De recuerdos y lunas

Está la cosa jodía

Que los malabaristas políticos y los economistas especializados llamen a lo de ahora que espolsa nuestros bolsillos como quieran llamarle. Que unos quieren decirle "estancamiento", pues estancamiento. Que unos quieren apuntalar el término "crisis", pues que apuntalen el término crisis. Que otros "desaceleración", pues desaceleración. Que "deceleración", pues deceleración. Que "recesión", pues recesión. Que "ralentización", pues ralentización... Y ya no entremos en los apellidos. Porque se ha dicho de la crisis, desaceleración o lo que sea, de todo: intensa, rápida, transitoria, profunda, pronunciada, global, parcial, sectorial...

Para la crisis de 1929, la del crack en Wall Street, y ya ha pasado tiempo, hay quienes discuten todavía y sin ponerse de acuerdo sobre sus causas. De "superproducción" hablan unos especialistas, de "subconsumo" otros. Cosas de la Historia. Cosas de la Economía. Al final, son palabras que nos marean y que cuando vivimos directamente similares contextos, por decir unas u otras no mejoran la situación. Superproducción o subconsumo, en 1933 Estados Unidos llegó a tener alrededor de trece millones de parados. La realidad es la que es. Las palabras, palabras.

Que unos términos pueden arrastrarnos al pesimismo y otros al optimismo y que los ánimos o desánimos repercuten en una mayor dinamización o caída puede influir en la búsqueda de una solución. Pero si el pollo sube, el pollo sube. Si la prudencia es recomendable, el no querer ver la realidad, es irresponsabilidad. Hoy, siendo estancamiento, crisis, desaceleración, deceleración, recesión... O lo que sea, "¡está la cosa jodía!" La expresión, sin más revueltas, se la cogemos a Eustaquio Cabanes que releemos estos días camino del verano en el tomo primero de "Cosas de mi pueblo". El verso pertenece a un escrito de 1979 que no se publicó. Y no sé por qué no se publicó entonces. Habrá que preguntárselo a Eustaquio. En aquellos versos, entre otras cosas, Jelipe decía: "En estos últimos años / la crisis s'ha puesto en moda, / y cuando t'hablan de crisis, / hay crisis pa to a toas horas. / Antaño aún había más crisis, / pero como no esistía / esa palabra, decíamos: / ¡Está la cosa jodía!".

Antaño u hogaño, la cosa está jodida. Lo peor es cuando toca el trabajo. Si suben los precios pero hay trabajo uno reajusta el presupuesto y un poco de aquí y un poco de allá... Y esto para la hipoteca que se lleva más, esto para los garbanzos y esto para acullá... Vamos tirando. El problema es cuando, por no haber trabajo, no hay qué distribuir. O cuando lo "básico" agota nuestro bolsillo. Esto sí que asusta. Y aquí hay que entender el razonamiento de Jelipe. Porque hoy lo "básico", aquello que decimos no poder prescindir, es mucho más que lo "básico" del pasado.

Hace unos años, ¿diez? ¿once?, el teléfono móvil era un lujo. Hoy hasta los gatos llevan móvil. Hace unos años, ¿quince?, el aire acondicionado en el coche ni era. Hoy, si se nos estropea, resulta una tragedia. Es más, los coches parecen diseñados para no poder circular con las ventanillas bajadas, como tantas veces hemos viajado. Cuando lo intento en el mío parece que se me ha colado un reactor. Nuestras "necesidades" sin duda han crecido. Además, por otro lado, las crisis de antaño que dice Jelipe muchas de ellas no eran crisis sino miseria, perpetua miseria en una sociedad de muchos contrastes. Y hablando de Jelipe, que no se me olvide: Crisis o recesión, a pesar de que la cosa esté jodida, guarden algunos euros para principios de agosto que Eustaquio, mi pariente, me dice que el tomo segundo de sus escritos ya sale. Yo ya he apartado algunas perras.

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