De recuerdos y lunas

En El Túnel

A pesar de que en esta columna preferiremos hablar del pasado, traemos hoy el futuro. Futuro que deseamos próspero en las artes a Isabel Aparicio. Porque lo que es en la docencia lo tiene bien ganado, peleando todos los días con vocación en esta profesión tan maltratada por los tiempos en que vivimos.
Esta semana que viene, en El Túnel, expondrá Isabel su obra "Álbum de cromos". La inauguración de la exposición será el día 11, a las ocho. En las vísperas de El Pilar. La colección de pinturas nació para ilustrar nuestro trabajo "Álbum de cromos. Prostitución en Villena (1906-1931)", pero los límites de presupuesto no nos permitieron incluir en el libro la totalidad de las estampas que Isabel realizó y que ahora trae a Villena.

En realidad esta exposición estaba programada para junio pasado, mas un acontecimiento gozoso para Isabel, para su familia, exigió el posponerla. Aquí ya caben mil agradecimientos a los amigos de El Túnel, que desde el primer momento y hasta la fecha han mostrado una gran bondad. Primero por apostar por esta exposición, segundo por comprender los cambios de fecha. Y siempre por hacer gala de afecto por las inquietudes de tantos artistas que estallan al público. Sobre todo en este mundo del arte del pincel donde tanto negocio aceitoso de camarillas corrompe la creación.

Isabel Aparicio Ibáñez aceptó desde el primer momento mi propuesta de ilustrar el trabajo. Antes, desde que nos conocimos en el instituto de Bigastro, ya había puesto imagen a algún escrito mío. Bien para algún poema, en una revista de los Caballeros de Tadmir de Orihuela y en alguna publicación de Semana Santa tanto de Orihuela como de Villena. Bien para otros textos en la revista de la Asociación de Navidad y Reyes de Las Virtudes. Y en la revista "Villena". Cuando "Álbum de cromos", Isabel aceptó este nuevo reto. Y digo reto porque cuando yo le planteé la colaboración, mi estudio no estaba plenamente terminado. Estaba haciéndose. Yo le pasaba textos que eran borrador de lo que habrían de ser definitivamente. Y al hilo de estos borradores, Isabel fue creando las imágenes. Además de lo que yo escribía, le dejé algunos libros sobre Villena, para que fuera conociendo ciertos espacios que nombraba. Aquí hay que aludir también al mérito de Javier Gimeno Blanes, el marido de Isabel. Javier es descendiente de villenenses, pero a este mérito que es mero accidente en las personas, ha sumado una pasión amorosa por la tierra de sus antepasados. Así, estima conocer —me consta que los conoce—los espacios que pisaron sus abuelos y sus padres. No en vano, orgulloso de la tierra de los suyos, había enseñado con honra a Isabel la tierra villenera. Con todo ello (borradores, libros y contagio familiar) Isabel fue robando colores al cielo y al infierno para recrear lo escrito. Si bien, como acertadamente señaló en el prólogo del libro el amigo Ángel Luis Prieto de Paula, los dibujos de Isabel tienen vida propia al margen del texto. ¡Bendita sea!

"Las bellas ilustraciones de Isabel Aparicio —escribió el profesor—, aunque se ponen al servicio del texto, tienen capacidad de volar solas: así como el texto no es sólo el excipiente de la documentación, las ilustraciones no son sólo subrayados del texto, sino que dialogan con él, a veces diciendo lo mismo en un código distinto, otras veces presentando una visión que contrasta con la que aporta el discurso literario." Pues eso, que vuelen solas para regocijo de los espectadores. Que vuelen solas para el deleite del público. Y que lleven a Isabel donde los laureles.

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