Vida de perros

Del Pleno y la entrevista a la señora Lledó

Aprendimos con la Mrs. Marple –no confundir con la señorita Fletcher de Angela Lansbury– que incluso las conspiraciones más inusitadas, o los crímenes más elaborados, pueden ser descubiertos y resueltos con una sencilla técnica: la extrapolación de tales importantes acontecimientos a los devenidos en un pequeño pueblecillo. Aprendimos así, si no lo habíamos aprendido antes leyendo a los clásicos, que somos personas. Con mayor o menor sueldo, patrimonio o talento, con mejor o peor educación, personas. Y que como personas nos afectan idénticos impulsos y pasiones: odio, ambición, orgullo, envidia, rencor…; sentimientos que socialmente educamos (o lo intentamos) con la finalidad de alcanzar un estado, llamémosle felicidad, que atañe tanto a nuestra propia persona como a la sociedad en la que vivimos.
Desde esta premisa expuesta por la prolífica escritora Agatha Christie, cualquier conflicto, incluso uno de carácter internacional, podría corresponderse con el que por ejemplo mantiene enfrentado al señor García, de oficio constructor, con la señora López, propietaria de una ruinosa tienda de ultramarinos. Y que al relacionar ambos casos, podríamos encontrar comportamientos, intrigas y acciones similares entre ellos, puesto que aunque a diferentes escalas los elementos motivadores son idénticos. Así diríamos que suponiendo cierto conflicto, lo que veríamos pongamos en las Corts Valencianas, sería un espejo de lo que se daría en nuestro Pleno Municipal, y viceversa. Puesto que en ambos casos estaría motivado por una pasión humana.

Lo que me lleva a pensar en la desafección política que vivimos de forma creciente en nuestra sociedad. Y me lleva a recordar el innoble comportamiento protagonizado por nuestro concejal de Obras y Servicios, el señor Juan Richart, durante el pasado Pleno. Concretamente cuando se dirigió al portavoz del Partido Popular don José Joaquín Valiente con unas diatribas inapropiadas, injustificadas y casi difamatorias –por sesgadas e imprecisas–. En cualquier caso, un signo que confirma una vez más la parvedad de este político de VCD como representante de nuestra ciudad, y su falta de sobriedad, tan deseable en el oficio de dirigir y gestionar nuestros asuntos públicos. Porque en su categoría de representante electo, gobernando en coalición, el señor Richart entró en un enfrentamiento prácticamente personal que ningún bien hace ni a la ciudad ni a la labor política. Desarrolló una pequeña estrategia ofensiva, si se trataba de eso, con la que solo consiguió avivar más si cabe las sospechas sobre la gestión que su concejalía realiza en la contratación de los servicios de limpieza y basuras de nuestra ciudad. Pero no es de eso de lo que tratan estas líneas, de la mayor o menor transparencia de tal pliego de condiciones, sino de cómo se interrelacionan, se asemejan y se suman todas las formas para conseguir lo que tenemos: desafección y desconfianza por la política, y por la “clase política”, que parece establecerse al denominarla así como una nueva y privilegiada clase social, aunque en teoría deban dedicarse al servicio público.

Pero si seguimos con el tema de la extrapolación o la similitud entre los hechos que se dan a gran escala con los que se dan en pequeña escala, no deja de resultar curiosa la doble estrategia que pone en marcha el Partido Popular, jugando de forma bipolar sus cartas. Apostando por “la herencia recibida” en aquellos espacios conquistados y despreciando las justificaciones por “la herencia recibida” en aquellos espacios que ha perdido, como en el caso de Villena. Una estrategia que por ser tal ya nos resulta ajena a nuestros verdaderos problemas como sociedad. Tanto que irritan y nos llevan a exigir que dejen por un momento –meses, años– sus jueguecitos políticos y se centren, y trabajen en lo esencial.

Dentro de esta dinámica se encierra nuestra concejala, la señora Lledó, desde el inicio de la entrevista concedida a este semanal. Argumentando contra el actual gobierno municipal en base al incumplimiento de sus programas políticos (mientras aplaude y apoya los incumplimientos de su partido en el gobierno nacional, sostenidos en similares argumentaciones). Aunque doña Celia Lledó saca pecho por los proyectos que fue capaz de llevar a cabo durante sus cuatro años de legislatura, realizados contra viento y marea, contra agoreras previsiones económicas y llamadas a la prudencia. Cumplidora de sus promesas, no nos concede siquiera la legitimidad del malestar por la precariedad económica que hemos de sufrir a causa de su empecinamiento. Eso sí, le preocupa la situación que las asociaciones y familias villenenses sufren (que no tiene relación alguna con el endeudamiento de nuestra ciudad).

Aunque, dada la entrevista, no con todo lo leído se puede estar en desacuerdo. Tal vez arrastrado por las ideas de “incumplimiento”, “falta de gestión significativa”, “ir a remolque”, “ocultación de información”, “no saber poner en valor”, “padecer indecisión o miedo”, “lucir y hacer cosas con él” (referido al nuevo préstamo solicitado), “subvenciones perdidas”, “pérdida de oportunidades”. Tal vez, digo, uno se descubre partícipe de alguna de esas expresiones. Tal vez no de un modo tan directo y elocuente, pero sí en cuanto a algunas de las sensaciones que percibe del modo en que se están gestionando los asuntos de nuestra ciudad. Una ciudad, Villena, que realmente no está ahogada como desgraciadamente ocurre en otros municipios, o como ocurre con demasiadas familias españolas. Porque pese a todas las cargas y dificultades, creo que nuestra ciudad tiene un amplio margen de maniobra y creo que esa es una ventaja de gran valor por cómo y dónde nos sitúa respecto al resto. Me gusta que doña Celia empuje hacia delante con fuerza y sin miedo, y aunque no comparta con ella el lugar donde se encuentra ese “delante”, he de reconocer que el único modo de avanzar es empujando. Aquí, tan cerca, necesitamos certezas, caminos, objetivos. Porque no podríamos soportar excusas, vaguedades y resignación como las que recibimos del Gobierno Central.

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