Apaga y vámonos

¡Esto es un atraco!

Nos lo venían avisando desde hace años, pero no les hacíamos caso, y al final, plof. Los malos augurios se han cumplido y las hipotecas han subido en diez meses entre 60 y 120 euros, y lo que es peor, según vaticinan todos los expertos van a seguir subiendo a un ritmo similar durante los próximos meses. Y eso por no hablar de los carburantes, que Bush mediante y con Irán de por medio el cachondeo va a ser pequeño. De manera que el que acaba de recibir las llaves de su piso ya se puede encerrar con ellas y no pisar la calle en diez, quince, veinte o veinticinco años, porque no le va a quedar un duro de su sueldo –de su sueldecillo en muchos casos– para gastar.
¿Que cómo va a ir a trabajar? ¡Pues que le traigan el trabajo a casa! Que “teletrabaje” o que mande el trabajo a la oficina por medio de un mensajero (siempre que sea el jefe quien lo pague). Si trabaja mucho-mucho-mucho puede que le quede algo de calderilla en el bolsillo para poder pedir una pizza por teléfono, sin bebida ni complementos, eso sí. Y luego, con las pagas extra (si acaso es de los afortunados que las tiene), puede hacer un exceso y poner el pie en la calle para ir al cine o a cenar por ahí. ¡Qué derroche!

¿Y qué pasa con las parejitas que acaban de casarse –o no– y que por aquello de que “España iba bien” se han liado la manta a la cabeza y se han embarazado? ¿Y con aquellas que acaban de tener el churumbel? —(Breve inciso para consumo interno: Queridos Elia, Vicente, Sara y Paula, no hacer mucho caso a este cascarrabias y disfrutar todo lo que podáis de este maravilloso mundo. ¡Bienvenidos!)—. ¡Con lo que cuesta un niño! Pues una de dos, o devuelven el niño o devuelven el piso. Y claro, el niño no lo vas a devolver después de haberlo visto ya en la ecografía, que casi le has escuchado decir “mamᔠy “papá”, y después de haber gastado un pastón en decorar su habitación de azul, porque es niño, y muy niño, amigos, que eso estaba muy claro en la ecografía sin necesidad de ampliar la imagen, no. O sea, que va a salir a su padre, con un par.

Y el piso tampoco lo vas a devolver, faltaría más, porque anda que no has sudado y te has deslomado en el tajo para pagar la entrada (en negro, of course, o “en B”, que queda más fino). Con la pasta que has tenido que soltar y los meses de retraso sin explicaciones por parte de la promotora que has sufrido, con la pelea con la parienta por el color de las cortinas y lo que has tenido que aguantar a tu queridísima suegra… por mucho que suban las hipotecas a ti sólo te sacan de tu casa con los pies por delante y en una caja de pino.

Así que sólo nos queda una tercera opción: valorar la posibilidad de alquilar una habitación con derecho a cocina: “Recién casados –o no– alquilan habitación con derecho a cocina para poder pagar la hipoteca”. Y bien mirado, no es una mala propuesta. Alquilas una habitación a un o una estudiante con derecho a cocina… y con derecho a “quedarse” con el niño de canguro para que os podáis permitir salir a pasar el fin de semana por ahí… ¿A pasar el fin de semana por ahí? ¿Con qué coche, si lo acabáis de vender porque no tenéis ni para gasolina?

¿España va bien? ¡Por los cojones!

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