Apaga y vámonos

De favores, contratas y silencios

De todos es sabido que las grandes adjudicaciones de contratos públicos son campo abonado para que “políticos” sin escrúpulos y técnicos interesados arrimen el ascua a su sardina al tiempo que se aseguran una plácida jubilación. Aeropuertos, autopistas o líneas de AVE, entre otras grandes inversiones, conforman la primera división de la corrupción política, pues mediante sobrecostes y comisiones es fácil engrasar la voluntad de partidos y dirigentes, hasta el punto de que como la cosa siga así la próxima foto en el palco de “honor” del Santiago Bernabéu va a parecer el retrato de familia de la cuarta galería de Alcalá Meco o Soto del Real
En categorías menores, pero no por ello menos repugnantes, se encuentran las comunidades autónomas, diputaciones o ayuntamientos, donde hay sitio tanto para el pequeño favor interesado –del tipo “si te facilito las cosas para tu negocio me haces un hueco para colocar a un familiar que tengo en paro”– como para pegar el gran sablazo, que va siempre asociado a recalificaciones urbanísticas o a la concesión administrativa de los grandes proyectos o contratos que gestiona, por ejemplo, un consistorio (verbigracia una plaza de toros, una piscina, el agua potable o el servicio de basuras y limpieza viaria).

En Villena, sin ir más lejos, tenemos ejemplos para todos los gustos, pues están al cabo de la calle los rumores –y más que rumores, pues hasta en un Pleno se mencionó públicamente este asunto– sobre la contratación (y posterior despido) de un familiar de un concejal a cambio de suavizar las condiciones para que una empresa de Yecla comience a prestar servicio en nuestra ciudad. Y del mismo modo –y esto ya clama al cielo, porque el embolado es mucho más gordo–, se habla de extrañas reuniones en extraños lugares entre personas directamente implicadas –concejal y funcionario público incluidos– en la próxima adjudicación del servicio de basuras y limpieza viaria de nuestra ciudad, un encuentro que es vox pópuli y del que han tenido conocimiento el resto de integrantes del equipo de gobierno, escandalizados en privado pero absolutamente mudos en público, como si no fueran con ellos los impresentables tejemanejes que están teniendo lugar donde debería primar la claridad, la transparencia y la más absoluta ausencia de sospecha.

Dicen que no basta con que la mujer del César sea honesta, sino que además debe parecerlo, pero en Villena, por desgracia, se está hablando demasiado en sentido contrario, y por ello resulta absolutamente necesario que alguien reaccione (debería ser el alcalde, aunque lo mismo valdría cualquier otro edil o algún partido al completo) dando un golpe en la mesa y haciendo apartar de estas gestiones a quienes están demostrando no ser dignos de la confianza de un pueblo que, por si no tuviera bastante con la que está cayendo, asiste asombrado a la crónica de un pelotazo anunciado y ante el que nuestros representantes públicos se muestran, como poco, impasibles.

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