De recuerdos y lunas

Ella lo ha hecho todo

No sé cuánto me han alejado del culto mariano los mantos y coronas que ocultan las tallas vírgenes de las Vírgenes, la turbación de los aromas de las andas procesionales atiborradas de flores, los tronos enormes que en mazacote alejan los rostros sencillos de las tallas que representan –de María la Virgen– la Alegría o las Penas, las Angustias, la Amargura, el Amparo o el Desamparo, el Amor, el Amor Hermoso, el Auxilio, la Caridad, el Consuelo o los Desconsuelos, los Dolores, la Esperanza, la Gracia, lo Inmaculado, las Lágrimas, las Maravillas, la Merced, los Milagros, la Misericordia, la Paz, el Perdón, la Piedad, la Pureza, el Remedio, el Rocío, el Socorro, el Perpetuo Socorro, el Sacrificio, la Salud, la Soledad, la Victoria, las Virtudes… No sé cuánto.

Y no sé cuánta distancia de María me han procurado algunos cantos marianos ñoños de los muchos que conozco de las muchas flores de mayo que canté o ese color celeste o turquesa que, si no es en el cielo o en el mar, yo no veo en la María de los caminos polvorientos que siguen al hijo entregado. La Virgen que me hizo comprender a la Virgen es la que aparece en "El Evangelio según San Mateo" de Pasolini. María, la madre, no fue mujer de porcelana. María tantas veces dibujada como sumisa almibarada tuvo que ser fuerte, muy fuerte, para soportar todo lo que le tocó soportar.

Visito las iglesias con devoción. Y con devoción me persigno al entrar. Especialmente en los viajes me gusta reposar en un banco de cualquier templo y sosegar la visita. Acomodar la vista cegada por el sol exterior al interior recogido de un altar y... Y rezo si rezar es agradecer las buenas del viaje. Y rezo si rezar es pedir que el viaje continúe bien. Y rezo si rezar es dar gracias por viajar.

Mi madre me enseñó a rezar. Costumbre que abonaron los Salesianos sin aventar prejuicios. Oración desde la libertad. Por esto, porque mi experiencia en el Colegio Salesiano todo fue crecer, me duelen los testimonios que hablan pestes violentas y represivas de los curas, como me duelen los casos de abusos que denuncian una iglesia abominable que yo no sé porque no es mi iglesia y maldigo. Entre las devociones que mi madre me inculcó y alimentaron los Salesianos está la devoción a María Auxiliadora. Todos los veinticuatro de mayo –como los treinta y uno de enero por San Juan Bosco– me viene el colegio con todas sus mieles. El día de María Auxiliadora si caía lectivo era también día de fiesta: Misa, juegos, cine, teatros... Que los Salesianos siempre han hecho divertida la devoción y devota la diversión.

Y ahora que traigo lo salesiano, releo el magnífico estudio que Fernando Ría García ha dedicado a la Inspectoría Salesiana San José en su cincuenta aniversario. A esta inspectoría, escindida de la Tarraconense en 1958, pertenecen los Salesianos de Villena. En el libro se corrobora con hermosura la magna labor de los Salesianos en toda la inspectoría "valenciana" –desde Zaragoza a Cartagena– en sus cincuenta años que, casa por casa, son muchos más. Villena desde 1917. Releyendo esta historia, sólo cabe gratitud. Ahora especialmente para D. Tomás Sánchez director de la casa villenense que puso en mis manos dicho libro. Ellos, los Salesianos, humildemente seguirán diciendo que "Ella sí, lo ha hecho todo" pero yo he visto trabajar mucho a los Salesianos que conocí. Que Dios y la Virgen les bendiga. Que les protejan y nos los guarden eternamente. Que les procuren vocaciones para que sigan educando juventud. Que falta nos hace.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba