Apaga y vámonos

La vida en funciones

Dice cierto himno que “la vida Pirata es la vida mejor”, pero tengo que decirles que no comparto esa afirmación, y no me estoy refiriendo a mi conocida pasión por nuestros Moros y Cristianos, en serio. Lo que quiero decir es que hay cosas mejores, como por ejemplo tener al gobierno en funciones. Y a la oposición también en funciones, por supuesto.
Aunque finalmente los partidos catalanes se hayan puesto de acuerdo y por unos días el tal Puchdemont haya venido a chafarme parte del argumento, lo cierto es que durante una temporada no hemos tenido gobierno ni en Cataluña ni a nivel nacional… y el país no se ha hundido. Más bien al contrario: la gente ha seguido yendo a trabajar (el que tiene esa suerte), los bares siguen abriendo, los trenes y aviones circulan con normalidad, la televisión sigue emitiendo bazofia y los servicios públicos funcionan tan razonablemente bien o tan razonablemente mal como siempre.

O sea, que podemos vivir sin políticos y no se acaba el mundo, no sé si me siguen. Bastaría con organizar un par de votaciones al año para decidir sobre las cuestiones de mayor calado y a volar, ahorrándonos de paso los sueldos de los tropecientos mil cargos políticos que habitan las Españas, que no es que sean sueldos bajos, precisamente.

Por ejemplo, y tras un periodo previo de explicación por parte de los defensores de cada opción, podríamos votar sobre las leyes labores, eligiendo entre dejarlas como están, volver a la situación previa a la Reforma Laboral del gobierno del PP o elegir cualquier otra opción propuesta libremente por lobbies, grupos de presión o centros de estudios económicos. Y valga así con todo: fijar el tipo de IVA y el resto de leyes impositivas, regular la ley de hipotecas o establecer la financiación y la plantilla de la sanidad y la educación públicas, por citar solo algunas cuestiones de evidente interés y puestas en cuestión estos últimos años. Y mientras tanto, el país y el Estado a seguir funcionando, pues para eso están los funcionarios, personas que mediante oposición han demostrado tener las titulaciones y aptitudes necesarias para desempeñar correctamente su trabajo. Igualito que muchos políticos, vamos.

Ya sé que me van a decir que todo es más complicado, que los partidos son necesarios, y seguramente les daría la razón en cualquier momento, pero ahora mismo no me apetece, qué quieren que les diga. Y es que visto el sainete que tienen montado en Madrid a cuenta de quién gobierna o deja de gobernar, lo cierto es que preferiría seguir en “funciones” una temporada más. El PSOE neurótico perdido, dividido entre quienes apuestan por la gran coalición con el PP y los que quieren un gobierno de izquierdas junto a Podemos; los de Pablo Iglesias dejando a las claras nada más llegar al centro de la política nacional que sus discursos tienen menos credibilidad que un telediario de TVE –“Coleta Morada” aseguró públicamente en julio que “jamás sería vicepresidente de Pedro Sánchez” y ahí está pidiendo ni más ni menos que esa vicepresidencia–, y el Partido Popular, ay el PP, mejor le dedico un párrafo aparte.

Del PP estoy cansando de oír, cada vez que sale un caso de corrupción, y miren que han salido estos últimos años –Gürtel, Bárcenas, Púnica, Brugal, Caja Madrid, Matas, Palma Arena, Rato, Arístegui, Gómez de la Serna, Acuamed, Rus, Emarsa, Fabra, Noos…– que se trata de “casos aislados”, gente mala que se aprovecha de la buena voluntad del partido que meter la mano en la caja. Pero desde el viernes 22 de enero el Partido Popular al completo está imputado por destruir pruebas del caso Bárcenas, más concretamente los ordenadores del departamento de contabilidad del partido, un partido que desde su refundación ha tenido cuatro tesoreros y los cuatro están o han estado imputados por casos de corrupción, por lo que es de suponer que esos ordenadores contienen más mierda que los de un pedófilo alemán.

Conste públicamente que pongo la mano en el fuego por esos cientos de miles de militantes de base y concejales de pueblo que son inocentes del todo, pero la organización como tal parece más la Cosa Nostra que un partido político europeo, una auténtica mafia organizada para forrarse a costa de saquear el país. Ojalá todos esos militantes fueran capaces de crear otro partido desde cero y dejaran pudrirse solos y en la estacada a los dirigentes del (P)artido –a partir de ahora y en lo que a mí respecta– Im(P)utado.

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