Escena 1
- ¡Qué mala cara traes, Juanjo!
- Llevo varias noches que no descanso bien… no sé…
- ¿El nene no te deja dormir?
- ¡Qué va! ¡Ese duerme como un teletubi! Me noto… inquieto.
- ¿Hacia dónde tienes orientada la cama?
- ¿Cómo que hacia dónde tengo orientada la cama?
- Debes poner la Tortuga hacia el lado en el cual los vientos sean más intensos y, el Fénix (el agua), en el opuesto, ya que el feng (el viento) dispersa el chi y el agua lo acumula. También debes encontrar al Dragón, que es una figura mítica relacionada con el movimiento del viento y el agua, que representa al espíritu del emplazamiento.
- …
- ¡Sí, hombre! Todo esto se completa hallando las venas del Dragón y, sobre todo, ciertos puntos llamados «los nidos del Dragón». Según el Libro de las Sepulturas, el chi se dispersa cuando viaja a través del feng y termina cuando llega al agua.
- Me dejas de piedra, Gabriela.
- Así, debes tener muy en cuenta la orientación de los objetos de tu casa, pues pueden interferir en el camino del chi, lo cual afectaría irremediablemente a la salud de tu familia.
- Esto parece más una maldición que algo basado en…
- El feng shui está basado en una ciencia…
- ¡Pseudociencia!
- … milenaria china, donde se cuidan todos los detalles para tener una existencia realmente guay.
- Hay cosas que se caen de maduras, Gabriela, como que si te acuestas debajo de una ventana, además del frío que puedes pasar, tengas la sensación de que alguien puede entrar a joderte el sueño.
- No es así exactamente, aunque es una explicación suficientemente sencilla para vuestros mundanales cerebritos. Como os he dicho antes, por las ventanas se filtra el feng, que dispersa el chi. Es aconsejable, por este motivo, que el flujo de energía termine en el agua que forma nuestro cuerpo ya que, solo así, el chi se queda en nuestro ser y trae mejor salud y felicidad.
- La verdad es que, el feng shui está sobrevalorado: es normal que, si tienes la habitación echa una lobera, la mugre no armonice con las ondas de energía del chi, o como quiera que se llame la cosa esa. Tiene menos base científica que el pecado original.
- ¡Te equivocas, alcalde! ¡El feng shui es una ciencia milenaria!
- ¡Pseudociencia!
- Pero es sabiduría a la altura de cualquier ciencia.
- No, es un dogma. Te lo podría explicar yo, pero para eso está el profesor chino Javier García, que te lo va a poner clarito. Cuando quiera, profesor.
- El feng shui, junto a los productos light y la homeopatía, son los grandes enemigos de la razón en nuestro tiempo. La única brizna de credibilidad que pudiera tener esta doctrina oriental sería el aprovechamiento del geomagnetismo terráqueo para canalizar su energía. Es decir: si desnudamos al feng shui de toda superchería, ¿el electromagnetismo del planeta podría llegar a incidir en nuestro día a día tanto como para establecer, por ejemplo, una orientación determinada del cabecero de la cama?
La respuesta es ¡ni de coña!
Vivimos en un súper imán llamado La Tierra, sí, pero está científicamente demostrado que nuestro cuerpo no interacciona con él y, aunque interaccionara, no sería lo suficientemente potente como para que el hierro de nuestro organismo se vea afectado. - ¿Cómo?
- Nasti de plasti. No existe ninguna evidencia científica que apoye esa tesis.
- Muchas gracias, profesor. Ya puede irse a hacer lo que hagan ustedes, los profesores chinos… no sé… irse al gym o algo.
- De nada, alcalde. Zàijiàn.
- ¡Hasta luego! Bueno, ¿Lo ves, Gabriela? El feng shui es una magufada, una moda.
- Una moda sostenida por una corriente filosófica con más de tres mil años de solera.
- ¡Vaya! Cuando no podemos demostrar que es Ciencia, utilizamos el pensamiento, ¿no?
- ¡Y vosotros, los escépticos, siempre con recursos para rebatir!
- Pues mira, sí. Pero reservo mi bala en la recámara para la…
Escena 2
- Para intentar aclarar las cuestiones filosóficas, tenemos un invitado muy muy especial.
- A ver, sorpréndenos, alcalde.
- Directamente desde Röcken, Alemania: ¡el bigote de Friedrich Wilhelm Nietzsche!
- ¡Esto es ridículo!
- ¿Rrrrrridículo?
- ¡Hostias! ¡El bigote habla!
- ¡Klarrrro que hablo Herr Alcañiz! ¡No entiendo su sorrrpresen ahorra!
- Perdone…
- ¡Perrrdone, Herr Moustaschen!
- Perdone, Herr Moustaschen.
- ¿Und usted, Fräulein Gabrrrriela? ¿No considerra más rrrridículo que las mujerrres und los hombrrres sigan karrgando con lasstrres tan antigüen como religionen o, peorrr, la rrreligiosität?
- (¡Atiende qué bien emplea el lenguaje inclusivo, el chiquitín!).
- Schweigen! ¿Kree usted en Dios, Fräulein Gabrriela?
- ¿Dios?
- Gott.
- … estooo… pues no sé. Supongo que algo debe haber aunque, en lo que no creo es en la Iglesia.
- ¡Ja! Entonces, ¿podrrríamos entenderrr que, en algún momento de su vida, usted abandonó die Katholizismus porrrque disentía de su doktrinen?
- Podríamos decirlo así…
- Perrro usted no duda en adoptarrr otrrra doktrinen, aunque perrrtenezca a otrrra kulturrra lejana, no esté rrrrespaldada por ninguna Kenntnisse und usted no tenga ni verdammte Ahnung de östliche Philosophie…
- …
- Inklusen, tiene el atrrrevimienten a prrrreskribir rrremedien parrra die prrroblemas de las perrrsonen.
- No creo que haga tanto daño que la cama esté orientada al norte y el espacio sea armónico.
- No se sienta amenazaden, Fräulein Gabrriela. Die Personen tienen la kostumbrrre de sommeterrrsse a rrreligiones, sektas und otrras moviden. El kultiv kalden perfekt parrra que, die hábiles chandalas, saken tajaden de die pardillen es die Religiosität, (¡komo ese malditen Pablo de Tarsen!). Usted no se sentirrrá mejorrr si su cama apunta Norden oder Westen, perrro su Religiosität sí.
Si me acepta un consejo, Stoppen Sie chinesische Geschichten, Fräulein. - ¡Así las gasta Herr Moustache!
Escena 3
En la montaña, rodeado de viñedo recientemente vendimiado y con el aroma de las primeras nieblas nocturnas, un madrugador rayo de sol atraviesa los párpados de Avelino que, al abrirlos, contempla los ojos de Aurora a escasos centímetros.
- ¿Has dormido bien, cariño?
- Maravillosamente, mi bien.