Apaga y vámonos

De hartazgo, castas e impuestos abusivos

Esto ya está más claro que el agua, señora. Los trabajadores asalariados, los autónomos y las pequeñas empresas nos hemos convertido en los esclavos del siglo XXI, y para celebrarlo nos han vuelto a subir, de tapadillo y en plenas navidades, las cotizaciones sociales.
La base mínima de cotización sube un 2% y la base máxima un 5%. Asimismo, los administradores de empresas (que también son autónomos) y aquellos autónomos que dirijan empresas con más de 10 trabajadores también deberán pagar una cuota más alta, que según los primeros cálculos arroja una subida media de 51 euros mensuales. Además, y para terminar de arruinarnos, el liberal gobierno de Mariano y Montoro ha subido otros conceptos que hasta ahora no tributaban (pluses de comida, desplazamiento, kilometraje, etc.), con lo cual seguirán aumentando los costes laborales de las empresas y trabajadores que sigan vivos a fecha de hoy.

Es decir, que la estrategia económica del Gobierno para 2014, que básicamente consiste en recaudar, será exactamente igual a la desarrollada en 2013: nos usará a los trabajadores y pequeños empresarios –quienes conformamos la economía productiva– como limones, exprimiéndonos hasta la última gota, con el único objetivo de seguir alimentando al monstruo compuesto por la casta política y sus satélites, esa macroestructura del Estado que, alimentada con nuestros impuestos, representa a la llamada economía improductiva, aquella incapaz de generar beneficio pero que, sin embargo, engulle vorazmente lo que todavía somos capaces de generar quienes no conocemos, ni por asomo, lo que es un coche oficial ni una alfombra roja.

Así las cosas, para que la casta y su entorno puedan vivir ajenos a la realidad económica y social de España y mantener todos sus privilegios –incluido el precio de sus subvencionados gin-tonics–, Pymes, autónomos y currantes tendremos que hacer verdaderos malabarismos económicos para cubrir costes y salvar el concurso de acreedores o esquivar el ERE de turno, gracias a una política económica –la del Partido Popular– que, a efectos fiscales, cada día presenta un perfil más intervencionista, superando por la izquierda a la que habría de ser la alternativa a un supuesto gobierno liberal y de centro derecha: una socialdemocracia de centro izquierda. Desgraciadamente, Bruselas y mercados mediante, la alternativa económica que el PSOE puede ofrecer a lo que estamos sufriendo es inexistente: más de lo mismo.

De este modo, España está atrapada por un sistema subvencionado y corrupto hasta la médula formado, principalmente, por sus dos principales partidos políticos, y secundado por los dos sindicatos más representativos, la patronal, la banca, las eléctricas, las multinacionales de las telecomunicaciones... Durante más de la mitad del año, los españoles trabajamos únicamente para mantener un modelo de Estado tan económicamente insostenible para la ciudadanía como beneficioso para una casta política parasitaria que se ha convertido en el mayor garante de este letal sistema: son ellos quienes pueden cambiarlo, pero ¿cómo van a hacer tal cosa, si les va mejor que nunca? De hecho, ni el gobierno ni la oposición van a mover un dedo por ayudar a los ciudadanos, puesto que tanto al PP como al PSOE les interesa que el sistema no sufra modificaciones.

Desgraciadamente, y salvo algunas honrosas excepciones, la sociedad española está adormecida y no está luchando como debería contra un sistema que está destruyendo la clase media, hasta el punto de que, como sigamos así, no le vamos a dar valor ni siquiera a tener un empleo, sea o no precario. ¿Para qué trabajar y cotizar, para que sigan sangrándonos? En ese caso, mejor hacerse okupa, echarse al monte o facturar todo en negro. Y que recaude su puta madre.

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