Escena 1
- La cuarta ola de calor del verano me está dejando exhausta.
- Igual deberías ir a depilarte, Gabriela.
- ¿Qué?
- ¡No te lo tomes a mal, querida, pero con lo de…
- ¿Con lo de qué?
- … ya sabes…
- ¿Qué sé?
- … lo de la luna llena y eso…
- ¿Lo de qué?
- ¡Ay! ¡Pónmelo fácil!
- Explícate mejor.
- A ver… lo de la (licantropía).
- ¿Qué tiene que ver la gimnasia con la magnesia?
- Por el pelo y eso… cariño…
- ¡Eres muy bruto, Andrés!
- Amor, yo solo digo que el vello da calor y, siendo medio loba…
- ¡Vaya! ¿Y por qué no me llevas a una peluquería canina?
- No te enfades, bizcochita. Solo digo que el pelo te debe dar calor y…
- ¿Y?
- Que, por ir a la esteticién y pegarte una peladica, no vas a traicionar al movimiento Get hairy, amor.
- ¡Eres muy bruto, Andrés!
- ¡No te lo tomes a mal, cariño, por favor!
- Vamos por partes: según la RAE, el término correcto para denominar a las personas que se dedican profesionalmente al embellecimiento del cuerpo es esteticista, no esteticién…
- … bueno, es el término más usado, ¿no?
- Y el más hortera.
- ¡Bueno, bueno! Queda mejor decir «váter» que decir «retrete».
- El castellano es un idioma que se enriquece de muchas fuentes, incluso de las más estúpidas.
- Lo del «hieling» es para pensar si vamos en la dirección correcta, sí.
- Por otro lado, cuchi-cuchi, lo de mi vello corporal es inherente a mi condición de licántropa: por mucho que me depile, me crece el pelo más rápido que la barba a Homer Simpson.
- A mí me gustas así, natural.
- Y tú a mí, osito de peluche.
Escena 2
- ¡Noun! ¡Acho, arcarde! ¿Qué marcha me llevah?
- ¿Perdón?
- ¡Na, que t’hah arretrasao máh de la cuenta! Andábamoh ya arrematando el armuerzo.
- ¿Por qué habláis así, chicos?
- ¿Cómo que por qué hablamoh asín? ¿Cómo ehtamoh hablando?
- No sé… raruno.
- ¿Raruno?
- Sí, Juanjo… como exagerando el acento… ya sabes…
- ¡Acho! ¿Qué’htah dijiendo?
- Que habláis un poco como en un anuncio de Cruzcampo.
- ¡Pero vamoh a ver, zagal! ¿No sabeh en qué fecha ehtamoh?
- ¿Qué tiene que ver el acento con la fecha?
- ¡Tó! ¡Ehtamos en la úrtima semana de agohto, nene!
- ¿Y?
- Pueh que dihla dos añoh de pandemia, el pessonal tié mucha gana de fiehtah.
- Perdona, creo que me he perdido de nuevo.
- ¡Acho, arcarde! ¡Paeceh tontico! En ehtah fechah, habemoh de hablah con er acento del pueblo.
- ¿Por qué?
- Porque son nuehtrah cohtumbreh.
- ¿Las costumbres de quien?
- ¡Acho! ¿De quién pijorra va a sel? ¡De lor paisanoh der pueblo!
- ¡Dobéh, arcarde, no te enterah de ná!
- Pero… ¡esto es una estupidez en toda regla!
- ¿M’ehtah llamando ehtúpido? ¡Si te meto un sopapo te doblo!
- A ver, amiguitos…
- Amiguicoh, mejor.
- Vale… amiguicos.
- Amiguicoh.
- Amiguicoh. ¿Te vale así?
- Sí.
- Perfecto. ¿Me estáis queriendo decir que, solo por que estamos en la última semana de agosto, cambiáis vuestra forma de hablar?
- ¡Noun! ¡Claro!
- ¡No salgo de mi asombro!
- Agora, tiéh que hablar como manda el calendario fehtero, arcarde. Te ví a poner un ehemplo: er seih de febrero, pués desayunar unah tohtáh con aceite, ¿no?
- Sí.
- Pueh la úrtima semana d’agohto no desayunah: armuerzas unoh huevecicoh fritoh con longanicicah, pataticah a montón y pimienticoh verdeh.
- Y vino…
- No, no: ¡y Gachamiguero!
- … entiendo…
- ¡Pa ser un buen arcarde tiéh que saber lah cohtumbreh del pueblo, hombre!
- Ya veo. Y… ¿dura mucho esta metamorfosis lingüística?
- Máh o menoh, dihla mediao setiembre.
- Y… ¿aquí cuándo es la fecha en que la gente se comporta de un modo natural?
Escena 3
- Presentaciones de madrinas, fiestas en La Cábila, presentación del libro de fiestas, pasodobles, abrazos, la Noche de los Cabos, el Pasacalles, la fiesta MQR, … creo que empiezo a estar muy saturado, Sira.
- Tranquilo, cariño. En quince días todo volverá a la normalidad.
- Eso también me inquieta.
Escena 4
- ¿Qué hacemos entonces, Avelino?
- No lo sé, cariño. Que tu madre se vaya a pasar las fiestas a la playa, nos absuelve de tener que llevarla a la Romería.
- Cierto.
- Y, tras el parón de la pandemia, es normal que la gente no quiera perderse ni una, masificando el camino del Santuario…
- No quieres ir, ¿verdad?
- No me apetece mucho. Creo que… este año… no estoy para muchas fiestas.
- ¿Nos quedamos aquí?
- Lo agradecería: en la ciudad, el aire se está volviendo irrespirable.
- El final del verano siempre es cansino.
- Los ánimos están muy alterados.
- Parece que vayan a ser las últimas fiestas de la historia.
- ¿Sabes, Aurora? Creo que este año no voy a salir de moro.
- ¿Cómo?
- No quiero sentirme extraño dentro de un aluvión de selfies, amistades eternas, emociones contenidas y tatuajes de Frida Kahlo.
- … no me habías dicho nada…
- Llevo dándole vueltas mucho tiempo y… creo que es la mejor opción. No quiero zambullirme en algo que es, cada vez, más superficial. La nueva normalidad no es mejor que la antigua.
- Todo pasará, Avelino.
- Eso espero, mi vida.