Estación de Cercanías

La crisis

Ella y solamente ella ha sido por derecho propio la protagonista indiscutible de este 2009 que languidece. De ella habíamos oído hablar antes y hay quienes decían estar atravesando alguna de sus posesiones, territorios que al contraste del que venimos pisando de un año a esta parte son de fina tierra de mar.
Porque mientras el golpe de estado no se hizo patente creíamos conocerla erróneamente, cuando en realidad a las que nos habían presentados era a algunas de sus parientes cercanas, a las que se hacen llamar la crisis al cumplir los 40, o los 30, la crisis de pareja, la de algún sector laboral, las de personalidad, de creatividad o de credo, familiares lejanas a la que nos visitó repentinamente, que no por sorpresa, y que han quedado de nuevo alojadas en sus aposentos, porque la verdadera señora de la casa, que pacientemente y con resignación había aguardado a que llegase su momento triunfal, llegó sin avisar.

Y mientras su retorno era inminente, algunos todavía la creían agazapaba entre la negativas al reconocimiento de su llegada, recubierta por toneladas de ladrillos y cemento detrás de las predicciones de los estudiosos, o del me lo veo venir de los curritos y ciudadanos de a pié que, licenciados por la experiencia vital, parecíamos los únicos en sentir su llegada. Y en esas estamos, lamiéndonos las heridas de esa burbuja que nos reventó a todos en plena cara allá por 2008 e intentando levantarnos tras el impacto.

En el terreno laboral, esta señora ha hecho estragos en todo el país y por expansión en nuestra localidad, en donde acorde con el resto la gráfica ha ido subiendo en las coordenadas mes tras mes sin visos de descenso. Así, desde que el sector de la construcción a principios de 2008 fue su primera y más sangrante víctima, hemos sido impotentes y desconcertados testigos de cómo ha ido derribando ficha tras ficha, en su catastrófico efecto dominó, puestos de trabajo en casi todos los sectores, la palabra paro se ha hecho presente en muchos hogares y cómo a este descalabro, del que ahora nadie es culpable y al que los más avispados le apellidaron de consumo cuando la veían venir, y, sabedores del impacto de su visita, prefirieron buenos resultados de crecimiento interno que ofrecer a los vecinos europeos que la reactivación de protección de otros oficios y profesiones.

Pero en Villena, y para no ser menos, aparte de lidiar con esta bestia que no parece perder su vigor, también hemos conocido a otra de sus primas, la crisis de gobierno de un Partido Popular que, desintegrado en su núcleo de gobierno, nos ha ofrecido un amplio repertorio del como no se debe obrar cara a una ciudadanía que un día les dio su confianza, creyendo aquello de gobernaremos para todos, haremos lo mejor para el pueblo por encima de intereses personales y Villena somos todos.

Y por si fuera poco, parió la abuela, y una profunda crisis en el sentido común y la razón ha colocado 15 millones de euros sobre la fachada de una derruida plaza de toros que sólo satisface a unos cuantos, cuando no tenemos cines dignos a los que acudir en familia, cuando las asociaciones deportivas, socio-sanitarias o culturales agonizan sin recursos, cuando en nuestro suelo se están enterrando basuras de media comunidad sin el mínimo control o cuando la venta de drogas sigue tan lozana a pesar de la lucha de muchos padres y vecinos para secarla. Pero una vez quemadas las naves para volver, sólo nos queda que la saliva cicatrice pronto la herida. Yo pido al 2010 salud para todos, y serenidad que me ayude a ver con nitidez el horizonte.

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