Advertencia
Para alguien que escribe, lo más importante deben ser sus lectores. Al fin y al cabo, son ellos los que aguantan sus laberintos mentales. Esto es romántico.
Para alguien que escribe, lo más importante debe ser que sus ideas sorprendan, una vez y otra, al que digna poner sus ojos en su conjunto de grafías. Esto es jodido.
Para alguien que escribe, su ego pasa a segundo plano y, lo más importante es, realmente, que alguien lo lea y que saque sus propias conclusiones.
Gracias por aguantar mis cosicas, estimado lector de El Ordenanza: usted es el protagonista de este capítulo.
Escena 1
- Podríamos decir que… las andanzas y desandanzas de este típico retrato socio-cultural que representa El Ordenanza, narrado en tiempo presente de indicativo y multiprismático, conecta con un tipo de literatura pasada de moda pero, realmente, atemporal… como de la Transición. Su lenguaje es desleído y su prominente tendencia a los temas escabrosos, y frecuentemente escatológicos, son enfocados desde un punto de vista omniescente, donde el autor se atreve a interactuar con el pasado, el presente y el futuro de sus personajes, enfrentando sus quehaceres diarios con un sinfín de aventuras guiadas, la mayoría de ocasiones, por una firme pluma y un código ético encomiable. Así, pienso que el relato está traído de una manera brillantísima, brillantísima. Ehhh… en realidad… ehhh, a ver cómo decirlo… es una mierda. El chaval se esmera en parecer gracioso y tal pero… pocas veces lo consigue… pocas… por decir algo, claro… porque esto de El Ordenanza es una cosa que no tiene fuste. Vamos, que a esto le tiras un misto y no arde. Es un panfleto, donde la broma fácil y chusquera se entrelazan sin más. Lo mismo el tío se cree chispeante pero… no.
- (CORO) ¡Así las gasta el Golem!
Escena 2
¡Mi yerno me ha mandao el capítulo de El Ordenanza de esta semana! Voy a abrirlo… vamos a ver… a ver por dónde sale. ¡Ostras! ¡Noventa y nueve capítulos! ¡Hay que ver lo que le ha dado de sí la idea a este chico! No es por nada pero, tener carrete para escribir noventa y nueve capítulos es… que hace unas descripciones que parece que estés allí, de reales que son… a ver… hay que ver, el Avelino qué aguante tiene, el hombre… y qué educado es, siempre tan bien planchado. Además, que me he dao cuenta de que sale en todos los capítulos… a ver qué le dice al alcalde…
Parece que esta semana la cosa va reivindicativa: habla sobre la ruina y caída de los edificios de la colonia modernista. Están cayéndose a pedazos… ¡qué lástima que el alcalde no pueda hacer nada!
¡Jajajajajajajaja! ¡Joer, qué puntazos que tiene! Siempre pasan unas cosas curiosísimas, como en aquel capítulo, el de las setas… qué hartón de reír… que yo no entendía nada y, de repente es que el alcalde se había comido una seta y se había colocao ahí, ¡en pelotas y todo! ¡Jajajajajajajajaja!
¡Ostras! Esto es verdad. Esto da que pensar…¡Voy a darle la estrellita máxima!
Escena 3
- ¡YEAH!
Escena 4
- ¡Uffffff! Demasiado duro este capítulo… creo que no hace falta exponer las cosas así. Me parece horrible. Es innecesario. Voy a dejar de leerlo.
Escena 5
- ¿Otra vez jueves? Mañana tengo que ir a su casa, que tengo una reunión y me hace falta el wifi... ¡Me voy a tener que proponer leer algún capítulo antes de que se acabe!
Escena 6
- ¡Pero vamos a ver! ¿Qué moverá a un tío a poner tanta tontería junta?
- ¡Y encima publicarla! Hay que tener valor…
- Este tiene más cara que espalda…
- ¿Pero no era tu amigo?
- Si no lo fuera, ¡lo iba a leer su abuela!
Escena 7
- Creo que David debería plantearse hacer una selección de los mejores capítulos y publicarlo en papel…
- Tienes razón. ¿Le hacemos una cerveza para celebrarlo?
- ¿Estás loco?
- Esa edición bien merece una buena cerveza artesana, jefa.
- ¡Enga! Una doble tostada sin gluten… además… creo que tengo el nombre perfecto para esa birra: ¡EL ÔRDENANZA DE LA CERVEZA!
Escena 8
- ¿Para esto vine yo al mundo hace dos mil veintiún años? ¡Si lo llego a saber, no muero por sus pecados!
Escena 9
- A ver qué se cuenta este tío hoy. Noventa y nueve capítulos… ¡qué agonía! ¿No se queda sin ideas? ¿No se cansa? Seguramente tratará de cosas progres, porque se le nota a la legua que es rojo. Hablará de cosas como la cantidad de gente que ha dejado de respetar lo de las mascarillas o lo de saludarse con el codo, si no le da por los micromachismos que se pueden escuchar en una lavandería o meterá algún rollo moralista por el estilo. Seguro que intenta ser irónico, diciendo que, la gente, ya tiene asumido que hacer la colada es una tarea no sexista y que cualquiera puede hacerlo. El típico argumento de los de izquierdas para hacerse los guays y conseguir el voto femenino. ¡Jodidos venezolanos! Se les ve demasiado el plumero.
Epílogo
- Avelino, he tenido un sueño extrañísimo: He soñado que éramos personajes de una novela por fascículos, en la que tú eras el protagonista y que, cada semana, nuestra vida salía publicada en un periódico. ¿Será verdad que somos personajes?
- Aurora, si lo piensas bien, ese es un concepto muy cristiano.
- No sé, me pone nerviosa saber que puede haber alguien inventando nuestro destino…
- Tranquila, con el aprecio que nos tiene el de arriba, no debemos temer nada malo. ¿Qué opina usted, don Federico?
- El pastor bobo guarda las caretas.
Las caretas
de los pordioseros y de los poetas
que matan a las gipaetas
cuando vuelan por las aguas quietas.
Careta
de los niños que usan la puñeta
y se pudren debajo de una seta.
Caretas
de las águilas con muletas.
Careta de la careta
que era de yeso de Creta
y se puso de harinita color violeta
en el asesinato de Julieta.
Adivina. Adivinilla. Adivineta
de un teatro sin lunetas
y un cielo lleno de sillas
con el hueco de una careta.
Balad, balad, balad, caretas.