Escena 1
- Avelino, ¿puede ponerle crema a los niños?
- Claro, Virtu. Ven, cariño.
- Iván, corre que te eche crema el abuelo… ¡que puedes quemarte y la piel tiene memoria!
- ¿Y de qué se acuerda mi piel, abuelo?
- Tu piel recuerda, por ejemplo, la cantidad de sol que tomaste el año pasado.
- Y nos ponemos crema para que la piel no se queme, ¿verdad?
- La piel es, un poco, como el pan. Se tuesta y cambia de color pero, si te pasas con la tostadora, se te quema y está amargo y ya no te lo puedes comer. Así, cuanto más cuides tu piel, más contenta estará.
- ¡No me gusta el pan quemado, abu!
- Y seguro que tampoco te gustará que se te queme la piel, cariño.
- ¡Eso debe doler mucho!
- Es muy desagradable. A ver, levanta un poco el brazo… ¡así, muy bien!
- Me gusta que mi piel se acuerde del sol.
- Es apasionante.
Escena 2
Mientras tanto, en una playa cercana, dentro del cuerpo de Andrés López, concejal de Hacienda, Policía y Personal…
- Pues a mí no me parece tan mala idea esto de venir a la playa.
- ¡Eso lo dices porque eres una célula de la hipodermis, bonita! ¡Ya me gustaría verte aquí, en la epidermis! ¡En primera línea de fuego!
- ¡Bah! ¡Te quejas de vicio!
- ¿De vicio?
- ¡Bien contenta que te pones cuando alguien adula tu bronceado!
- ¡Estos melanocitos siempre están lloriqueando! Mira las células del vello: ellas no se quejan nunca.
- ¡Claro, porque son células muertas!
- ¡Ups! ¡Menuda metida de flagelo! Siento…
- No, no. Déjalas ahí plantadas.
- ¡Vaya un chiste malo!
- ¡Jajajajaja! ¡De tan malo, es bueno!
- ¡Célula madre mía!
- ¿Qué esperabas de una glándula sudorípara?
- No sé… un poco más de frialdad…
- Oye, ¿alguien ha mandao el informe al sistema nervioso?
- …
- … no…
- … yo… tampoco…
- ¡Es que todo lo tiene que hacer una!
- ¡No haber nacido neurona!
- ¡Déjate de victimismos y sinapseando, que es gerundio!
- ¡Aquí Sistema Central llamando a todos los melanocitos de la baja espalda!
- Te recibimos, Sistema Central. ¿Algún problema?
- ¡73, chicos! Os informamos de un nuevo 453, repito, un nuevo 453.
- ¿Otra vez se ha quitado el bañador?
- ¡La madre que lo parió! ¡Este tío no aprende!
- ¿No recuerda lo que sufrimos en el capítulo 103?
- Tranquilas. Hemos solicitado a las células cerebrales que os embadurnen bien con crema de factor 50.
- ¡Es lo menos…!
- ¡Solicitad también que se duche al llegar a casa, que el salitre nos oxida mucho!
- ¡Qué delicadas que son las de la dermis! Creo que, el hecho de que a nuestra sección se le llame por su nombre, se les ha subido a la cabeza…
- ¡Envidia cochina!
- ¡Eso no me lo dices tú mitocondria a mitocondria!
- ¿Que no? ¡Ahora verás tú, lípido!
- ¿A mí me estás llamando lípido? ¿Tú qué te crees? ¿La superglucosa?
- ¡Ay lo que me ha dicho! ¡Cómo te coja del aparato de Golgi te arrastro por toda la fascia lata!
- ¡Te falta a ti mucho citoplasma pa hacer eso!
- ¡Señoras, por favor! ¡Limítense a cumplir con su trabajo! Nadie ha dicho que tengan que llevarse bien entre ustedes pero…
- Ha empezado ella, que se cree el núcleo de todo.
- ¡Va, dejaos de tonterías, que parecéis células germinales! (Siempre con las hormonas alteradas).
- ¡Te hemos oído!
- ¡Aquí Sistema Central! Informamos de que la petición de la crema ha sido denegada. Lo siento mucho, chicas…
- ¡Claro, claro! ¿A que no se ha denegado la petición de que se ponga gorra?
- ¡Errrrrr! Es que tiene el pelo muy fino y…
- ¡Pues no tenéis morro ni ná los del Sistema Central!
- ¡Uy! ¿Quién ha dicho eso?
- …
- Ha sido aquella célula basal.
- ¡Chivata!
- ¿Qué quieres? ¡Soy una terminación nerviosa!
- Ya…
- ¡De los nervios nos pones a todas!
- ¡Atención, célula basal número 14976576236790! Le habla el Sistema Central. Si continúa con su actitud, nos veremos obligados a enviar una patrulla de glóbulos blancos para proceder a su arresto.
- ¡Joder! ¡Menudo control!
- ¡Ni en 1984!
- ¿Qué pasó en 1984?
- Las Olimpiadas de Los Ángeles, ¡no te digo!
- ¿Las de Carl Lewis?
- ¡Si es que eres célula del culo por algo!
Escena 3
- ¡Mira quién ha venido, Maribel!
- ¡Hola, mamá!
- ¿Cómo estás?
- … ¿me conoces?
- … (Paco, ¿quién es este señor?)
- Soy yo, tu hijo pequeño.
- ¿Mi hijo? ¿Tú?¿Qué dices? ¡Mi hijo es un niño!
- Mamá…
- Paco, ¿quién es este señor?
- Nuestro hijo, cariño.
- ¡Este no es nuestro hijo, Paco! ¿Qué broma es esta?
- ¡Mamá!
- Hijo, no se lo tengas en cuenta. Hace unos días que ya no reconoce a nadie.
- Papá, esto… me rompe el alma…
- Lo sé, hijo. Es difícil para todos…
- Es una enfermedad tan cruel…
- Lo es… debes tener paciencia, hijo.
- ¿Qué pasa? ¡Paco! ¿Quién es este hombre?
- ¡Mamá!
- ¿Por qué me llama mamá?
- ¡Mamá!
La rabia y la impotencia consiguen enervar las pocas fuerzas del primer edil que, desesperadamente, se abalanza sobre la mujer y la abraza con un gigantesco nudo en la garganta. Cuando las manos del alcalde se apoyan en el cuerpo, reticente, de la mujer que le dio el ser, se desencadena una sorprendente reacción química: de pronto, los keratinocitos recuerdan el tacto molecular de la piel del alcalde, la reconocen. Rememoran el tiempo que convivieron en un mismo ser, la alegría del dolor del parto, el contacto de sus glándulas mamarias alimentándolo, guiando sus primeros pasos, besando sus heridas, sufriendo su llanto.
- ¡Hijo mío!
- Te quiero, mamá.