Escena 1
El ordenanza del ayuntamiento, Avelino, ha iniciado un debate sobre si la inteligencia artificial desbancará a la escritura tradicional en una reunión en la que se encontraba el alcalde, Aurora, Sira, Andrés, Gabriela, Juanjo, Clara, Veda (la perra) y Raw (el gato). La discusión fue bastante interesante, ya que Avelino argumentó que la inteligencia artificial está avanzando muy rápidamente y que pronto podría ser capaz de crear textos enteros sin necesidad de la intervención humana.
Sin embargo, Aurora argumentó que la escritura tradicional siempre tendrá un valor, ya que es una forma de expresión única y personal que no se puede replicar por completo. Sira estuvo de acuerdo y dijo que la escritura también puede ser una forma de terapia y autocuidado.
Andrés intervino y dijo que la inteligencia artificial puede ser una herramienta poderosa para mejorar la escritura, pero es importante recordar que la creatividad y la expresión artística son elementos humanos que siempre tendrán un valor único.
Gabriela dijo que la tecnología puede ser muy útil para facilitar la escritura, pero sólo si se utiliza adecuadamente y se tiene en cuenta el contexto y el propósito del texto. Juanjo añadió que la escritura interactiva, que combina la inteligencia artificial con la participación humana, podría ser una solución muy interesante.
Clara comentó que la escritura no se trata sólo de producir textos, sino de transmitir emociones y sentimientos a través de las palabras. Veda, la perra del alcalde, aprovechó para ladrar alegremente y apoyar la importancia de la conexión humana en la escritura. Raw, por su parte, simplemente se acurrucó en el regazo de Sira y observó con atención la discusión.
En definitiva, aunque hay muchos avances tecnológicos en la escritura, parece que la conexión humana y la expresión personal siempre tendrán un valor.
Escena 2
- ¿Qué queréis que os diga? A mí lo de la inteligencia artificial me da un poco de rollo.
- Sí. Nos van a desbancar las máquinas. ¡Mira que eres melodramático, alcalde!
- No soy melodramático, soy realista. Conforme vaya evolucionando, necesitaremos menos mano de obra humana. No harán falta ni diseñadores, ni pintores, ni escritores, ni músicos…
- Es una visión muy tremendista, señor alcalde. Si bien es cierto que, la tecnología avanza con paso acelerado, siempre será necesario que haya alguien que la desarrolle.
- Yo pienso que es una moda pasajera.
- ¿Pasajera?
- Sí. Los textos creados por IA carecen de alma.
- Estoy contigo, Aurora. No somos conscientes del valor de la escritura, ni de su poder.
- Un poder que se ha masificado, Sira. Creo que la inteligencia artificial puede resultar muy útil, si se respeta el contexto y el propósito del texto. Imaginaos una agencia de publicidad pequeña, que tiene demasiado trabajo para su número de empleados y, por desgracia, no los suficientes ingresos para emplear más trabajadores. La IA sería una herramienta beneficiosa y asequible, ¿no creéis?
- Es un asunto complicado.
- Sí. Por no decir que nos hace más esclavos de la alarmante servidumbre que rendimos a la tecnología.
- ¡No seas ludista, Gabriela!
- ¡Y tú no seas bruto, Juanjo, o te parto los morros!
- ¿Con qué ejército?
- ¡Con el de mis huevos morenos!
- ¿Veis? ¡Esto nunca lo podrá lograr la inteligencia artificial!
- ¿El qué?
- El que éstos dos sean más burros que Tacó.
- Siempre me he preguntado de dónde venía esa expresión: ser más burro que Tacó.
- Es un modismo valenciano que proviene de La Safor.
- Is in midismi vilinciini qui priviini di Li Sifir.
- ¿A que te meto un anacardo?
- ¿A que no? ¿Eh? ¿Chulico?
- ¡Pero tíos! ¿No podéis guardar un poco de compostura?
- ¡Si es que siempre tiene que estar ahí… metiendo el dedico en el ojo!
- ¡Habló el monaguillo wikipédico!
- ¿Lo ves? ¡Ya está removiendo el cajón de mierda!
- Déjalos, alcalde. Si no pueden vivir el uno sin el otro.
- Al fin y al cabo, son como Ginger Rogers y Fred Astaire, pero de pueblo.
- ¡Oye! ¡Que yo era un figura bailando lambada!
- ¡Sí, sí! ¡Te imagino cimbreando el talle! ¡Menudo descojono!
- Juanjito, te advierto de que se está rifando una hostia.
- ¡Huuuuy! ¡Qué mieeeeedo! ¿Qué me vas a dar? ¿Un puntapié en la espinilla?
- No. ¡Un sopapo en el hocico! ¡Gerónimo!
- ¡Ay! ¡Me cago en to lo que se mueve, Andrés! ¡Un día de estos te la voy a devolver y se va a liar parda!
- ¡Venga, devuélvemela! ¿O tienes miedo de que se te corra el rimmel?
- Como se puede dar cuenta, amigo lector, a diferencia de la metódica y ordenada escena primera, esta no está creada por inteligencia artificial o de ninguna otra clase. Éste es el nivel que nos gastamos aquí, en El Ordenanza. Un sindiós que pretende ser graciosillo, pero que no pasa de un burdo mamotreto de situaciones predecibles y trasnochadas. Trasnochadísimas, diría yo. Es un panfleto relleno de vocabulario soez y violento, con un trasfondo moral que no conduce a ningún sitio. Es, como diría alguien con menos tacto que yo, un truño. ¡Pero no un truño cualquiera! ¡Noooooo! ¡Es un truño de dimensiones bíblicas! Por lo cual, me parece un motivo suficiente para tener fe en los rápidos avances de la inteligencia artificial, para que divagaciones disfuncionales como El Ordenanza no vean la luz pública nunca y se pudran en el cerebelo del que nunca debieron salir.
- ¡Así se las gasta el Gólem!
- ¡Woof!
- ¿Y nadie ha pensado en la economía de tiempo que supone el que haya algo que trabaje para ti por unos míseros euros al mes?
- ¿Y qué se hace con ese tiempo?
- Pues… cada uno lo que quiera… ver HBO, Netflix, hacerse un Tik Tok…
- ¿Un Tik Tok? ¡Me caxo en Soria! ¿Un Tik Tok? ¿Quién es este tío?
- Ni idea.
- ¿Qué pasa?
- ¿Que qué pasa? ¿Que qué pasa? ¿Juanjo, vamos a explicarle a este lo que pasa?
- ¡Cógelo, Andrés, que se escapa!
- ¡Tíos, dejadlo ya!
- ¡No seáis brutos!
- ¡No corras, que va a ser peor!
- ¡Ya lo tengo! ¡Dale, Andrés!
- ¡En la cara no, que soy influencer!