Lo que pienso de

El Regante

Al Regante no lo debemos confundir con el “Regaor”. Para ser Regante no tienes que ser, ni saber regar. Tampoco el Regante tiene que ser necesariamente agricultor; si lo es, bien, pero también puede ser tornero o fresador. El Regante no va por el pueblo en una vieja furgoneta manchada de barro, de la tierra cada vez menos húmeda de nuestra huerta. El precio y las dietas del agua, la representación de los sangradores de la tierra, permite que vayan en coches de lujo. Por eso no los veréis agachados en los campos o encima de un tractor. El Regante toma aviones, acude a manifestaciones donde todo vale, donde cualquier pancarta es buena, ya sea para reclamar agua, o dimisiones, plusvalías urbanísticas o pelotazos medioambientales.
Para ser Regante lo único que tienes que hacer es apuntarte a una Comunidad de Regantes. Y una vez te has apuntado ya sabes de agua, formas parte de un club de escogidos que tienen como misión sacar el agua de los pozos para que se rieguen los campos, o para que los pueblos que no tienen pozos de agua en propiedad, o no tienen ríos con agua potable, o no tienen agua, la tengan porque los regantes se la venden. Por eso seguramente andan preocupados con la calidad del agua del Azud de la Marquesa, porque esta agua, no siendo apta para el consumo humano y siendo apta para el riego de los campos, les hará perder clientes. Por eso lo de la preocupación de los regantes por el medio ambiente no es más que una patraña para hacernos creer a los demás que les importa, pero no les importa. Como tampoco les importa la sobreexplotación de los acuíferos de Villena, cómo les va a importar si han sido precisamente ellos, los regantes, quienes los vienen explotando desde antaño. No tiene mucha lógica que en la radio, en la tele y en los periódicos aparezcan los regantes diciendo que les preocupa el agua que queda en el subsuelo de Villena. Y a la vez siguen solicitando pozos, siguen abriendo las entrañas de nuestra tierra para extraer de ella lo poco que queda, como han venido haciendo desde que no tenemos uso de razón. Seguramente el Regante en este momento esté viviendo en su propia esquizofrenia: no quiere el agua que otros le ceden, no se cree que tenga la suficiente calidad para que los campos se rieguen, exige que se le entregue un agua que dicen que sobra pero que todavía no ha demostrado que sobra, y a su vez sigue sobreexplotando, siguen abriendo heridas en el suelo no sólo para regar, no sólo para cultivar, también para especular, o para ayudar a que se siga especulando, multiplicando el valor de las cosas por miles. De eso también es cómplice el Regante.

Por un plato de arroz de una paella gigante, el Regante escucha y se cree lo que haga falta. Por un apretón de manos, el Regante canta y dedica canciones en su particular karaoke, si lo que está en juego es el agua para vender, que no para beber. Culpando luego a los políticos de que no se entienden con el tema del agua.

Los regantes son otro intermediario más, de los demasiados que tienen los agricultores, intermediarios en la gestión de los recursos y mediadores también en la opinión medioambiental. Tertulianos que no buscan el consenso, porque si de veras lo buscaran estarían menos en los medios y más en el tajo, que no en el Tajo.

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