De recuerdos y lunas

El culo agua

La mañana del quince pasado, cuando la ministra Narbona nos vino a visitar, alguien echó de menos en las Casas Consistoriales una voz: “¡Que salga el ujier con los barreños!” Y tenía que haber salido como cuando llueve a cántaros y se observa, en el patio de nuestra Casa Municipal, el juntarse las canaleras. Que yo he visto allí, en un aguaducho de verano, poner los maceteros para aprovechar las aguas del cielo. Negándosenos las de la tierra, no está mal la costumbre. Así, el otro día tenía que haber salido el ujier para recoger las aguas que allí, sin llover, se vertieron. Porque la recepción fue un derretirse de todos porque a todos, como dice el vulgo, se les hizo el culo agua con la Ministra.

Por ahí hay una foto que dice mucho. El retrato ha dado mucho de sí. Algunos se han entretenido criticando la chaqueta del concejal de Bienestar Social, albina, de marfil. Hay gente que se fija en todo y está muy puesta en protocolos. Yo no sé cómo tenía que haber ido Montilla pero dicen que el blanco es color pusilánime. A otros les ha llamado la atención la barriga de Andrés Martínez, el primo. Como si el de Obras no tuviera esa barriga antes de que la ministra viniera. Yo se la conozco más o menos así, incluso antes de ser concejal; cuando con voz de Melpómene hacía de embajador moro poniendo mucha teatralidad. A otros, no les ha pasado desapercibido el cuelgue a Fernando Úbeda, que se queda pendiente en esa espera eterna a la que a veces nos condena una instantánea. De otros se ha dicho menos, porque dan menos que decir. La alcaldesa está resuelta, como en su casa. Pepe Ayelo, satisfecho. Rosario Belda, firme. Ruth Mateo, como inquieta, como si esperara una tarta de cumpleaños. Pero se la ve partida, como ha de estar su corazón entre unos agricultores que piden agua y una ministra que se la niega. Una ministra a la que nadie le lleva los papeles, salvo los de ERC. Luego está el invitado. Que no deja bien verse la cara. Es el único que lleva corbata. Es el alcalde de Aspe cruzado de brazos. Fijándose, algunos han visto un prietas las filas. Y como ha quien critica todo, hasta se ha criticado a los que no están porque no quisieron estar. Lo que para unos es lealtad, para otros es sumisión.

Odio estas recepciones. En dos ocasiones me he visto en el apuro de formar similar comparsa. Y en las dos he salido airado. Uno le puede decir, mientras estrecha la mano, "tonto el culo" o "tonta de mierda" al huésped. Y no inmutarse ni los guardaespaldas. Y el "tonto el culo" o la "tonta de mierda" tampoco se perturba. Es más, te sonríe. Ergo... O uno rompe con estridencia las formas o es absorbido por la circunstancia. Cuando Camps vino a inaugurar la ampliación de mi Instituto quise decirle: "President, el problema de la Enseñanza no se arregla sólo con infraestructuras." Pero no había terminado de decir "President" y el President ya estaba saludando a otros compañeros con la misma sonrisa que a mí me había dedicado.

No sé si el otro día alguien le dijo –si pudo– a la ministra lo que desde Villena se le debe decir a quien ha quebrado tantos caminos al agua. Por ahí hay otra foto, la de Andrés Martínez, el primo del primo, dándole una colgadura de esas que cuelgan en nuestros balcones, desde donde se avizora un pueblo al que no parece preocuparle la sed.

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