El Ordenanza

El regalo estrella

El Ordenanza. Capítulo 252

Escena 1

  • ¡Estás loco!
  • ¿Loco?
  • Sí, loco.
  • No es para tanto, créeme.
  • ¡Nunca! ¡Me parece maravilloso!
  • Bueno, es el paquete básico. Ni siquiera he podido ver la página web de tu estrella.
  • Es… lo más bonito que han hecho por mí.
  • No lo creo: Amarte es bonito. Abrazarte es bonito. Escuchar tu respiración cuando duermes es bonito. Despertar a tu lado es bonito. Contemplar la lluvia en la ventana contigo es bonito… Esto… esto es solo una bobada que cualquiera que tenga 24 euros en el banco puede conseguir. Regalar una estrella es sencillo y barato. Una muestra más de que el capitalismo se renueva y se resiste a morir.
  • ¿Y por qué lo has hecho?
  • Porque tú lo mereces todo.

Escena 2

  • ¿Una estrella? ¿Es en serio?
  • ¡Ay, Gordi! ¡Es romántico!
  • ¡Pero vamos a ver, Bego! ¿Y yo qué hago con esto?
  • Pues no sé… ¿No te encanta saber que hay una estrella con tu nombre?
  • En verdad, hubiera preferido un tatu, Bego.
  • ¡Pero Gordi! ¡Tu nombre ahora es universal, como Nike!
  • ¡Hubiera preferido unas zapatillas de running!
  • ¡Gordi, te he regalado una estrella! ¿Qué más quieres?
  • No sé, Cari: tengo mono de tinta.
  • Siempre te puedes tatuar sus coordenadas.
  • ¡Buena idea! ¡Por eso estoy enamorao de ti, Cari! ¡Me voy a tatuar un infinito en tu honor!
  • ¿Y tú? ¿Qué me has comprado para el aniversario?
  • Eso.
  • ¿Qué?
  • Me voy a tatuar un infinito en tu honor.
  • ¡Ah! Je, je…
  • ¿Mola, eh?
  • Sí, sí… mola.
  • ¿Qué te pasa ahora?
  • No… nada.
  • ¿No te gusta?
  • No es eso…
  • ¿No te hace ilusión mi regalo?
  • Sí, Gordi, pero…
  • ¿Pero? ¿No te parece bastante bueno que me tatúe un infinito con tu nombre?
  • Ese es un regalo para ti, ¿no?
  • ¿No te parece bastante lo que hago por ti? ¿No te pago el gym todos los meses? ¿Eh? ¿No te pagué la inscripción para la media maratón de Valencia? ¿Eh? ¿Eh?
  • Sí, Gordi, pero…
  • ¡Ni peros, ni peras! ¡Me has herido emocionalmente, Bego!

Escena 3

  • ¿Una estrella?
  • Me pareció una idea muy original.
  • ¡Lo es, lo es! Sí…
  • Una estrella para mi estrella.
  • Y… ¿Quién es nadie para ir vendiendo estrellas por ahí? Es como… no sé… ¡vender humo!
  • No sé, Gabriela… es una cosa muy bonita, ¿no?
  • Sí, sí…
  • La otra opción era regalarte una lámpara con forma de luna llena pero, dada tu licantropía… lo de la estrella me vino caído del cielo.
  • Pero vamos a ver, Andrés: ¿Sabes a ciencia cierta si esa estrella está orbitada por un planeta o conjunto de planetas?
  • No, Gabri…
  • Entonces no tienes ni idea de si, en el hipotético caso de que haya un planeta orbitando mi estrella y dicho planeta cumpla con los requisitos para que exista algún tipo de vida, ¿también me regalas su existencia? Es… demasiada responsabilidad, ¿no crees?
  • Yo…
  • ¡Me parece muy raro, Andrés! No la quiero.
  • ¿Cómo?
  • Que la devuelvas, Andrés.
  • ¿Devolverla?
  • No quiero tener nada que ver con esa estrella.
  • ¿Cómo se devuelve una estrella? ¡Que esto no es Temu!
  • Les dices que no la quieres, que está defectuosa.
  • ¡Sí, claro! Les digo que ha sufrido daños en el transporte.
  • Andrés, esto es lo más romántico que han hecho por mí, pero no me siento capacitada para poseer algo tan valioso. Las estrellas tienen una vida agitada, muchas veces triste y siempre en constante lucha interior. Además, su final suele ser trágico.
  • ¿Lucha interior?
  • Luchas encarnizadas entre gravedad y presión.
  • No te sigo.
  • Su existencia es un canto a lo efímero. Nacen sabiendo que van a morir.
  • Siempre le podemos hacer un seguro.
  • … Sí…
  • Imagino que la cuota sería costosa.

Escena 4

  • ¿Has pedido un deseo?
  • ¡Voy! Deseo…
  • ¡No lo puedes decir!
  • ¿Por qué no, abuelo?
  • ¡Pues no lo sé! ¿Aurora, tú sabes por qué no se pueden decir los deseos en voz alta?
  • Porque no se cumplen.
  • ¿Y por qué no se cumplen, abuelita?
  • Pues… porque…
  • ¿Cómo puede cumplirse mi deseo si nadie lo conoce?
  • ¿No será que no es verdad que se cumplen?
  • Esto es como la magia, Javi: puedes creer o no creer pero nunca tendrás la verdad absoluta.
  • ¡Mira, Avelino! ¡Otra!
  • ¿Has pedido un deseo, cariño?
  • Casi todos mis deseos están cumplidos, Avelino.

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