Apaga y vámonos

La casta y elCasc

Un verano más, y ya van dos, ha pasado por nuestra ciudad ese curioso experimento docente llamado elCasc, y un verano más, y ya van dos, servidor ha tenido la suerte de poder seguirlo de cerca y participar, de un modo u otro, en alguna de sus actividades (y no me refiero a tomarme unos cuantos gintónics y bailar un rato en las diversas fiestas y conciertos que han montado en el Castillo, que también, faltaría más).
Siempre de la mano del colectivo Desayuno con Viandantes (a este ritmo lo nuestro va a acabar en matrimonio o catástrofe similar), en 2013 fui invitado a una de esas curiosas cenas que salpicaron nuestra trama urbana durante varias noches, asistiendo sorprendido a la par que divertido a las reacciones de los paisanos que, de repente y sin venir a cuento, se encontraban una mesita con velas y cuatro personas cenando en el lugar más inesperado.
 
Siguiendo en esa línea de trabajo, el experimento sociológico ha apuntado este año hacia otro lado, generando un bulo –el ayuntamiento debate la continuidad o no del Casc, que corre el peligro de ser suspendido– con la complicidad de unos cuantos colaboradores, entre ellos EPdV, para recoger y analizar posteriormente las reacciones de todas las partes implicadas, empezando por los propios organizadores del certamen y siguiendo por sus monitores, alumnos, los responsables políticos, los vecinos del barrio y los ciudadanos en general.
 
Ahora esa información será procesada y se nos devolverá, imagino, en forma de conclusiones, lo que supongo que tardará cierto tiempo en llegar, aunque no obstante yo ya he sacado alguna conclusión a bote pronto, totalmente personal e intransferible y por supuesto ajena a cualquier organizador, profesor o alumno adscrito al Casc. Y es que me llamó mucho la atención que ante la “concentración” de varias decenas de personas, no más de una hora, entre la puerta del ayuntamiento y la farola de la Plaza de Santiago (unos tomaban unas cervezas en la terraza del Colosseo; otros jugaban a una especie de Twistter casero; otros tantos a la rayuela con algunos niños del Rabal…), les faltara tiempo a nuestras ilustres autoridades para reclamar silencio y respeto sepulcral a los presentes, con la excusa de que estaba reunida esa sacrosanta institución que llamamos Pleno.
 
Que sí, señora. Que el Pleno estaba reunido y merece un respeto, por supuesto, pero unos cuantos gritos de niño y aplausos de adulto, durante un ratito que no iba a pasar de una hora, no creo que sea para tirarse de los pelos, máxime cuando recordamos que el año pasado no faltaron quejas de vecinos porque la gente del Casc, instalada en la Plaza Mayor, celebraba allí todas las noches sus fiestas. Con razón, personas que no podían descansar como se merecen, mostraron su malestar al ayuntamiento, cuya respuesta poco menos que fue en plan “paciencia, hombre, que son jóvenes, es verano y solo van a ser seis o siete días más”. Sin embargo, y gracias al bulo y al “traslado” de parte de elCasc hasta la puerta del ayuntamiento, quienes hace un año pedían una semana de paciencia a los vecinos de la Plaza Mayor, que tenían que aguantar DJ´s y bailes hasta las 2 o las 3 de la mañana, han demostrado no tener la más mínima paciencia con quienes, a las 8 de tarde, y por un breve espacio de tiempo, jugaban y reían con niños en la Plaza de Santiago.
 
Ahora se me enfadarán muchísimo sus señorías porque les voy a llamar “casta”, ese calificativo tan de moda últimamente y que tan nerviosos les pone. Pero es que, y que se lo tomen como se lo quieran tomar, en no pocas ocasiones acaban actuando como tal.

Pd. Un placer de nuevo, chic@s. ¡Nos vemos en 2015!   

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