Hasta luego, papá
¿Qué puedo hacer para darme cuenta de que ya no habrán más besos, ni más te quiero, ni más palabras de aliento?
Papá… otra vez ha sucedido, otra vez me encuentro abriendo y cerrando los ojos intentando despertar de ese sueño oscuro, que me ha lanzado a un abismo inmenso donde el silencio me retumba en los oídos y en ocasiones no me deja respirar.
Otra vez deshago andando el camino de la tristeza, pero en esta ocasión sola, sin tu mano, que me proporcionaba el calor que aparentemente derretía el hielo que había congelado nuestra vida cuando ella se fue… ¿Te acuerdas? Ahora tú también te has ido.
Papá…¿qué puedo hacer para no pensar en que va a ser mi vida sin ti? ¿Qué puedo hacer para darme cuenta de que ya no habrán más besos, ni más te quiero, ni más palabras de aliento para compensar el que a veces perdía con el mismo viento que siento golpear mi mejilla hora tras hora, minuto a minuto, segundo a segundo desde que te fuiste?
Papá… ¿dónde estás? Si siempre estabas cuando lloraba, si desde hacía siete años compartíamos esas lágrimas que ahora se estrellan huérfanas contra mi asfalto, haciendo un cerco que ya nada ni nadie puede seca.
Papá… papá, papá…
Solo me queda el consuelo de pensar en que tú eres feliz, en que ya nada te duele, en que has dejado tus armas improvisadas a un lado para cambiarlas por infinitos besos, en que estás ahí, en ese lugar donde están ellos, libre, sin contar los días… sin miedo.
Papa, eras un soñador empedernido, un quijote con alma de artista, un loco, el loco con el corazón mas fuerte y bueno del universo. Todavía hoy escucho tu voz, todavía repito inconscientemente las últimas frases que nos dijimos, todavía me parece que no ha pasado, que sigues ahí, incansable como el tiempo, luchando con la fuerza del que quiere aferrarse a la vida, derribando infinitos molinos de viento… todavía, papá, no me lo creo.
Sé feliz, papá, allá donde ahora estés, y no olvides que seguiremos viéndonos en nuestros sueños. Mi caballero andante con sonrisa de café con leche, coca de mollitas y brindis alzando las copas por los que ya se fueron.
Te quiero, papá.
Por: Cristina Moreno Valor