El Ordenanza

España arde

El Ordenanza. Capítulo 199

Escena 1

  • Odio la rutina veraniega. Los primeros calores, el Tour de Francia, el posado de Ana Obregón, los primeros incendios forestales…
  • Ahí llegas tarde. Este año ya llevamos más de setenta mil hectáreas quemadas.
  • ¡Qué barbaridad!
  • La primavera ha acabado con más de quince grandes incendios. ¡Es una locura!
  • ¡Es un verdadero desastre!
  • Los datos que ofrece 2023 cuadruplican la media de superficie arrasada de la última década. Además, dos tercios de los incendios de 2022 fueron provocados o consecuencia de negligencias.
  • ¡Nos vamos a cargar el planeta!
  • No lo creo. Que el ser humano es el piojo de la Creación es un hecho, pero no tiene tanta fuerza como para acabar con La Tierra, aunque sí le hace mucho daño.
  • Bueno, eso si no hay ningún flipao que apriete el botoncito de autodestrucción y comiencen a llovernos misiles atómicos por doquier.
  • ¡Huy! ¡Cuánto tiempo sin oír lo de «doquier»! ¿De dónde lo has sacao, Andrés? ¿De la Gramática de Nebrija?
  • ¡No empecemos, Juanjo, que estoy sensible con lo de los incendios!
  • ¡Y con la calor que hace, más!
  • ¿La calor o el calor?
  • Aunque el término correcto para la lengua culta sea «el calor», en numerosas zonas de España y América se usa el término en femenino.
  • ¡Ostias! ¡Arturo Pérez-Reverte Gutiérrez!
  • Esa ostia va con «h», zangolotino. Si no la llevase, en vez de un buen sopapo, darías una almeja grande.
  • Pero, ¿qué hace usted aquí, señor Pérez-Reverte?
  • Nada, que iba de camino a Cartagena, para ver si estaba en el mismo sitio y, al pasar por la autovía os he oído decir lo de «la calor» y he venido a ponerle fin a vuestra incultura, como puse fin en 1994 a la conjura que se cernía sobre mí al malinterpretar, el por aquel entonces director de RTVE, Ramón Colom, una frase de mi novelaza Territorio comanche, seguramente influido por el tenebroso Jordi García Candau. ¡Menudo par de hideputas! Después de ofrecerme dos programas de mierda en la tele, querían hacerme la creciente y expedientarme a mí, a Arturo Pérez-Reverte, por justificar gastos en zonas de guerra con facturas falsas. ¡Pero si yo no he pedido una factura en mi puñetera vida! ¡Que soy Pérez-Reverte, coño! ¡Que tengo los huevos como los orbes de los leones de la Cortes, oigan!
    Lo que pasa es que son un par de rencorosos y, se nota que, una de mis genialidades les vino mal. Bueno, como ya les dije en mi carta de renuncia: ¡Que les den morcilla! A ver, bonicos: ¿alguno de vosotros recuerda el careto de Jordi García Candau o el de Ramón Colom? ¿A que no? ¿Veis? Un par de fracasados es lo que son. Sin embargo, si os pregunto quién escribió La carta esférica, ¿eh? A ver, tú, muchacha de sabrosas carnes, ¿cuál es tu nombre?
  • Gabriela.
  • Dile a tus amigachos quién fue el puto genio que escribió La tabla de Flandes, anda.
  • ¿Usted?
  • ¡Claro que yo! ¿Quién crees que iba a tener semejante ideaca? A ver, tú, que tienes cara de haber leído mucho el Marca. ¿Quién escribió la famosa serie de novelas El capitán Alatriste?
  • Usted y su hija Carlota, creo.
  • Bueno, bueno. Carlota y yo jugamos a escribir el primer libro pero, el que se curró los otros seis fue el chache. ¿Alguna duda de quién es un escritor cojonudo y quiénes unos directores de RTVE de chichinabo?
  • No, no.
  • De hecho, no nos habíamos planteado…
  • ¡Mal hecho! ¡Las cosas hay que plantearlas! Porque, si no se plantean bien, puede ser que te contraten como guionista para una película, luego termine siendo un fiasco en taquilla y, para colmo, un puñado de leguleyos te haga pagar ochenta mil euros por plagio… ¡a mí! ¡A Arturo Pérez-Reverte! ¡A mí, que tengo una creatividad innata y, por qué no decirlo, más cojones que el caballo de Espartero!
  • Nosotros solo hablábamos del desastre medioambiental que estamos pasando este año con tanto incendio, don Arturo.
  • Don Arturo Pérez-Reverte.
  • Perdón, don Arturo Pérez-Reverte.
  • ¿Cómo te llamas, hijo?
  • Pues… todos me dicen alcalde porque, realmente, no tengo nombre.
  • Mejor, porque me la bufan todos los nombres que no sean el mío. ¿Eres alcalde?
  • Sí.
  • ¿De derechas o de izquierdas? ¡Espera! ¡No me lo digas! Si estabais hablando de incendios… deduzco que sois de izquierdas. Si fuerais de derechas, hablaríais del Rocío, de encauzar el país o de enterrar las fotos de Feijóo y Marcial Dorado para que la mierda no les salpique el día 23 J.
  • ¡Joer, cómo se las gasta usted!
  • No, no. Es que tenemos un panorama político lleno de rascatripas que no sirven ni para calzar una mesa. ¿Quién va a cuidar del estado de bienestar del país? ¿Sánchez? ¿Feijóo? ¿Echenique? ¿Abascal? ¡No me jodas! ¡Lo tenemos más que crudo! ¡Menos mal que tenemos un rey alto y guapo, aunque tampoco sirva ni para tacos de escopeta! Aquí solo hay una persona que nos puede sacar del atolladero: yo, pero no me sale de los huevos ser el salvador de un país que lleva quinientos años en decadencia.
  • Es usted muy modesto, señor Pérez-Reverte.
  • Bien lo puedes decir, hijo. Yo he sido puta antes que monja. Bueno, pandilla de tunantes, prosigo mi viaje por el sureste. ¡Que os den morcilla!
  • ¡Ha desaparecido!
  • Lo de este hombre es…
  • Impresionante, lo sé.
  • ¿Pero usted no se había ido?
  • Yo estoy en todas partes, hijos míos… ¡en todas paaaaaaaartesssss!

Escena 2

  • No se lo va a creer, Avelino. ¿A que no sabe quién ha venido al Bar Vero hoy?
  • ¿Arturo Pérez-Reverte?
  • ¡Guaaaauuuu! ¿Cómo lo ha sabido?
  • Ha pasado por aquí.
  • ¡Qué tío el Pérez-Reverte!
  • Y que lo diga usted, señor alcalde.

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