Fiestas

Día 5 por la mañana

Está moda tan mona de ponerse de punto en blanco para la noche del día 4 propicia que sean muchos los que desaprovechan uno de los momentos más festeros de las fiestas de la Virgen y de las fiestas de Moros y Cristianos, ahora llamadas “la fiesta” por los entendidos. Cargar las tintas en la nueva pseudo-nochevieja que hemos montado en Villena para la víspera del mejor día de las fiestas, hace que el despertar del día 5 sea un acontecimiento selecto y para un público reducido.
El día 4, antes de ir a la tradicional cena, me gusta colocar mi uniforme sobre una silla, en un ritual que me inspiró el emblemático Luis Francisco Esplá. Tras la pitanza una pequeña tertulia-baile y tan pronto como se puede vuelvo a la piltra, que los minutos del día 5 cotizan alto y no me gusta perderlos. Cuando digo que me voy tan pronto, unos intentan sujetarme del brazo, otros vienen con un copazo, ¡ven que te voy a presentar a mi amiga Pili que está buenísima! ¡Calla, loco, que mi mujer siempre va con el radar activado! Da igual que la tentación viva en cualquier parte, no importa que la orquesta sea espléndida ni que el whisky sea de total confianza. Todo resulta muy tentador, desde luego, pero lo que a mí me gusta es despertarme el día 5 muy temprano. Levantarme más que entero y notar que estoy en forma, apreciar que todos los días anteriores en los que he necesitado trabajar a tope para poder pillar vacaciones han merecido la pena. El amanecer del día 5 huele de otra manera y su sonido es irrepetible. El día 5 me encanta salir de casa muy temprano, tomar de las manos a mi hijo, a mi hija y dar un paseo hasta la Plaza de las Malvas para almorzar con el Capitán y el Alférez, que a pesar del éxito clamoroso y sin parangón del extraordinario congreso “Entrefiestas” todavía continúan siendo cargos discriminatorios para las mujeres. Aunque ellas no se quejen.

Al almuerzo del capitán siempre vamos los mismos, lo que equivale a decir muy pocos, porque es un acto desconocido que evoca el sabor antiguo de las comparsas, cuando se juntaban unos cuantos amigos en el patio de casa para tomar unos huevos fritos, con pan y vino tinto, pimientos blancos, longanizas, sardinas… ¡Quién no asiste a estos actos no sabe lo que se pierde! Aunque sería peor que la curiosidad matase al gato y a la gallina de los socarraícos de oro. Por suerte, casi todos mis lectores son de la familia y no se producirá el efecto llamada popularizado por Caldera.

¡Día 5 por la mañana! El sentimiento de esos instantes lo expresó como nadie Alfredo Rojas en la Revista Villena.

¡Día 5 por la mañana! Encuentros con amigos y conocidos que en ocasiones no veías desde la Navidad, o a lo peor desde mucho antes.

¡Día 5 por la mañana! Bandas de música que van llegando, bandas de música que son espectáculo por ellas mismas, banda de música que interpreta un pasodoble en la Plaza de las Malvas, el primero en serio antes de que el Capitán y el Alférez vayan a recoger a las Madrinas.

¡Día 5 por la mañana! Los efectos del vino Arcabucero se acentúan con los rayos del sol del mediodía; la cerveza y el picón terminarán de emocionarnos, de insistir que estamos a día cinco, que todavía es por la mañana y que hay que aguantar la vela porque la procesión es larga, muy larga.

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