Vida de perros

Hoy es lunes

Hoy es lunes, el reloj marca las veintidós treinta y siete, y yo estoy sentado frente al folio en blanco con un Pilot G-2 07 Azul entre los dedos. La caja de la CPU de mi computadora está abierta, y el ratón y el teclado se amontonan sobre la impresora, ni que decir tiene que la pantalla parece una ventana negra. Una cinta de cassette rueda dentro del equipo de música que me acompañó durante los noventa. Smashing Pumpkins sonando suavemente, y ninguna línea roja (ni verde) apareciendo bajo las palabras que escribo. Hoy es lunes, pero no tan lunes: es inevitable la sensación de una semana quebrada por una festividad. El Día de Todos los Santos, de Difuntos, la fiesta de Halloween si lo prefieren.
Y en esta noche tan analógica, mirando tan de cerca el día uno de noviembre, me dedico a dilucidar cuál de las partes resultó más estúpida y pueril: ¿la que propuso trasladar todos los días festivos a los lunes, o la que lo creyó sin dudarlo? Porque a lo largo del año uno ha ido viendo y sintiendo la importancia que en nuestro país muchas personas dan a determinadas fechas. Y ha visto y sentido la reticencia al traslado de fechas, decisión amparada por las posibles mejoras de productividad que tendrían nuestras empresas. Dudo, por ejemplo, que una gran mayoría renunciara a honrar a sus difuntos el día uno de noviembre, y lo hiciera el veintinueve de octubre, como ocurriría este año. En el peor de los casos creo que buscarían, robarían a la jornada laboral, los minutos necesarios para realizar la visita, el ritual, propio del día de Difuntos.

Lo que me lleva a pensar en la postura de la Iglesia frente a la propuesta política para cambiar las fechas de sus festividades, la propuesta que somete sus celebraciones al interés mercantil. Que permite a lo mundano condicionar lo divino. Pondría la mano en el fuego, queridas personas, por la teoría de que la Iglesia calló, fingió mesuradamente su protesta. Y si lo hizo fue porque conocía el sentido y el final de tal propuesta. Porque era conocedora y asumía con normalidad el engaño que una vez más los políticos perpetran contra la población. Una terrible enfermedad la de aceptar la mentira, la incongruencia, porque en parte es simiente o abono de la situación que hoy día vivimos.

Hoy es lunes. Analógico. La Ministra Fátima Báñez anuncia nuevos brotes verdes –nos siguen tomando por idiotas–. El Ministro Wert se toma un mes más para demoler nuestro sistema educativo. El señor Montoro sigue riendo, De Guindos nos sigue ignorando y el señor Rajoy lanza evasivas en sus cortas y acobardadas declaraciones públicas. En tanto el país se quema: el colectivo educativo, las farmacias, los funcionarios, los trabajadores, el sector sanitario, todos van saliendo a la calle a gritar al vacío.

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