De recuerdos y lunas

Guía

La semana pasada desde esta columna viajamos a Toledo. Y una vez en Toledo subimos al cielo de la mano del Greco. Bautizábamos entonces nuestro artículo con un título que copiamos de una guía que llevábamos en el bolsillo. La guía era la vigésima primera edición, de marzo de 1973, de "Un día en Toledo (Guía artística ilustrada)". Obra de Pedro Riera Vidal, inspector de primera enseñanza.

Si las primeras ediciones de esta obra rondan el año 1928, las posteriores a la guerra civil, como la que nosotros manejamos, destilan en algunos párrafos las rimbombancias del régimen y del contexto. Párrafos que nos recuerdan los guiones del NO-DO. Así, ante un Alcázar en reconstrucción, se escribe: "Veréis torres semiderruidas, alzarse sobre las ruinas de un edificio enorme, donde escribió una de las páginas más brillantes de la Historia, en 1936, el heroísmo español. [...] Esas torres no ceden la altura más que a otra torre más elevada todavía, que parece crecerse en ansias de llegar al Cielo a contarle la fe inalterable de la Raza. Ella nos anuncia la famosa Catedral." O: "El Alcázar fue testigo de una lucha heroica, casi homérica, en que se puso a prueba el tesoro de abnegación patriótica que guarda el alma española cuando lucha por la patria, por la independencia y por la fe." O: "Esas ruinas cantan la gloria de una raza libre que no quiere someterse a ninguna idea exótica ni a ningún poder extraño." O... Suma y sigue de expresiones como "puñado de valientes", "gloriosas ruinas", "guerra de liberación"...

Cierto es que hay en la guía un tono que no es original de la posguerra, sino heredado de la historiografía del XIX. Un tono épico y orgulloso para referirse a las cosas propias, un tono deudor de romanticismos y nacionalismos españolistas en perpetua "guerra de la Independencia". Un tono legendario que convierte la historia en mito y a los protagonistas en héroes.

El régimen franquista en su anhelo de los tiempos imperiales aguijó este discurso. Pero el discurso no era nuevo. La melodía épica que sonó después de la guerra se puede escuchar antes de la guerra. Así se oye, por ejemplo, en "El libro de España" de F.T.D., editorial marista de Barcelona que respondía a las siglas de Frère Théophane Durand. Este libro, original de 1928, reeditado facsímil por Edelvives en 1998, sirvió en las escuelas de libro de lectura geográfico-turística a generaciones de españoles incluso hasta la década de los setenta. El periplo por España de los huérfanos Gonzalo y Antonio García en busca de su abuela que reside en Andalucía, servirá para dibujar las costumbres del país y los rasgos del paisaje. En el libro, las glorias patrias –personajes y monumentos– se asocian al catolicismo como verdadera esencia de la nación española y sus empresas. La variedad cultural de la patria es apreciada desde una perspectiva folclórica. Todo ello en consonancia con el espíritu de la dictadura de Primo de Rivera. En la solapa de la edición facsímil se nos informa que la edición de 1938, por indicaciones gubernativas de la época, añadió encendidas alusiones al régimen franquista, a la Guerra Civil y a los mártires del bando sublevado.

En la experiencia viajera de hace unas semanas por Toledo comprobé cómo un contexto puede condicionar una percepción y cómo hay espacios que se llenan de prejuicios que perpetúan una imagen determinada de una ciudad. Imagen limitada. Pero aquel Toledo que yo conocía exclusivamente connotado por el "sin novedad en el Alcázar", ya no es. Lo que supe es un Toledo cosmopolita abrazado por el Tajo que nos nutre.

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