El Ordenanza

Días de (alu)cine

El Ordenanza. Capítulo 72

Escena 1

  • Buenos días, Avelino.
  • Mala cara trae, señor alcalde…
  • Anoche, cuando volvía a casa, atropellé a un conejillo que cruzó, sin mirar, la carretera. No he dormido muy bien… ya sabe…
  • Pobre animalito. No se sienta culpable, esas cosas pasan.
  • Ya… pero me dio qué pensar y… no me lo puedo sacar de la cabeza.
  • Los conejos son imprevisibles, señor alcalde. Tranquilícese. Piense que, muy a las malas, ahora sirve de alimento a otros animales. La vida no para.
  • Gracias, Avelino.
  • Por cierto, ¿ha visto usted a Acevedo? Tengo que hablar con él y prefiero que sea en persona.
  • Creo que está en su despacho.
  • Pues, muchas gracias de nuevo.
  • No hay de qué.

Escena 2

  • Roque, ¿qué hacemos con la sentencia del Tribunal Superior? ¿La recurrimos?
  • Eso es una cosa que se debe tratar en Pleno. Convoca uno extraordinario o toma decisiones, alcalde.
  • ¿Cómo puedes tener tanto morro? ¿Me dices que lleve a Pleno si recurrimos, o no, una sentencia que nos ha caído a nosotros, porque vosotros, cuando Nuria estuvo al frente del Ayuntamiento, lo hicisteis todo bajo manga? ¿Me vas a pedir también transparencia? Mira, te voy a decir una cosa... este… Roque: tengo muchas ganas de que tu partido y tú dejéis de hacer el gilipollas y os preocupéis de la gente.
  • ¡Oh! ¡Vaya frase, alcalde! ¿Te crees Paulo Coelho?
  • Oi, bom dia! Alguém me ligou ou foi o destino que me trouxe aqui?
  • ¡Hombre, don Paulo! ¿Qué le trae por mi despacho?
  • ¡El que faltaba! Me disculpen, señores, que tengo cosas más importantes que hacer que criticar a Joyce.
  • Você está sendo uma pessoa muito rude, Sr. Prefeito. Acho que você deveria levar as coisas de forma diferente. As coisas são inevitáveis. Todo o Universo conspira para que…
  • Hace ya rato que el alcalde se marchó, don Paulo.
  • Oh! Que sufocação! Espero que saiba guardar silêncio sobre este acontecimento, don Roque.

Escena 3

  • Hijo, ¿puedes ir a recoger a mamá al Centro?
  • Pues… ahora mismo… me pillas un poco…
  • Es que se me ha parado el coche y no arranca. Estoy aquí, en mitad de la carretera, esperando a la grúa.
  • ¡Oh, vaya! ¡No te preocupes! ¡Voy yo!
  • ¡Gracias, chiqui!
  • Papá... haz el favor... ¡que esto lo va a leer gente! ¡Menuda vergüenza!
  • ¡Qué exagerado eres, hijo! ¡Esto no lo lee nadie!
  • … también tienes razón…
  • Bueno, ya está aquí la grúa. Procura estar a menos diez, que no se desespere tu madre.
  • ¡Que vaya bien todo!

Escena 4

  • Señor alcalde, acaban de llamar de la policía local. Según parece, cuatro menores han entrado esta noche en el comedor social.
  • ¡Vaya mañanita llevamos…!
  • Han consumido bebidas alcohólicas, han hecho pintadas racistas…
  • Vaya…
  • Uno de los jóvenes es su sobrino Carlos Manuel, señor alcalde.

* * *

  • ¿Me vas a regañar?
  • ¿Para qué? No soy tu padre. ¿Te duele?
  • Es solo una fisura en el codo. Pronto estaré bien.
  • Quisiera comprender qué puede mover a unos chavales a actuar con tanto desprecio.
  • Tío, yo…
  • ¡Ni tío ni hostias! Rompisteis todos y cada uno de los cristales de las ventanas de la planta baja, hicisteis pintadas nazis (por cierto, aprended a dibujar esvásticas antes de poneros más en evidencia) y, como colofón, cagasteis encima de las mesas en las que comen familias menos favorecidas que la vuestra. Debió ser muy divertido, ¿no?
  • ¿Sabes? Que resbalaras con tu propia mierda y te jodieras el brazo, indica que el rollo del karma funciona.

Escena 5

  • Señorita, llevo aquí cuarenta y cinco minutos para recoger un paquete.
  • Debe esperar a que su número salga en la pantalla.
  • ¡Pero si la máquina de dar número no funciona!
  • Hemos avisado a mantenimiento. Puede acceder a nuestra área de citas a través de la app de Correos. Y ahora, si me disculpa, voy a atender a esta mujer.
  • Sí, sí, perdone.
  • … una cosita más…
  • ¡Aish! ¡Diga!
  • ¿Le importa que destroce la oficina de Correos?
  • ¿Cómo?
  • Ya sabe: tirar al suelo los estantes de postales navideñas, patear los buzones-hucha, que no conozco a nadie que tenga uno, la verdad… abrir todos los paquetes y pisotear su contenido… lo que viene siendo un desestrés.
  • Pues, no creo que sea muy correcto…
  • ¡Mujer! ¡Luego lo dejaría todo como estaba!
  • A mí me da igual lo que haga… sólo que, ese comportamiento no es muy normal… y no es que lo diga yo, ¿eh? Lo dice Enrique Bunbury. Mire, por ahí viene canturreando.
  • Y no hace muuucho qué leí tu carta y sin fuerrrzas para contestar, ¡mil pedazos al viento nos separarán!
  • ¡Hombre, Bunbury! ¡Menuda mañana de celebrities llevo! Esta canción se la dedicaste a tu padre, ¿no? La letra viene así como… un poco apretadilla pa cantarla. Vas como atropellao.
  • Fue una época muy distorsionada… frenética. Hacíamos lo que nos daba la gana, dónde y cuándo queríamos, bebíamos Cariñena a morro, tocábamos Should I stay or should I go, estábamos juntos siempre... y aquello nos terminó por matar. No podíamos seguir con el grupo… no nos aguantábamos...
  • Bueno, tampoco te vengas abajo. Oye, ya que, parece ser que mi nivel de ansiedad en sangre me ha llevado a un estado de alucine y, como sé que el autor no va a dejar que llegue tarde a recoger a mi madre, ¿te gustaría conocer a algún personaje de la historia?
  • … J…
  • Que no sea Jim Morrison, que te veo venir…
  • … no.

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