Escena 1
- ¡Qué bien huele la escalera! ¡Y qué limpia!
- Yo… le pongo empeño.
- La empresa que limpiaba hasta ahora era un poco… dejada. Nada que ver con cómo luce ahora.
- Muchas gracias.
- Gracias a ti.
Escena 2
- ¡Buah, Gabriela! ¡Qué calor das!
- Lo siento, cariño. La luna llena… ya sabes…
- ¿Y no hay ningún remedio para la licantropía? No sé, una infusión de acónito o algo…
- ¿Es que quieres matarme?
- No, cariño, pero te podías tomar un traguico de matalobos, como el profesor Lupin de Harry Potter.
- ¿Y por qué no me disparas una bala de plata en el corazón? ¿Eh? ¿Eh? ¿Eh?
- No te enfades, cariño. Lo que pasa es que, con tanto pelo, irradias un calor que no me deja dormir.
- Puedes quitarte el pijama.
- Vale, pero la parte de arriba no, que si me destapo puedo coger anginas.
- …
- …
- Pareces un Looney toon.
- ¿What?
- Los Looney toons visten solo la parte de arriba…
- ¡Oh! ¡Jejejeje!
- ¿Estás mejor así?
- Mucho mejor, gracias.
- Buenas noches, cariño mío.
- Buenas noches, mi cielo.
- …
- …
- ¿Qué será ese ruido, Andrés?
- ¿Qué ruido?
- ¿No lo oyes?
- No, Gabri. Debe ser el viento.
- Es como… algo mecánico. Como un reloj acelerado.
- Intenta dormir.
- …
- …
- Andrés.
- Dime, amor.
- No creo que pueda dormir con ese grillo en mis oídos.
- No sé, cariño. Prueba a pensar en otra cosa…
- …
- …
- ¡Mmmmpfffff!
- ¿Qué?
- Me voy a levantar a ver de dónde viene.
- ¿En serio?
- Así no creo que pueda pegar ojo.
- No te preocupes, amor, ya voy yo.
- ¡Pero si no lo oyes!
- Pues vamos los dos, ¿vale?
Escena 3
- Por aquí suena más fuerte.
- Creo que es el temporizador de la luz de la escalera.
- La luz del rellano está encendida.
- Vamos a ver.
- ¿En serio vas a salir así?
- Solo será un momento. Además, ¿quién va a bajar por la escalera a estas horas?
- …
- Efectivamente. La chica de la limpieza debió dejar el temporizador fijo, para poder limpiar con luz. ¡Brrrrrr! ¡Qué aire corre por aquí!
- A ver si vas a coger frío, amor.
- No te preocupes, Cuchufleta.
- Sí me preocupo, Cuchi-cuchi. No quiero que te pongas malo.
- Esto está muy alto. Voy a por el taburete.
- Bueno, tal vez si me aúpas un poco…
- Vale. A la de una, a la de dos y a la de…
¡BLAAAAMMM!
- ¡Hostia! ¡La puerta!
- ¿Y qué hacemos ahora?
- Hemos de llamar a un cerrajero.
- Tenemos los móviles dentro, Andrés.
- ¡Vaya contrariedad!
- …
- Igual podemos abrir la puerta con una tarjeta de crédito.
- Están dentro.
- ¡Joder!
- …
- A ver… ¿Qué haría McGyver en una situación así?
- Yo es que era más de Candy, Candy…
- ¡Una radiografía!
- ¿Really?
- …
- Pensemos una solución viable, cariño. Siempre podemos llamar a un vecino y…
- Gabriela, no llevo calzoncillos.
- Pues te escondes.
- ¿Dónde?
- No sé… en la escalera.
- ¿Y cómo explicas que yo no esté en casa a estas horas?
- ¡Ay! ¡Que estoy muy nerviosa!
- ¡Y yo congelado!
- ¿Tu madre no tenía una llave?
- Sí, pero no voy a ir a casa de mi madre con estas pintas.
- Ya, pero puedo ir yo.
- ¿A casa de mi madre?
- Sí. Soy su nuera.
- ¿Transformada en loba y con el pijama de Hello Kitty?
- ¡Es una urgencia, Andrés!
- Sí, eso sí…
- Piensa que los licántropos somos muy veloces. En media hora estoy aquí con la llave.
- ¿Y yo qué hago mientras tanto?
- Esperarme aquí, ¿qué si no?
- ¡Pero me voy a morir de frío!
- Da saltitos para entrar en calor, Cuchi-cuchi.
- Espero que, el panadero del quinto, no baje por la escalera. ¡Qué situación tan embarazosa!
- Lo único que tienes que evitar es sentarte en el suelo.
- ¿Por qué?
- Porque con lo frío que está el terrazo, se te van a quedar las nalgas como dos Calippos.
- Verdad irrefutable.
- ¡Va! Marcho ya y así, estaré de vuelta cuanto antes.
- Vale.
- Regreso en un rato.
- No tardes.
- Te quiero.
- Y yo a ti.
Escena 4
- ¿En serio no has podido convencerla de que no viniese?
- Con el susto que se ha llevado la pobre cuando me ha visto transformada y lo marimandona que es, cualquiera le discute a tu madre, Andrés.
- ¡Pues menuda me espera!
- ¡Hijo, te he preparado una infusión de tomillo con miel, que debes estar a punto de pillar una pulmonía!
- Gracias, mamá.
- Por cierto, Gabriela, los armarios de la cocina están hechos una lobera. Mañana a primera hora nos ponemos a limpiarlos.
- ¡Mamá, no registres!
- ¡Tú te callas! ¿A quién se le ocurre salir al rellano como el Pato Lucas?
- Carmina, mañana tenemos que ir al Ayuntamiento…
- ¡Ni Ayuntamiento ni Ayuntamienta! ¡Mañana a primera hora nos ponemos a limpiar la cocina!
- Sí, mamá.
- ¿Te tomas la infusión que se te va a enfriar?
- ¡Es que está quemando, mamá!
- ¡Hay que ver qué flojo me has salido, hijo! ¡No me extraña que la loba esta te tenga sometido!
- ¡Oiga!
- Cariño, loba eres.
- ¿Te vas a poner de su parte?
- No, no, Cuchufleta.
- ¿Ves como te tiene? ¡Calzonazos, que eres un calzonazos!
- Bueno, descalzonazos, más bien, mamá.
Escena 5
- Buenos días, Avelino.
- Buenos días, señor alcalde.
- ¿No habrá visto usted a Andrés?
- Hace un rato ha llamado la señorita Gabriela para informar de que el señor López está indispuesto.
- ¿Indispuesto?
- Textualmente me ha dicho que «tiene las anginas como dos pelotas de relleno».
- ¡Vaya por Dios! ¿Y Gabriela?
- Me ha dicho que también iba a ausentarse hoy.
- ¿Ella también ha caído enferma?
- No me ha dado explicación, señor alcalde. Imagino que se habrá quedado cuidando de don Andrés.
- Son muy buena pareja.
- Lo son, señor alcalde. Lo son.