El Volapié

La perra de mi vecina

No les parezca extraño el título de mi columna de esta semana aunque haya otros temas mucho más en boga, como el desenlace de las elecciones en Villena, la extrapolación de los resultados a otros ámbitos, el movimiento 15-M que tanto y tanto tiempo ha tardado en producirse –que se antojaba esperanzador y que va a quedar en nada–, los rotundos triunfos de Alejandro Talavante y José María Manzanares en la Feria de San Isidro, por ejemplo, ya que ahora irán comprobando los queridos lectores como al final todo esto anda interrelacionado.
La perra de mi vecina –lo que no quiere decir que mi vecina sea una perra– me molesta una barbaridad porque es una auténtica maleducada y porque yo soy muy poco sufrido, ya ven, no me gustan los ladridos en el silencio de la madrugada. La perra ha recibido una educación a imagen y semejanza de la dueña –como suele suceder–, y como la dueña nació y morirá con los tacones puestos, pues la perrica también taconea con similar gracia con los montones de uñas que tiene en cada garra. Como la dueña con sus gritos no respeta el descanso de nadie a ninguna hora, pues la perrita también canta cuando le place y como a la dueña le encanta escuchar música festera en el Dolby Surround a toda hora, pues la perra se pone a entonar Fiesta en Benidorm cuando uno menos se lo espera, y a falta de una, mejor dos perracas.

Vivimos en libertad pero ante esta situación nada se puede hacer, porque la libertad de descansar pertenece a un rango inferior a la libertad de tener perra, aunque muchas comunidades de vecinos parezcan más una perrera.

Los lectores ya deben estar hartos de oírme decir que considero que nuestra democracia es muy mejorable y vuelvo a editarme tras comprobar que en Villena ha sufrido la derrota electoral el partido más votado, que va a recibir un gran premio institucional el partido que ha recibido el mayor castigo de los votantes y además una debacle a todos los niveles, que el segundo partido más votado va a tener la misión de formar el gobierno, que alcanzará la Alcaldía gracias a la aparición del binomio y que nos quedaremos de nuevo sin corridas de toros en nuestra ciudad, lo cual me tomo con deportividad y sin jactancia, porque al final lo único que nos vamos a perder es un simulacro de corrida de toros el día 7 de septiembre.

En fin, desde este momento comienza la expectación y ojalá que todo lo que vaya sucediendo merezca la pena y sea lo mejor de lo mejor para Villena. Quién me iba a decir cuando estuve en la corrida inaugural del pasado 10 de abril, que esta iba a ser la primera y la única al menos en los próximos cuatro años.

Pese a todo y aunque no haya toros, no pierdo la esperanza de que los villenenses seamos capaces de despolitizar la tauromaquia, porque no tiene sentido.

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