y vámonos

Cómo no volver a tropezar con la misma piedra

Partiendo de la base de que es muy fácil ver los toros desde la barrera, lo cierto es que las decisiones tomadas por el equipo de gobierno ante la ola de frío y nieve acontecida hace unos días no han sido, vistas con perspectiva, todo lo acertadas que deberían haber sido.
Antes de valorar dichas decisiones he repasado lo que se hizo en casos anteriores, lo cual no deja en muy bien lugar a nuestro equipo, pues en el pasado, por ejemplo ante un episodio de fuertes vientos acaecido en 2015, bastó que la Generalitat decretara la situación de “preemergencia” para que el alcalde, Francisco Javier Esquembre, firmara con suficiente antelación el decreto de suspensión de las clases. En esta ocasión, sin embargo, pese a la existencia de un estado de “emergencia”, el constante machaqueo previo sobre la intensidad del temporal por parte de todos los medios de comunicación nacionales y autonómicos y el hecho de que todas las localidades de nuestro entorno anunciaran la suspensión de las clases, dicha decisión se retrasó en Villena hasta que fue demasiado tarde, con los alumnos de Secundaria ya en los institutos y los de Primaria en la puerta de los colegios.

Y tras el error de permitir que los alumnos fueran a los colegios –con el riesgo que ello suponía, especialmente para aquellos que, por ejemplo, fueron transportados en autobús desde Las Virtudes, o para el propio profesorado que vive fuera, muchos de los cuales quedaron atrapados durante horas en las carreteras a la hora de volver a sus casas–, y el intento de trasladar a las direcciones de los centros una decisión que no era más que del propio ayuntamiento, llegó un segundo error: hacer salir a los alumnos que ya estaban en los colegios, donde podían haber pasado tranquilamente la jornada repasando, adelantando deberes o jugando, generándose así nuevo un problema de riesgo circulatorio, por no hablar de aquellas familias trabajadoras y sin abuelos a mano a las que, de improviso, se les planteó el problema de dónde dejar a sus niños.

Afortunadamente no hubo ningún suceso grave que lamentar, y es de justicia quitarse el sombrero ante el trabajazo que hicieron a lo largo de todo el día tanto brigadas municipales como empresa de limpieza y servicios policiales y de emergencia, por lo que más allá de la anécdota, lo que toca ahora es aprender la lección e intentar que no vuelva a suceder algo así. Y dado que las predicciones meteorológicas son cada día más fiables y acertadas, yo veo muy sencilla la cosa: según las autoridades superiores decreten estados de preemergencia o emergencia, suspensión al canto por parte del ayuntamiento. Y si luego no se cumple la predicción, las reclamaciones al maestro armero, a la Generalitat o al Meteosat, que para eso son quienes saben, quienes mandan y quienes cobran por ello.

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