Viéndolas pasar

Estoy en la 2

¡Macho!, que estoy en la 2 –le decía por teléfono muy ufano a un amigo. Y el buen hombre que acelerado me devuelve la llamada al cabo de un rato diciéndome que estaba con el mando, dale que te pego, pero no veía más que un documental. ¿Sales en eso de los monos? No te habrás metido en política, ¿verdad? –atropellaba las preguntas, que sonaban como amenazas. Que no, hombre, que salgo en la 2 del periódico. ¡Ah, bueno! Pensaba que era algo importante –respondió.
Y claro, uno se queda hecho un ocho pero arrugaico, porque, ¡qué quieren que les diga! Para mí suena a ascenso esto de pasar de la página 18 a la 2 de este periódico. Echaré en falta al bueno de Gracián, quien ha ocupado con dignidad este espacio semanal desde el inicio de la singladura de este barco y por supuesto, echaré de menos al perrito que semanalmente acompañaba mis columnas de la 18.

La verdad es que estar en este lugar de privilegio es una responsabilidad mayor porque el lector llega con ganas y esta columna es la primera que se encuentra, además, justo enfrente está Mateo Marco, nada más y nada menos.

Pero defenderé la posición, amigo Gracián, como he hecho siempre que he considerado oportuno, hablaré como tú lo has hecho de aquello que me parece tan necesario y justo como es el derecho a ser y sentirse español, incluso a ser de derechas o de centro y no soñar que no existe el resto del mundo, que no existen aquellos que no piensan como uno, como sueñan y publicitan otros.

Porque cuando uno sueña que no existe nadie que piense distinto de uno mismo, realmente desea que sólo exista un pensamiento único y el pensamiento único es lo que practican los dictadores, lo imponen. A los que amamos la democracia nos alegra la diversidad política, nos parece excelente que existan partidos a la derecha del centro, en el centro y a la izquierda del centro y nunca se nos ocurriría, creo y espero, soñar que no existen los demás.

Y ya que hablamos de la diversidad política, les cuento que me invitaron a asistir hace unos días a la convención del nuevo partido que estrena andadura en esta legislatura y que, hasta donde llegan mis informaciones, está vinculado al fenómeno de Ciutadans que tanto éxito ha obtenido en las recientes elecciones catalanas. Para tranquilizar corazones inquietos o plumas de disparo rápido, diré que no fui a dicha convención, estaba lejos de aquí.

Este partido que, de momento, no parece que vaya a tener representación en Villena, sí la va a tener en poblaciones próximas y creo, auguro, un futuro de crecimiento. No sé si a costa de los desengañados de los dos partidos mayoritarios y especialmente nutrido de socialistas moderados, como se decía –según me han contado– entre las cuatrocientas o quinientas personas que se dieron cita en dicha convención celebrada en Valencia. Cifra que, por cierto, es señal de que la cosa va en serio.

Lo cierto es que la aparición de este partido demuestra la capacidad de reacción del pueblo, que estaba empezando a mostrar signos de estar cansado del radicalismo al que estamos asistiendo. Tres escaños, de entrada, en Cataluña es un hito a tener muy presente y muy presente deben tener los responsables de esta iniciativa política que el ciudadano está agotando su capacidad de desengaño. Me queda una duda por resolver, ¿dónde quedan los partidos de ámbito local? Parece claro que este nuevo partido nace bien arropado pero necesita, también, comer esa parte de la tarta. Hablaremos más de este tema, seguro que da mucho de sí.

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