Fiestas

La Fiesta, una evolución constante

Definir y poder llegar a convencer al resto de los mortales de la importancia, calidad y grandiosidad de nuestras Fiestas patronales es tarea fácil o difícil según quien se atreva a definirlas. Muchos sentimientos profundos salen del corazón y vienen a la cabeza para expresar de forma innata lo que una población como Villena experimenta sobre uno de los tesoros más codiciados y prestigiosos, que siempre está en continua evolución.
Nadie, diría yo, es lo bastante sabio para tener la verdad completa, pero muchos doctores, juristas y puristas tienen las mismas. Indudablemente cualquiera de nosotros somos capaces y nos atrevemos a opinar, valorar y a cuestionar las virtudes o defectos de los diferentes avatares, transiciones o cambios por los que nuestras queridas, ansiadas y necesarias Fiestas de septiembre han pasado en el transcurso de los tiempos.

Uno que durante un tiempo ha tenido la oportunidad y el privilegio de estar justo en el ojo del huracán, es decir, en el momento, en el sitio adecuado y por qué no, en cierta medida, posible culpable de parte de las decisiones de esta última década, llega al convencimiento de lo difícil, e incluso ingrato, que es llegar a tener esas responsabilidades dentro del mundo de la Fiesta. Supone estar en el punto de mira de los demás. Trae consigo aparejada la critica feroz e implacable de los que nunca se equivocan, porque eso sí, tan solo se equivocan todos aquellos que hacen.

Expuestos a la crítica
Para cierto sector del mundo festero, y del que no lo es, tomar una decisión supone en una mayoría de las veces “que la vida va en ello” y nunca se analiza desde la otra parte para poder entender la postura contraria, porque si así se hiciera, seguro que la interpretación sería mucho más encontrada, reconducible, o se vería menos descabellada. Se sabe que todo el mundo no tiene la misma opinión, ni la misma forma de ver las cosas, ni la misma manera de actuar, y por ello hay que ser consecuente de donde se está y para qué fin se ha venido. También es verdad que esto es “porque te gusta y aquí ni se obliga, ni se ata a nadie”. Todos sabemos a que nos exponemos y la recompensa que esto tiene, “una grata amistad de personas que sienten las mismas inquietudes que tú y que en la mayoría de los casos perdura en el tiempo”.

De lo malo, si lo hay, no me acuerdo. Ahora bien, cuesta tan poco, aunque sea de vez en cuando, valorar positivamente los aciertos. Todo el mundo en el fondo necesita ese tipo de estímulos, pero la gran mayoría de las veces los errores o los posicionamientos diferentes nos persiguen y quedan arraigados y aferrados como si de una losa de piedra se tratara, incapaz de dejar el lastre, porque siempre existe “el torpe de turno” que se empeña en recordarlo sin darse cuenta de que antes de criticar la joroba ajena hay que ver la propia.

Por ello, quiero mandar desde aquí un enorme y efusivo saludo de agradecimiento a todos aquellos con los que, gracias a este mundo tan maravilloso de la Fiesta, he tenido la suerte y la oportunidad de compartir momentos que quedan presentes en el recuerdo para siempre.

Un proyecto con sentido
Pero volviendo sobre la evolución de la fiesta, considero que debe ser constante, ya que los tiempos y las personas cambian. Eso no significa que debamos estar en un continuo cambio, pero estoy convencido de que para haberlo siempre se necesita “un proyecto” que tenga sentido y un porqué. Una valoración y un análisis profundo de las necesidades que conlleva el mismo para conjugar la evolución con la tradición, en definitiva, la adecuación de una decisión circunstancial a los nuevos tiempos. No debemos volvernos locos del cambio por el cambio, no debemos dejarnos llevar por los modernismos que nos hacen perder la esencia y el sentido. Debemos luchar por llegar al consenso entre todos teniendo el mismo objetivo, inculcando a nuestros pequeños y jóvenes, a esa sabia nueva, las tradiciones que heredamos de nuestros mayores para que, ellos a su vez, hagan lo propio con los que les precedan. Tarea difícil y ardua ya que, por motivos generacionales o por esa evolución constante de los tiempos que corren, estén mas predispuestos y acostumbrados a lo que hoy es de una manera, mañana sea de otra y pasado ni se parezca a la primera. ¡Vamos, como la tecnología!

Es por ello que nuestros jóvenes están mas preparados para los cambios y por ello el trabajo a desempeñar y el ejemplo a seguir no es otro que el de la cordura, reflexión, dialogo y el consenso que usaron nuestros antecesores, para que le esencia, el sentido y el porqué de nuestras tradicionales fiestas de septiembre no pierdan su identidad a causa de la modernidad.

Lo estamos consiguiendo
En las últimas décadas se han llevado innumerables cambios, unos con acierto, otros con menos, pero eso sí, con la suficiente capacidad de rectificar cuando no daba el resultado esperado. Nadie puede negar la evolución y la vistosidad de nuestros desfiles innovando e incorporando elementos decorativos. Hemos trasformado las calles por donde transitan los desfiles en un verdadero escenario, haciendo posible que ese potencial cultural y turístico haya ganado en brillantez, grandiosidad y vistosidad, gracias al esfuerzo de instituciones y asociaciones como el Ayuntamiento, la Junta Central de Fiestas, la Junta de la Virgen y las propias comparsas, que han sabido apostar por una evolución, adaptando y conjugando la modernidad con la tradición. Villena ha conseguido ser un referente y ejemplo a seguir por otras poblaciones. Puede que al crecer en número de festeros hayamos perdido en familiaridad, pero hemos proyectado las Fiestas de forma vertiginosa al centro del universo festero, siendo la población con mayor número de festeros participantes.

Con el esfuerzo de todos, críos, jóvenes, menos jóvenes, instituciones, asociaciones... todos juntos, debemos conseguir adecuar, consensuar y decidir el futuro de las mismas para llevar a feliz termino ser lo que ya empezamos a ser: “Las mejores fiestas de Moros y Cristianos”.

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