Apaga y vámonos

Hay que creérselo

Un año más, Villena ha vivido un alud de música gracias a Sufriendo & Gozando, y un año más, nos toca hacer balance y reflexionar sobre aquellas cosas que deben cambiar para que estos eventos sean aún mejores, para beneficio de sus promotores, por supuesto, pero también de Villena.
Había muchas incógnitas este año, empezando por la ausencia de quien más ha creído y apostado por este proyecto, Pablo Juan Martínez, y siguiendo por la ampliación de Leyendas del Rock a cuatro días, el nacimiento de Rabolagartija Festival en sustitución del Aupa Lumbreiras y la programación de varios eventos alejados de la línea habitual de trabajo de Marcos Rubio y su equipo. Y con todos los matices que se quieran, el balance no puede ser más que positivo. Tal vez haya que replantearse el tipo de conciertos a hacer entre semana –Extremoduro sumó por sí solo más asistentes que Melendi, Auryn y Ana Belén y Víctor Manuel juntos–, pero la mayor incógnita, Rabolagartija, ha sido un auténtico éxito de público y crítica, y tiene un inmenso potencial de crecimiento por delante.
 
Lo de la “niña bonita” de Sufriendo & Gozando, el Leyendas del Rock, es un caso aparte. Más allá del incontestable éxito organizativo y de público, de su innegable repercusión económica para Villena, el festival está alcanzando un punto de madurez muy difícil de conseguir por este tipo de eventos, que rara vez se prolongan más allá de unos pocos años. Con 10 ediciones a sus espaldas, no cuenta solo con una sólida base de seguidores españoles que lo respaldan año tras año –en ningún festival he visto un sentimiento tan grande de “comunidad” como en este–, sino que su dimensión internacional está creciendo de manera exponencial. No solo en cuanto a visitantes y cobertura mediática, que también, sino fundamentalmente a nivel profesional: los grupos y las grandes agencias de representación cada vez conocen mejor el nivel del festival y la forma de trabajar de Sufriendo & Gozando, lo que significa que cada vez quieren asistir más y mejores bandas.
 
Y llegados a este punto, hay dos opciones: o el ayuntamiento se da cuenta de lo que supone este evento y lo respalda de manera decidida, o sus promotores acabarán haciendo las maletas y llevándoselo –ofertas no faltan– a otras ciudades donde su potencial de crecimiento no se vea frenado por las actuaciones incomprensibles de algunos trabajadores municipales, el desinterés de algunos responsables políticos, la avaricia de algunos vecinos que solo ven entrar dinero en estos eventos, sin pararse a pensar en los gastos que hay detrás, o la desfachatez de quienes ven en los conciertos la oportunidad de disfrutar por la cara y a costa del trabajo y la inversión de otros.
 
Al contrario que la mayoría de promotores, Sufriendo & Gozando no pide dinero al ayuntamiento del pueblo que lo acoge, simplemente necesita la implicación de políticos y funcionarios en lugar de encontrar trabas o indiferencia. Que el ayuntamiento sea consciente de lo que tenemos entre manos, se lo crea y lo apoye decididamente, igual que ya hacemos muchos villeneros.
 
¿Recuerdan cómo era agosto en Villena sin estos eventos? Más vale no jugar con fuego. 

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