Apaga y vámonos

¡Larga vida al Aupa Lumbreiras!

Resulta muy difícil opinar en tono festivo sobre el Festival Aupa Lumbreiras teniendo presente la tragedia del joven fallecido, que además vino a Villena a celebrar que había sido recientemente contratado por un bufete de abogados. Cualquier cosa que se diga, cualquier argumento, resultará inevitablemente frívolo al lado de tan triste suceso. Pero sin dejar de lamentarlo, es lo que toca. Así que vamos a intentarlo.
Nuestra ciudad acogía, por primera vez en su historia, un macrofestival de rock, y como toda primera vez, resulta inevitable detectar fallos y errores a subsanar en un futuro, siempre que promotores y ayuntamiento entiendan que un evento así debe seguir celebrándose en Villena –parece que están por la labor…–, algo por lo que apuesta este que escribe, que ha vivido muy de cerca tanto los preparativos previos como el propio festival, donde apenas me ha faltado quedarme a dormir, aunque sí pude disfrutar de la hospitalidad y la fiesta de distintos grupos de acampados, incluidos muchos villener@s, que quisieron vivir al 100% y aprovechar cada hora de un evento que consideraban histórico.

No voy a entrar en el debate de cifras, repercusión mediática o explotación turística de la cosa, aunque sí diré que considero que el dinero gastado por el ayuntamiento estará bien invertido si Aupa Lumbreiras continúa en nuestra ciudad. Las horas extra de la Policía se cubrirán de sobra con los ingresos de la grúa, que no dio respiro alguno a los vehículos aparcados en el polígono Bulilla, y los 25.000 euros de la preparación de los terrenos son una inversión a largo plazo: si el festival sigue aquí, ya no habrá que poner puntos de luz o agua ni construir rampas para el transporte de materiales o salidas de emergencia, porque ese trabajo ya está hecho.

Así las cosas, prefiero quedarme con las sensaciones, con no haber visto bronca alguna, sino a miles de personas disfrutando, y sobre todo, con la carica de satisfacción de los villeneros: amigas, colegas, conocidos… paisanos de todas las edades y gustos musicales que durante los últimos 20 años hemos coincidido en autobuses y coches camino de Benicàssim, del Espárrago Rock de Granada y Jerez, del Festimad en Madrid, el Doctor Music en los Pirineos, el BBK en Bilbao, de Villarrobledo o San Javier… Villenericos que nos hemos pasado nuestra juventud haciendo cientos de kilómetros al año para ir a festivales y que literalmente alucinábamos al ver, iluminada junto a los dos grandes escenarios, la silueta de nuestro castillo. Nos daban igual los grupos –de hecho no conocíamos más que a unos cuantos–, el estilo musical, las pintas, el calor y el polvo, porque nos mirábamos sonriendo y compartiendo un pensamiento cómplice: ¡Estábamos disfrutando de un festival en Villena, a tres kilómetros de nuestras casas, duchas y camas!

Creo sinceramente que, solo por eso, ha valido y valdrá la pena. Muchas gracias a quienes lo han hecho posible.

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