Vida de perros

Las pupilas de Montilla

Fueron los ojos de Montilla, sus pupilas, lo que más me llamó la atención cuando lo vi en televisión respondiendo a la carta que el señor Justo García, miembro de la UPD, hizo llegar a todos los medios de comunicación. Las pupilas de Montilla, durante su discurso, transcurrían de un lado a otro de sus ojos. No miraban la mesa. Miraban hacia dentro. Seleccionaban información. Pupilas que mostraban contención, que buscaban palabras justas que no traicionaran sus intenciones. Pupilas que más tarde abandonaron aquellos trasiegos, para detenerse, dibujando una mirada segura, firme, decidida, valiente.
Montilla había sido herido, dañado, no como político: “Si lo que pretendía era dañarme, enhorabuena, lo ha conseguido” –dijo Montilla. También que había tragado sapos y que se había mordido la lengua (esas eran las líneas que saltaban sus pupilas cuando, mientras hablaba, se movían de lado a lado leyendo dentro de su ser). Y yo, en vista de las indagaciones que he ido realizando, en razón al neófito análisis del lenguaje corporal que Montilla utilizó, no tengo ninguna duda acerca de la veracidad de su discurso.

A Montilla le han hecho daño, pero va a seguir adelante, no conseguirán acobardarlo. Del otro lado encontramos las declaraciones de Justo García, sumadas a su carta, donde acusa al concejal de no haber hecho nada, de intentar que la directiva actual de la UDP salga con la cabeza bien alta, de realizar un acto vergonzoso al anunciar el cierre de la sede. También las declaraciones de Faustino García se vuelven contra el concejal: “no hace más que engañar a las personas mayores”, para terminar diciendo que ¿Quién es este señor para cerrar? ¿Qué pinta en la asociación? Ambos señores manifestaron su disgusto ante las cámaras de Televisión Intercomarcal. Inquietos, sin apenas fundamentos, con discursos llenos de contradicciones y dolidos, ante todo, por el probable cierre de su sede. Nada dicen de las posibles irregularidades de sus estatutos –que deberían, a todo esto, haber sido corregidas cuando entró en vigor la nueva Ley de Asociaciones–, no hablan de soluciones sino de continuar adelante, continuar cargando con toda la serie de problemas que arrastran desde hace años.

Sirvan o no, sean estas u otras las normas que se apliquen en relación al futuro Hotel de Asociaciones, me gustaría esgrimir algunas de las obligaciones que tienen las asociaciones al entrar a formar parte de un Hotel, y no veo porqué no aplicarlas también a una asociación que hace uso de unas instalaciones municipales: “Observar normas de buena convivencia, evitando cualquier perjuicio o molestias al resto de los usuarios del Centro. Comunicar a los responsables del Servicio cualquier eventualidad que pueda dificultar la buena marcha del servicio. Presentar a la Comisión de Seguimiento, una memoria anual de las actividades. Cuando los responsables de las Asociaciones usuarias incumplan los criterios de uso establecidos, o no tomen las iniciativas adecuadas para hacerlos cumplir, la Comisión de Seguimiento del Hotel de Asociaciones podrá adoptar las medidas que considere convenientes con el fin de garantizar el buen funcionamiento del servicio.” Y bien, estas son solamente algunas de las condiciones que un Ayuntamiento, una Concejalía, puede exigir a una Asociación para hacer uso de sus infraestructuras. Estas son sólo algunas de las condiciones, pero no todas ya que cada Comisión puede optar por las que considere más oportunas: llegar a un consenso para que la dirección de una asociación tome un rumbo no beligerante, por ejemplo.

No queda más que apoyar al Sr. Montilla, capaz junto a su equipo de tomar la decisión más acertada. Rogar que sus pupilas sepan continuar, al tiempo, contenidas y firmes.

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