Vida de perros

Del Ying al Yang

Vivimos Días Extraños (escrito así, con mayúsculas, parece querer recordar aquella película con idéntico título que hace años me llamó la atención, de ella recuerdo sobre todo el futuro cercano donde se desarrollaba la acción, era algo así como ciencia ficción cercana: sin naves espaciales ni espadas láser). Vivimos días extraños tal vez debido a la velocidad de nuestra época, una velocidad que exige gran atención hacia lo que ocurre a nuestro alrededor si no queremos quedarnos atrás (obsoletos, convertidos en analfabetos funcionales).
La política, la ciencia, las herramientas domésticas, incluso las fronteras cambian a tal velocidad que cualquier despiste nos deja fuera de lugar. Quizá como consecuencia descubrimos que la mayoría de lo que nos rodea hoy es efímero como un reproductor de cintas Beta.

Si pensamos que existen ciclos, círculos, que se repiten a lo largo de la historia de la humanidad, al detenernos en nuestros días podemos creer que en realidad la historia es como un remolino, como un cono, y que hoy vivimos en los círculos más pequeños: ciclos que se reproducen cada vez con menor distancia en el tiempo (uno de los peligros de tal pensamiento es resolver que la figura del cono termina en un punto, en un final total; claro que un espíritu optimista podría cambiar el embudo por un diábolo).

No vayamos tan lejos, quedémonos en los ciclos. La semana pasada recibíamos la noticia de la presencia de nuestra alcaldesa la señora Lledó en Génova –Madrid–, y esta semana nos llegan comentarios acerca de la posible incorporación de nuestra ex-alcaldesa la señora Tortosa al Congreso de los Diputados –Madrid–. ¿Círculos, ciclos, casualidades, coincidencias…? No seamos tan concretos.

Centrémonos en la situación que ahora nos relata el señor Rouco Varela sobre el estado de la Iglesia y sus fieles. No les hablo sobre su posición frente al aborto o a la asignatura de EpC, sino de su posición en sí. Porque resulta que después de leer atentamente el comunicado del obispo encontré que dentro de mi cabeza las palabras se habían desnudado y descubrí cuántos puntos en común tuve y/o tengo con las ideas interiores de aquel discurso. Reviví inquietudes pasadas sobre el modo en que se resolvería mi postura frente al servicio militar obligatorio, o sobre mis posibilidades de vivir en pareja sin contraer matrimonio –tampoco civil–, o sobre mi entereza para evitar bautizar a mi descendencia... Recordé que entonces éramos minoría y que algunas con un granito de arena y otras personas con carretas llenas, aportamos y luchamos por una postura vital frente a la postura colectiva “convenida”. Hoy parece que Rouco, atisbando el futuro, prepara su iglesia al ver llegar la punta del cucurucho. Pero no entiendan lo peor, estar andando es estar vivo.

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