Opinión

La primera y la última

Ayer por la noche pasé por un escaparte y me vino a la mente una reflexión muy profunda, demasiado profunda, pero a la vez reveladora. Estuve a punto de compartirla con mi acompañante, pero he preferido compartirla con más gente. Mi pensamiento venía a decir algo así: “Mira que hemos cambiado, en todos estos años el mundo ha avanzado una barbaridad, pero los trajes de comunión siguen siendo iguales”. Me quedé mirando fijamente el escaparate mientras pensaba esto, hasta que mi acompañante, extrañado, llamó mi atención y seguimos nuestro camino.
Si a los niños les dieran a elegir cómo ir vestidos el día de su primera comunión seguro no elegirían los trajes que encontramos en los escaparates, y es que los tiempos han cambiado mucho. Cuando se inventó lo de la comunión los ídolos de los niños y las niñas eran otros, almirantes, princesas, marineros… pero hoy en día algunos preferirían ir vestidos de futbolista, de Fernando Alonso o tal vez de Shakira; puede que algunos no quisieran ni comulgar. ¿Se imaginan a un niño haciendo la comunión vestido con la camiseta de Ronaldinho o a una niña con un mono azul con el casco en la mano recibiendo la comunión? Tal vez sea por eso por lo que no se complican mucho con el diseño, para que sirva de unos hermanos a otros; con los colores no hay problemas de que si este año no se lleva, o que si ya no se estila llevar encaje. Aunque la mayoría de las veces los niños estrenan traje, porque es su ilusión, es su día, cómo va a ir con el traje de su hermano mayor, que comulgó hace dos años, y que está desgastado de ponérselo un sólo día, ¿será ilusión del hijo o será más bien la ilusión de los padres? Los trajes de comunión no han cambiado con las modas, si no más de alguno o alguna hubiera comulgado de vaquero, y no de los del oeste, sino de pantalón y chaqueta o “torera” vaquera, o quién sabe si de cuero. Aunque si los trajes hubieran evolucionado con el paso de los años ahora podríamos encontrarnos prototipos futuristas fabricados con tejidos anti-manchas, porque no hay niño humano de la faz de la tierra que no haya manchado el traje de su primera comunión. Incluirían también bolsillo exterior para el teléfono móvil y auricular incorporado para el mp3. Los zapatos son sustituidos por zapatillas con forma de zapato de charol con cámara de aire y estructura de muelles amortiguadores. Las chapitas del grupo sanguíneo, digitales; ya no se estilaría el grabar el nombre o tus iniciales, vendrían con un chip localizador incorporado para localizarlas por GPS o localizar a su propietario en caso de extravío. Y por supuesto, no serían cadenitas de oro pasarían a ser cordones de oro, y cuanto más gordos mejor: más creyente sería el niño.

Desde esta página reivindico la comunión por lo civil y opcional, porque ni un niño que no sea cristiano tiene por qué quedarse sin comunión y porque ningún niño, cristiano o no, tiene por qué comulgar contra su voluntad; que ahora ya nadie va al purgatorio, creo que van a construir allí una urbanización con su campo de golf y demás. En verdad yo pienso que los niños no tienen religión, como los Ángeles no tienen sexo, que menuda tortura también, básicamente porque no tienen una personalidad forjada y un conocimiento que vaya más allá de lo que sus padres les han inculcado. Ellos son naturales y no se esconden detrás de los perjuicios que sí impone la religión; los niños no se pelean por ser de distinta religión, los niños se pelean porque son niños, y no les hace más felices comulgar. Les hacen más felices los regalos y por encima de todo eso les hace más felices la felicidad.

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