A los dos José Luis:
a Rey, por la cortesía y el aviso;
y a Ferris, con quien comparto amistades, querencias y pub irlandés
Como verán a continuación, la labor de estos poetas justos, estos dos José Luises poetas que recuperan los versos de sus colegas pasados, da un nuevo y más pleno sentido a la expresión “justicia poética”. Empecemos por José Luis Rey, del que ya les recomendé en la primera columna de este mismo año su edición de una antología selecta de Percy B. Shelley. Hete aquí que unos días después de la publicación de mi texto, este poeta cordobés tuvo el detalle de escribirme un correo electrónico en el que me agradecía con más loas de las merecidas mis humildes palabras sobre aquel volumen, y de paso me informaba de que muy pronto repetiría la hazaña recuperando y traduciendo a otro poeta romántico inglés.
Ni que decir tiene que una vez puesto sobre aviso me decidí a no dejar pasar la aparición de nada menos que la Poesía completa de John Keats. A modo de curiosidad, les confieso que conocí a este autor (al que ya hacía referencia de pasada en dicha columna) durante mi adolescencia de la mano de Julio Cortázar, quien le dedicó un ensayo titulado Imagen de John Keats que fue publicado en aquella Biblioteca Cortázar que Alfaguara le dedicó al autor argentino allá por los años noventa. En su día compré y leí varios de aquellos volúmenes, pero no este en particular (algo que tendré que remediar un día de estos, dicho sea de paso). No obstante, en cierta ocasión que fui a Madrid y visité la Fundación Juan March -que conserva buena parte de la biblioteca personal del autor de Rayuela-, mi adoración fetichista (por Cortázar, no por Keats) me llevó a sospechar que de entre todos los libros allí conservados, algunos de los que su dueño habría leído y, con suerte, anotado, serían precisamente los del autor de Endimión. En efecto, solicité consultar en sala algunos de ellos -por lo que recuerdo, junto con otros de Edgar Allan Poe, que Cortázar tradujo-... y, en efecto, allí estaban: varias anotaciones al margen de puño y letra de quien también escribió algunos versos, los del poemario Salvo el crepúsculo incluido asimismo en aquella colección de finales del siglo pasado, dignos de rescatarse.
Y ya que hablamos de rescatar versos, volvamos a John Keats y a esta Poesía completa que acaba de ver la luz en una espléndida edición bilingüe de más de mil cien páginas. A este autor se le conoce principalmente por sus odas y muy especialmente sus sonetos; una serie de composiciones que, como el resto, José Luis Rey ha vertido al castellano tratando de mantener, siempre una ardua tarea, tanto el sentido último como el hálito poético del original. Pero esta edición trata de ofrecer, parafraseando el título de la aproximación cortazariana, una imagen de John Keats más justa y completa. Por ello, en su breve pero iluminador prólogo, el traductor insiste en la aportación del traducido a una concepción moderna de la lírica que pasa por el ejercicio de la metapoesía. Cierto es que esta no se alumbró ni mucho menos durante el siglo de Keats -¿acaso no viene a serlo igualmente aquel célebre soneto que Violante mandaba hacer a nuestro Lope de Vega?-, pero sí es verdad que Keats la cultivó más asiduamente de lo habitual incluso por aquel entonces. En ese sentido, Rey lo considera un precursor de Rilke y Rimbaud; así como un poeta cuya precocidad solo es superada precisamente por la del autor de Una temporada en el infierno. Al mismo tiempo, Keats también cultivó el humor, una cierta estética del absurdo y, muy especialmente, una deslumbrante imaginación materializada en el empleo del lenguaje. Son, pues, y a pesar de su temprana muerte a los veinticinco años víctima de la tuberculosis, varios los John Keats que quedan retratados en esta, insisto, encomiable edición de su poesía completa traducida a la lengua castellana.
Y si la recuperación de Keats es una labor editorial digna de aplauso, la llevada a cabo por José Luis Ferris es una más que justa reparación de una de las lagunas más imperdonables de nuestro legado literario más reciente: en Mujeres del 27, este poeta alicantino que es también una autoridad en lo que respecta a la vida y la obra de Miguel Hernández recupera una parte representativa de la obra poética de diecisiete autoras contemporáneas de la célebre Generación del 27 cuya vigencia a lo largo del tiempo ha silenciado a todos aquellos coetáneos que no tuvieron la fortuna de verse tradicionalmente considerados como integrantes de su nómina. Y si los miembros de la llamada “la otra Generación del 27” van siendo más reconocidos y estudiados poco a poco, iniciativas como las de restituir a algunas de las mujeres de aquella época incluyéndolas en el grupo de Las Sinsombrero (algo de lo que ya les hablé en cierta ocasión) son a todas luces medidas aún insuficientes.
De este modo, Mujeres del 27 recoge algunos versos de las siguientes autoras: Lucía Sánchez Saornil, María Luisa Muñoz de Buendía, Rosa Chacel, Concha Méndez, María Cegarra, Margarita Ferreras, Cristina de Arteaga, Elisabeth Mulder, María Teresa Roca de Togores, Ernestina de Champourcín, Josefina de la Torre, Carmen Conde, Ana María Martínez Sagi, Marina Romero, Josefina Romo Arregui, Manuela López García y María Teresa León. Esta última, sin duda la más conocida de todas ellas por su matrimonio con Rafael Alberti y porque, en palabras del propio Ferris, “en sí misma encarna el espíritu de la Generación del 27”, aparece aquí a modo de apéndice final por tratarse curiosamente de una escritora de obra lírica escasísima: apenas un solo poema.
Al margen de esta última, quizá sean Carmen Conde, Rosa Rachel, Ernestina de Champourcín, Concha Méndez y Josefina de la Torre las más conocidas de todas ellas... Y aun así, por lo general y salvo honrosas excepciones, no las encontrarán citadas en las páginas (o, muchas veces, la página) que la mayoría de libros de texto le dedican a la Generación del 27. Pese a ello, su aportación a la constitución de lo que la crítica especializada considera como la Edad de Plata de nuestras letras, el segundo mejor momento de toda su historia después del Siglo de Oro, es innegable. Y para demostrarlo se ha armado esta antología que cuenta con una espléndida introducción a cargo de su responsable, en donde se rinde pleitesía a quienes le precedieron en la tímida y accidentada recuperación de las poetas antologadas y se establece una serie de claves estéticas como para poder hablar de movimiento o generación per se. Al margen de esto y de su indudable valor intrínseco, esta propuesta abre la puerta a que otros estudiosos, poetas o no, sigan investigando con mayor profundidad en la vida y la obra de las integrantes de esta otra Generación del 27 más... Como ya hizo, por cierto, el propio José Luis Ferris con Maruja Mallo y las citadas Conde y León en sus tres libros correspondientes. Vaya, que no pedimos otra cosa que, como también es el caso de John Keats, se haga toda la justicia (poética) que sea justa y necesaria.
Poesía completa de John Keats y Mujeres del 27 (Antología poética) están editados por Berenice y Austral respectivamente.