El Ordenanza. Prólogo
La áspera crónica de una sociedad al uso vista por Avelino, un hombre de los que ya no se fabrican
Imagine un punto en algún lugar del sureste de «un país ineficiente entre dos guerras civiles», tal y cómo lo hizo el poeta.
Imagine una sociedad que podría ser la suya, unas costumbres como las suyas, con virtudes, prejuicios, raíces, tabúes e incongruencias. Con sus riquezas también.
Intente pensar en su organización sociopolítica: es un lugar en el que, cada 48 meses, los ciudadanos (responsables directos de lo que les puede acontecer en cada mandato) deben decidir qué opción, de entre las que ofrecen los candidatos a gobernantes, se aproxima más a sus necesidades.
Ahora, cierre los ojos y filtre esa información por el tamiz de lo incoherente, lo exagerado y lo crítico.
Esto es El Ordenanza: a diferencia de los espejos cóncavos del esperpento, narra la áspera crónica de una sociedad al uso vista por Avelino, un hombre de los que ya no se fabrican.
Mi nombre es David Conejero y espero poder contar con su ayuda para, semanalmente, desmenuzar las peripecias de este retablo costumbrista e imaginario, que bien puede ser tan irónico como la realidad.