Cara y cruz. Blanco y negro. Azules y rojos. Güelfos y gibelinos. Romanos y cartagineses. Moros y cristianos. Tirios y troyanos. Churras y merinas. Pares o nones… No sé si la impertinente confrontación de dualidades como si el mundo fuera un inmenso cuadrilátero de boxeo, ignorando que hasta en el yin hay yang y en el yang hay yin, ha perfilado nuestra reticencia al pacto.
En la Transición, afortunadamente, parece que no fue así. Alfonso Guerra dixit: "En los años setenta del siglo pasado una generación optó por dar una respuesta inédita en nuestra historia: frente a la confrontación, el pacto" (The Objetive, 29.06.2023).
Al margen de cuestionar lo de "inédita en nuestra historia" por ignorar otros pactos pretéritos, el runrún de una rivalidad inocente se reeditó en nuestra memoria hace unas semanas cuando paseando por Alicante capital observamos los restos de una bicicleta amarrados con una cadena a un árbol. Descompuesta, sólo quedaba de ella el arco y el manillar, oxidados. Ni sillín ni ruedas.
Apreciando que era, o mejor, que había sido una Orbea, de manera espontánea se nos dibujó una sonrisa vengativa sonando en la memoria la cantinela "¡Ea, ea, ea, los de Orbea se cabrean!" Era la réplica que repetíamos quienes teníamos una BH, respuesta al eslogan enemigo "BH se estropea en cada bache". No sé quién inventaría esos pareados, pero los utilizábamos como munición. Existían también versiones positivas. En Twitter, en el "Yo fui a EGB" de Javier Ikaz y Jorge Díaz se recogen ejemplos obsequiosos unos y afrentosos otros de la rivalidad de aquella "guerra": "BH la mejor para los baches". "Orbea la que nunca se estropea". "BH se rompe en un bache". "BH, cada kilómetro un parche". "Orbea, tírala y no la veas". "Orbea para la brea". "BH para los baches". Así.
BH eran las siglas de la empresa Beistegui Hermanos. Fundada en Éibar (Guipúzcoa) a principios del siglo XX, en 1909 o 1910, por Cosme, Domingo y Juan Beistegui Albistegui; fabricantes de armas que en 1923 comenzaron a fabricar también bicicletas hasta especializarse exclusivamente en ello, trasladándose a Vitoria. BH llegó a tener unos quinientos empleados y fue la primera –a saber si por responder al sonsonete de los baches– en fabricar bicicletas BTT (Bicicleta Todo Terreno), en inglés MTB (Mountain Bike). También fabricaron motocicletas, pero en ello destacó más otra empresa vasca y también de Éibar: la GAC (Gárate, Anitua y Compañía), famosa sobre todo, además de por las bicicletas, por la célebre Mobylette. Fundada en 1892, la GAC, igual que BH, en sus inicios fue fábrica de armas.
Y antes que la GAC, también en Éibar e igualmente como fabricantes de armas, en 1840 los hermanos Juan Manuel, Mateo, Casimiro y Petra Orbea Murua fundaron la empresa Orbea. Posteriormente, antes de la guerra civil, iniciaron la fabricación de máquinas-herramienta (prensas, tornos, fresadoras, taladros…) y bicicletas. En la posguerra, con unos mil trabajadores en plantilla, Orbea producía cincuenta mil bicicletas al año. En 1969, con mil quinientos trabajadores, entró en crisis.
Frente a la quiebra y suspensión de pagos, los obreros optaron por constituirse en cooperativa. Esteban Orbea, descendiente de la familia fundadora, cedió la marca. Pocos años más tarde la cooperativa Orbea se integró en la Mondragón Corporación Cooperativa, hoy Corporación Mondragon. De Éibar se trasladaría a Mallavia (Vizcaya).
¿Orbea versus BH?... Dicotomías inocentes de aquellos tiempos inocentes, maleducándonos contra el pacto porque… ¿Qué me dicen de Pepsi o Coca-Cola? O Fanta o Mirinda. Por no entrar en si Beatles o Rolling Stones. ¡Dios mío, cuánta inútil disputa pudiendo disfrutar de lo uno y de lo otro! ¡Ea, ea, ea!
Unos pareados históricos, ciertamente.
Dialogar y confrontar ideas y pensamientos enriquece pero, el último paso sería «acordar» algo harto difícil para algunos.
En nuestra infancia, y una vez finalizada la disputa de marcas en lo que a bicis se refería, acordábamos el recorrido por el paseo de Ruperto Chapí y el Parterre y a nuestra manera nunca hubo más conflicto que el que alguno de nositros se cruzara y fueras a dar en el suelo, bancos, o el murete que servia de asiento al final del paseo.
Ciertamente siempre nos han querido enfrentar. Ahora a mis 54 años me he dado cuenta de que todos los que iban a la clase A de los Salesianos me caían mal, y me siguen cayendo mal, y ¿porqué?, si con la mayoría no he hablado en la vida, ¿porqué me caen mal?, pues porque eran los de A y nosotros los de B, ellos llevaban camisetas verdes y nosotros naranjas. Pues eso, divide y vencerás, siempre nos han querido enfrentar y ahora, sobre todo en política, mas que nunca.
Fran:
Gracias por tu lectura y… Y esa era una de mis intenciones escribiendo «¡Ea, ea, ea!», descubrirnos en lo nefasto del conmigo o contra mí.
Importa apreciar, en el contrario, lo que nos enriquece. Bien porque nos convence y cambiamos, bien porque nos exige argumentos para seguir en nuestra posición o matizarla. Pero siempre comprendiendo al otro, siempre comprendiendo lo otro.
Comprender es aprender.
Así entiendo la tolerancia. Así la convivencia.