Apaga y vámonos

El retorno de Don Arsenio

En su columna del pasado sábado en ABC, decía Juan Manuel de Prada que el hecho de que en vísperas electorales se exhume un catálogo fotográfico publicado en 2003 nos hace dudar sobre la sinceridad de los denunciantes, a quienes no parecen mover tanto las creencias que en tal catálogo se ultrajan como el propósito de perjudicar electoralmente a la facción política adversa. Más aún cuando esa misma colección fue expuesta en una galería de Valencia en 2003, habiendo rodado desde entonces por muchas ciudades de España sin polémica alguna. Quien quiso, la vio, y quien no, no, algo difícil ahora merced a la mega-publicidad que han proporcionado a la colección, entre otras, algunas páginas web del Partido Popular.
Ya se habrán dado cuenta de que estoy hablando de la polémica montada por la edición con dinero público (de la Junta de Extremadura, para más señas) de un catálogo de fotos pornográficas protagonizadas por santos, María Magdalena, la Virgen y Jesucristo, una colección que, a mi humilde entender, deja bastante que desear en fondo y forma, y que está recibiendo una inmerecida difusión gracias a un escándalo que tiene mucho de electoralista –por la parte que le toca al PP– e integrista –por parte de algunos colectivos católicos–.

Fotos al margen, creo que el verdadero quid de la cuestión en este caso y otros parecidos (la subvención de la obra teatral “Me cago en Dios” por parte de la Comunidad de Madrid de Esperanza Aguirre, por ejemplo) radica en la oportunidad o no de que con fondos públicos se promuevan productos culturales cuyos contenidos “atenten” contra las creencias o gustos de algún colectivo, algo muy difícil de llevar a cabo: o se prohíbe toda subvención, con lo que la producción cultural española se iba a ver mermada en al menos un 90%, o nos toca sacar del trastero las figuras del censor, el comisario político y los cazabrujas de McCarthy así como asistir a una escalada de despropósitos, porque si a alguien ofenden las famosos fotos, no sería de extrañar que, en justa reciprocidad, cualquier colectivo afirmara que se ve violentado por ciertos desfiles religiosos con penitentes flagelándose y sangre a raudales, y así, ojo por ojo, nos cargábamos de un plumazo cultura, espectáculo, tradición, creencias y devoción.

Dicho esto, y ante las críticas recibidas, quiero mostrar públicamente mi solidaridad con Genci Estevan y Eva B. López, responsables de la puesta en escena en la Casa de la Cultura, la semana que viene, de la obra “La revelación”, del cómico italiano Leo Bassi, un alegato contra las religiones monoteístas cuya contratación, al parecer, no ha sentado bien en según qué colectivos de nuestra ciudad, lo que, desgraciadamente, porque parece que en lugar de avanzar retrocedemos, me recuerda a la polémica surgida hace ya 19 añitos con la exposición de cómics “Primera Comunión y otros recuerdos sacrílegos”, de Ladrón, cuyos dibujos llenaron las paredes del Colosseo y alguna página de la Revista Villena para escándalo y sofoco de los seguidores de Don Arsenio, algunos de los cuales vuelven a escandalizarse de un tiempo a esta parte incapaces de asimilar que tras más de 2.000 años vendiéndonos su moto en régimen de monopolio, desde hace unos 30 tenemos el derecho (a Dios gracias) de cuestionarla, criticarla y rechazarla.

Para finalizar, y dado que algunas personas andan preguntándose quién es Leo Bassi, les diré que fue el alma mater de los Cursos Abiertos de Verano 2002, celebrados bajo la batuta de Vicente Rodes y su concejal de Juventud Manuel Carrascosa. Aquella edición de los CAV, con curso y actuación de Bassi incluidos, batió todos los récords de asistencia y aún es recordada como la mejor de todas las celebradas hasta ahora. Sin lugar a dudas, fue y es todo un acierto traerlo.

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