El Ordenanza

Enemigo mío

El Ordenanza. Capítulo 108

Escena 1

  • Buenos días, Avelino, ¿cómo le han ido las vacaciones?
  • Muy bien, señor Alcañiz.
  • ¿Sabe si ha llegado el alcalde?
  • Todavía no.
  • ¿Podría decirle cuando llegue, que suba a mi despacho?
  • Por supuesto, don Juan José.
  • Gracias, Avelino.

Escena 2

  • En serio, Juanjo: que sabiendo que soy vegano, me traigas a una brasería, no tiene perdón de Dios.
  • Es que hacen un solomillo a la reducción de Pedro Ximénez que quita er zentío!
  • ¡Qué malo eres imitando acentos! ¡Qué bochorno!
  • ¡Y tú qué agrio! ¡Pídete una ensalada y no marees!
  • Claro, mientras tú degustas un solomillazo, yo me como una ensalada resobada y, luego, pagamos a medias. Todo en orden. ¿Para qué me has traído?
  • Para comer.
  • Ya. ¿Y qué más?
  • Vale. Quiero que me expliques por qué me habéis quitado la tenencia de alcalde.
  • Vale. Porque has hecho lo mismo con el puesto, que conmigo hoy: traes a un vegano a una brasería. Has dado en el clavo con lo que necesita el pueblo, Juanjo. ¡Te has coronao!
  • Yo…
  • Tú no has tenido filtro, Juan José. Si estuviéramos en Suecia, habrías dimitido.
  • Pero estamos en España.
  • Claro, por eso te hemos creado una concejalía a tu medida. Así no tenemos que reconocer que no has estado a la altura.
  • Eso es muy duro, tío.
  • Ya…
  • Mira, Juanjo: te iba a hablar de las virtudes de un tomate “corazón de buey”, más conocido como tomate “huevo de toro”. Te iba a decir que, si lo observas bien, es el alimento perfecto para el verano. Te podría intentar convencer de que, si lo analizas, puedes identificar el solomillo, la sangre y los trescientos gramos de carne magra de este tipo de tomate… pero esto es una brasería, sus tomates no son “cor de bou” y yo no tengo mucho apetito.
  • ¿Te vas?
  •  ¿Te molesta?
  • No te entiendo…
  • El tomate “corazón de buey”, Juan José, sólo se puede encontrar en los comercios locales. No creo que me entiendas. Por cierto: he oído que La Oreja de Van Gogh lo están volviendo a petar.
  • ¡Hombreeeee!¡Si está aquí la plana mayor del equipo de gobierno del Muy Ilustre!
  • ¡Buah, el Roque!¡Lo que me faltaba ahora!
  • ¡Voy un momentico al baño y me siento con vosotros!
  • Bueno, Roque, yo me iba ya. Aquí, Juanjito, estará encantao de acompañarte.
  • ¡Tú te lo pierdes, alcalde! Ahora vengo, Juanjo.
  • ¡No puedes ser tan cabronías de dejarme con el Acevedo!
  • Seguro que lo pasas guay, amigo.

Escena 3

  • Niña: tráete una botellica de Trabuquero, que el tempranillo que están bebiendo éstos es una puta mierda. ¡Menudos maricones!
  • Roque, igual me tenías que haber dicho que iba a venir tu tío.
  • ¡Anímate, Juanjo! ¡Ya verás qué risera!
  • No estoy muy seguro, la verdad.
  • No pierdas altura, Juan José. Nos vamos a partir la caja torácica.
  • ¡Esto sí que es un vino con dos cojones! Niña, ponme un tercio… no me mires así, es pa que el morapio no se sienta solo en las tripas.
  • ¡Madre mía!
  • Los Mano-Cuero tenemos los huevos muy bien puestos. El Roque no. Éste ha salido a la familia de su padre. No sé qué mierda vio mi hermana en tu padre, la verdad. No sabes lo que me pasó el otro día.
  • ¿Con mis padres?
  • ¿Qué dices de tus padres ni tus padres? El otro día, estaba yo pegando una pellá…
  • ¿Una pellá?
  • Cagando, hijo, cuando de pronto, empieza una niebla que entraba por la ventana (que a mí me gusta cagar siempre con la ventana abierta, oyes, que yo soy mu mirao pa esas cosas… en invierno y en verano).
  • Pues eso, que estaba yo ahí, con la tortuga asomando ya la cabeza y se pone la niebla… espesa… y se empieza a poner verde.
  • ¿Verde?
  • ¿Es que no lo has oído? ¿Ves como es clavao a la familia de su padre?
  • Perdona, tío.
  • Pues se pone todo verde y, cuando me doy cuenta… ¡el culo se me estaba despegando del váter! ¡Me cago en la hostia! ¡Menudo atracón!
  • Ya te digo…
  • Sí, sí… Roque… si me vuelves a interrumpir, ¡te pego un puñetazo que te arranco media cabeza!
  • Perdona, tío.
  • Siga, siga, señor Mano-Cuero.
  • Total, que empiezo a escuchar unas voces en la cabeza… dentro, ¿sabes?… como silofónicas… ¿sabes cómo te digo?
  • Más o menos…
  • “Terrícola, venimos en son de paz. No vamos a hacerte daño. ¿Te importa que te traigamos a nuestra nave?”. Y yo les dije: “¿No os podéis esperar que termine de estucar el piso?”. Y va y me dice el puto marciano: no te preocupes, no tenemos nariz”… ¡hijoputa el marciano!¡Este se me quiere llevar arrastrando!
  • ¡Dios mío!
  • Así que, cuando ya se me estaba quedando atrás el pellejo de los huevos en la taza, apreté fuerte el vientre y salió un zurrullo como un niño de tres años. ¡Nena, tráeme otro tercio!
  • ¿Quieren ustedes postre?
  • ¡Pide mousse de chocolate, Roque!

Escena 4

  • ¡Como os lo cuento, tíos! Al tipo se lo llevaron a la nave y, cuando le quisieron meter un tubo por el ojal, pa hacerle pruebas, ¡se lió a mamporros con los marcianos!
  • Jajajajajajaja ¡Hostia, el Mano-Cuero! ¡Es el puto amo interestelar!
  • ¡Y lo mejor es que dice que le dio el número de teléfono a una marciana que le hacía ojitos!
  • Jajajajajaja
  • ¡Imaginaos el ADN del pavo en Marte!
  • ¡Menuda imagen que vamos a dar los terrícolas!
  • Jajajajajajajajajaja
  • ¿Ves como, al final, no ha sido tan malo que no hayamos comido juntos?
  • ¡Ya te vale, amigo!

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