Vida de perros

El problema de la Kvltura

Así que después del anuncio de los 174 euros disponibles por nuestra concejalía de Fiestas para gastar en Moros y Cristianos, de conocer los millonarios recibos de luz que adeuda nuestro Ayuntamiento, de la estimación de menos cuarenta mil euros que presentó nuestra concejalía de Turismo, y del descuento que el pasado viernes Fitch infringió a nuestro país hasta situarlo en un AA-…, aparece otro terrible titular: La Casa de Cultura suspende sus actividades por motivos presupuestarios. Porque apenas alcanza los cinco mil euros el montante que la Kakv dispone para gastar hasta fin de año. Tal vez tan oscuro como se muestra, tal vez tan oscuro como parece, pero ¿tan oscuro como es? No lo sé.
El problema de la Kvltura I. Las circunstancias
Desde luego la primera noticia que nos llega sí lo es. Oscura. Objetiva: resulta imposible llevar a cabo el programa trimestral correspondiente a la temporada Otoño-Invierno por falta de presupuesto para sufragarlo. Y al poco los primeros comentarios, con la atenuante de que ESTE descenso al vacío se alarga más de lo previsto; con la atenuante de que llevamos demasiado tiempo sin saber de dónde nos llegan las ostias, pero caen; con la atenuante de no recibir ninguna ayuda –buena noticia, esperanza– ni desde la prensa, ni desde el gobierno ni desde la oposición–; con la atenuante del nerviosismo que provoca que el círculo se cierre, de ver cada vez más cerca a las personas afectadas, de comprobar que nuestro negocio comienza a verse afectado, infectado por un virus real, invasor y veloz, veloz. Los primeros comentarios, venciendo la timidez, se posicionan en la línea recta de la inmediatez, del miedo, de la reacción contundente.

Y entonces: “¿por qué está subvencionado entrar a tal museo y yo tengo que pagarme la entrada a…?”, o “¡quien quiera teatro que se lo pague!”, o “cuando no hay, no hay”. Algo cercano al “primero el pan, luego la ética” que escribía Brecht a raíz del desarrollo y consecuencias del Segundo Mundial. Primero el pan, luego la cultura… (O luego la educación, o luego la sanidad). Aunque tal vez no es el pan lo que realmente falta, y con la ceguera que provoca la (creciente) desesperación perdamos de vista lo que perdemos –porque la Sanidad, la Educación, la Cultura, no son algo que nos puedan quitar, sino algo que podemos perder–.

Entonces la concejalía de Cultura decide apostar por realizar actividades locales durante el presente trimestre para mantenerse viva con bajos costes. Dice que el motivo es evitar que su presupuesto para el próximo año lastre el déficit del presente. Y hasta ahí todo es coherente. Pero entonces no encuentro justificación a su anuncio de seguir por el mismo camino el próximo año. Salvo que de lo que estemos hablando es de recortes en el presupuesto de la Kakv.

El problema de la Kvltura II. Participación
Cuando la concejalía de Cultura anuncia su intención de relegar las actividades de la Kakv al ámbito local, con aspiraciones al comarcal, no está planteando un proyecto de trabajo de carácter social y/o cultural. De hecho incluso está contando con la colaboración de muchas iniciativas que pueden ver en tal ofrecimiento la solicitud de un favor por parte de quien anteriormente les ha puesto las cosas difíciles o imposibles, cuando la solicitud viajaba en el otro sentido, cuando se les ha considerado como un producto menor, amateur, local. Por tal motivo es necesario y urgente que exista un planteamiento serio y consensuado entre la posición de la concejalía de Cultura de Villena y quienes participen artísticamente –y voluntariamente, casi con seguridad– en la creación de un proyecto sostenible, de beneficio mutuo y extensible en el tiempo.

Por otro lado, la verdad y siendo optimista, el supuesto traslado del Conservatorio supondría un nuevo obstáculo para la Kakv: una drástica reducción de personas que entran, salen, esperan, circulan, por sus entrañas. Algo que podría ser beneficioso para nuestra Biblioteca, por ejemplo, como para las salas de uso. Pero que, la verdad y siendo pesimista, supondría pasillos vacíos, el cierre de la cafetería y la problemática de un buen número de aulas preparadas para el uso actual, pero insuficientes para cualquier otra cosa.

Estoy totalmente convencido de que podemos hacer una Casa de Cultura entre todos y todas. Hacerla, disfrutarla y mantenerla. Porque ya ha ocurrido. Más de una vez. Incluso cuando “no era necesario”. Y la única consecuencia negativa, en ocasiones, ha sido la falta de reciprocidad del edificio con quienes han participado levantándolo y enriqueciéndolo. Por tanto, creo necesario que si ahora, en las circunstancias en las que nos encontramos, tomamos la decisión de que nuestra casa de cultura debe reconvertirse en un Ateneo Cultural, en un Centro Social, debemos hacerlo bien. Pero no juguemos a salvar las castañas del fuego para olvidar al cabo de dos, cuatro, seis años, a quienes están o han estado trabajando allí –y permítanme, queridas personas, nombrar a la Asociación La Campana sin dar más explicaciones–.

No se trata de volver a “aquellos tiempos” –que por otro lado encierran una gran mentira (económicamente hablando)– porque han pasado muchas cosas mientras tanto. Me voy a permitir nombrar dos: La Semana Fantástica de cine y La Cita. Así que si es hora de comenzar a hacer las cosas de otro modo, aunque sea a raíz de las circunstancias, vamos a hacerlas de otro modo: sin que resulte un apaño, sin carácter circunstancial o temporal. Porque apostar por lo local tiene sentido y valor. Aunque también necesitemos de sangre nueva que quizás dejemos morir, porque sus formatos profesionales dependen de espacios como el de nuestra Kakv. Ya me he ido del tema, o no. Tal vez por eso es importante hacer las cosas bien, pensar en el beneficio, pero también en las consecuencias.

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