Escena 1
- Buenas noches, Fidel.
- Buenas noches, pareja.
- Tenemos una reserva para dos personas.
- ¿A tu nombre o al de Aurora?
- De Avelino.
- A ver… ¡perfecto! Acompañadme.
- ¿No es necesario enseñarte el pasaporte Covid?
- Ya no. Cada vez estoy más convencido de que esto ha sido una tomadura de pelo para limpiar la era.
- Hombre, es evidente que ha habido casos reales…
- ¡Y demasiados palos de ciego, amigo! ¿Sabes la de pasta que se habrán gastado en el rollo ese de las vacunas y los pasaportes? ¡Total, para tres o cuatro meses!
- No sé, Fidel…
- ¡Al final va a tener razón el Bosé!
- Sinceramente, espero que no.
- Bueno, ¿qué os apetece cenar?
Escena 2
- Entiendo el desconcierto de la gente, la verdad.
- Estas idas y venidas dan lugar a teorías de toda índole.
- Sí. Las pseudociencias y las teorías conspirativas tienen un magnetismo especial… y más en tiempos de crisis.
- Buen caldo de cultivo es nuestro país, entonces…
- Sí. La transformación del 15M en un partido piramidal, ha influido mucho en que los jóvenes busquen nuevas fuentes de confianza, sin filtro. Es preocupante, porque esto supone una polarización. Los “ultras”, que son los más propensos a creer en estas cosas, se ven apoyados por la desilusión, el populismo, las redes sociales e internet. Los algoritmos de los buscadores y de las redes se aseguran de que los resultados de nuestras búsquedas y muros muestren contenidos que confirmen lo que ya creemos, con lo cual, el índice de mentalidad conspirativa, ha tenido un inmenso repunte en el siglo XXI.
- Veo que has leído un poco sobre el tema, cariño. Me encanta que nuestras conversaciones sean tan instructivas.
- Gracias, Avelino. Me he informado un poco, sí. Ya no se habla de si Lady Di está o no viva, ni de si George W. Bush es reptiliano y responsable directo del acento texano de José María Aznar. Ni siquiera si el hombre no llegó a la Luna o si nos fumigan mediante las estelas de condensación de los aviones, para que los gobiernos tengan un control total sobre la climatología o puedan diezmar a la población mediante estos “chemtrails”. El verdadero problema es que, la democratización que suponen las redes sociales e internet, es un amplificador en el que, el pensamiento ortodoxo y el heterodoxo son igual de accesibles y están colocados al mismo nivel.
- No pinta bien, entonces.
- No, desde luego.
- Me lo temía.
- Imagina la repercusión que puede tener que se extienda hoy la “noticia”, de 1986, de que el sida se cultivó en Fort Detrick para exterminar a los homosexuales y a otros segmentos indeseados de la sociedad. Seguramente, se culpabilizaría a los masones, que nos gobiernan en secreto y que no se distinguen de cualquier ciudadano de a pie. Incluso puede que se divulgue que, estos masones, quieren acabar con la homosexualidad para encubrir su propia homosexualidad y, así, el bulo crecería exponencialmente, por la tendencia humana de magnificar y enjuiciar todo. La conspiración se convertiría en caza, incluyendo a los judíos, a los gitanos, a los comunistas, a los rubios, a los que tuvieran granos…
- Todos estaríamos bajo sospecha.
- Además, el apoyo de personajes famosos a estas teorías, no beneficia en nada a la hora de distinguir entre verdad o bulo. Las pseudociencias han reemplazado a la religión porque cumplen las mismas funciones que ella.
- Quizá, por eso, religión y conspiración hacen tan buenas migas, ¿no?
- Efectivamente. Según Samuel Morse, inventor del telégrafo, los monarcas europeos del siglo XIX y el Papa, conspiraban para acabar con la democracia en Estados Unidos.
- ¿Morse fue el Miguel Bosé del siglo XIX?
- En el aspecto conspiranoico, parece ser que sí. En lo demás…
- Perdona el chiste fácil, Aurora. Espero que no te moleste.
- Tranquilo, cariño, no creo que Morse se entere.
- Y, ¿qué crees que puede frenar la expansión de este tipo de teorías?
- La educación, desde luego, aunque no lo tiene fácil.
- Telecinco está haciendo mucho daño, Aurora.
- El requisito para una sociedad justa y sana es tener individuos racionales con pensamiento crítico, ¿verdad?
- Por supuesto.
- Las personas necesitan una ciencia sólida, que les enseñe a distinguir entre timos, bulos y conspiranoias, sí, pero sobre todo necesita que esa ciencia deje de tratarlos como imbéciles, porque no lo son. Solo tienen distintas condiciones sociales y diferente acceso a los niveles formativos. Es aquí donde falla la Ciencia: la mayor parte de la divulgación científica no aporta nada a la distinción entre ciencia y pseudociencia. Por un lado, se limita a entretener más que a informar. Por otro, se desgasta demasiado en intentar legitimar y mantener su status quo, lo cual le hace buscar constantes enfrentamientos con terraplanistas y homeópatas.
- Si quieres que tu equipo parezca bueno, haz que se enfrente a rivales débiles, ¿no?
- ¡Exacto! Si, según promulgan, la Ciencia es una actividad dinámica y las metodologías científicas cambian según la época y el campo de estudio, el método científico universal, el cual invocan como criterio de distinción, simplemente no existe.
- ¿Cómo?
- Que, según la Filosofía de la Ciencia, no existe un criterio universal que nos permita distinguir entre Ciencia y Pseudociencia, Avelino. La Ciencia debería comprender qué lleva a las personas a creer en este tipo de construcciones teóricas no científicas, cosa que sería mucho más noble que el “talibanismo” de polarizar lo que debe o no creerse y, de paso, beneficiarse de ello lucrándose, consiguiendo poder o, en la mayoría de casos, buscando un minuto de fama. Es la conspiranoia contra la anticonspiranoia que, al fin y al cabo, es una lucha entre personas.
- …
- Solo mediante la educación se abrirán las puertas de la sabiduría, que permanecerán cerradas si la Ciencia acaba convirtiéndose en un producto de marketing.
- …
- Por cierto, ¿cómo está tu pescado, Avelino?
- Riquísimo, Aurora.
- El rape no absorbe demasiados metales pesados…
- ¡… !
- ¡Es broma, cariño! Bon apetit!