Escena 1
- Segúnnn declaraciones del portavoz de la oposiciónnnn, Roque Acevedo, losss ehhh documennnntos del Arrrrrrchivo Municipal se hannnn trasladado al ehhhhh Arrrrrchivo Provincial por ehhhh la incapacidadddd del equipo de gobierrrrrrrno para alquilarrr un innnnmueble en nuestra ciudad que albergue, losssss ehhhh documennnnntos del Arrrrchivo Municipal y así, ehhhhhh no tenerrrr que desplazarrrrlos a la ehhhh capital de la provinnnncia, perrrrrdiendo así nuesssstro patrimonio histórico y cultural. ¿Qué opina de esto, señor alcalde?
- Pues, si me permites la expresión, Juan Manuel, flipo pepinillos. Me parece indecente que los argumentos del Partido Popular para conquistar a la ciudadanía, de cara a las elecciones del año próximo, se limite a confundir con ambigüedades y medias verdades al vecino medio sabiendo que, la inmensa mayoría de la gente, se queda en los titulares. Esto consigue un estado de alarma en el votante que hace que se le ponga, si me lo permites de nuevo, la hostia de canto. Imagino que tú, como periodista, sabrás que el traslado es provisional y que, por tanto, creemos que el mejor lugar para albergar los documentos del Archivo, es un archivo. Lo de alquilar un inmueble, adaptarlo y todo lo que propone Acevedo son disparates y argucias para embaucar al pueblo, tratándolo de tonto. ¿Alguna pregunta más?
- No.
- ¡Pues hale!
Escena 2
- Alcalde, ¿has firmao ya los permisos para el Gran Desfile del Ecuador Festero?
- No. Fírmalos tú.
- ¡Oh! Parece que alguien tiene un mal día…
- No. Parece que alguien está harto de gilipolleces, Juanjo.
- ¿Gilipolleces?
- Sí, gilipolleces. Me parece una barbaridad que, habiendo suspendido el Carnaval y las fiestas de los pueblos vecinos, aquí pretendamos resarcir al festero (o, como ahora quieren llamarse, persona festera) con un desfile lleno de esplendor, elegancia, savoir faire y pocas, o ninguna, medidas de seguridad. ¡Que estamos en una pandemia, tío!
- No seas cenizo, alcaldesito.
- Lo que no soy es un títere, Juanjo. Creo que, entre el dichoso Ecuador Festero y la magnífica Fiesta del Medievo, vamos a despuntar en las tablas del coronavirus.
- La gente solo quiere divertirse, tío. Estás muy trágico.
- Y muy harto. Creo que es irresponsable y que nos va a pasar factura.
- ¿Sabes que tu firma es un mero trámite innecesario?
- Sí. También sé que las decisiones que se tomen al respecto me arrastran con ellas.
- Tómate unas vacaciones.
- No es cuestión de vacaciones.
- Entonces, dimite.
- ¿Vas a dimitir tú por lo de la recogida de basura? Eres un hipócrita, Juan José.
- Esto no es Dinamarca, alcalde.
- Lo único que sabes de Dinamarca es que en el Mundial de México, España le ganó 1-5.
- ¡Con cuatro goles de Butragueño!
Escena 3
- No trae buena cara, señor alcalde.
- No me encuentro demasiado bien, Avelino.
- Está muy pálido. ¿Quiere un poco de agua? ¿Señor alcalde? ¿Señor alcalde? ¡Señor alcalde! ¡Santiago, avisa a una ambulancia! ¡Señor alcalde!
Escena 4
La luz, caleidoscópica, se difumina en psicodélicos círculos orgánicos al atravesar las pestañas del regidor. Las voces se alejan, distorsionadas, dando paso a un laberíntico ritmo metálico, como si el viento del sur hiciera tintinear mil estrellas en una espiral de estelas brillantes en el oscuro cielo de la noche boreal. Puede sentir la dilatación lenta de sus vasos sanguíneos agolpándose en sus sienes. El bombeo incesante de su corazón bien parece un concierto de o-daiko.
De pie, junto a él, percibe la presencia de un despeinado y fatídico ente negro, de labios rojos, centelleantes.
- ¡Joer, alcalde! ¡Vaya susto nos has dado!
- ¿Quién eres, ente negro de labios rojos y centelleantes?
- ¿No me reconoces?
- Pues… ahora mismo… no.
- ¡Soy Robert Smith, hombre!
- ¿Robert Smith?
- ¡Claro! ¡El cantante y líder de The Cure!
- ¡Pareces una señora mayor, tío!
- No metas el dedico en la llaga, please…
- Estoy confuso.
- Normal. Creo que te ha dado un apechusque o algo.
- ¡Pues vaya!
- ¿Quieres un vasico de agua?
- No estaría nada mal, la verdad.
- Toma, anda, que no ganamos pa sobresaltos contigo.
- ¡Joder! ¡Cómo me duele la cabeza!
- Cuando te has desmayado, te has metido un buen anacardo contra el suelo del Ayuntamiento.
- Pero, ¿se puede saber qué haces aquí, que no estás haciendo canciones deprimentes?
- Es que… desde el Wish ya nada ha vuelto a ser lo que era… y, me aburro góticamente. Así que me he dicho: Robert, ve a darle la chapa al alcalde, que parece que está alucinando. ¡Y aquí me tienes!
- ¡Pues vaya una ayuda!
- ¿Qué quieres? A mi edad todavía sigo siendo triste y siniestro.
- Ya…
- ¿Quieres que te presente a alguien?
- Ya que estamos…
- Alcalde, este es Meursault. Le puedes dar la mano o dos besos, si quieres: le va a dar bastante igual.
- Hola Meursault, ¿qué tal te va?
- Comsí comsá…
- Oye, ¿tú no eres el protagonista de la novela esa del Albert Camus?
- Sí, aunque me da lo mismo, sinceramente.
- Creo que no llego a entender por qué habéis venido.
- Éramos nosotros o Schopenhauer y Nietzsche, boy. Estás instalado en el pesimismo.
- Le dijo el piojo a la liendre…
- En serio, dude: la gente lleva demasiado tiempo sin pasárselo guay y, lo único que quieren es ponerse sus trajes de moro o de tuberculoso medieval y desfasar un poco.
- ¿Aunque eso eleve exponencialmente el nivel de contagios entre la población?
- A la gente le importa tres pitos y un tambor el rollo de los contagios, créeme, que yo entiendo de esto. Tienes que aprender a fluir como la oscura corriente de un río de melancólica felicidad (like the dark current of a river of sad happiness).
- Estás muy colgado, Robert Smith.
- Ya, pero es lo que hay.
- Bueno, yo os dejo. Voy a ver si le pego cinco tiros a un árabe por ahí… aunque me la sople.
- Bueno, Meursault. Lleva cuidado con la sangre, que sale fatal.
- ¡Au revoir!
- Entonces, ¿qué piensas hacer, alcalde?
- De momento, despertar. Luego, esperar que lo absurdo de la sociedad actual no traiga males mayores.
- ¡Ese es el espíritu!